Actualización de tema
Influencia de la hipoxia como noxa en el origen temprano de la obesidad y sus complicaciones durante la vida intrauterina
Influence of hypoxia as noxa in the early origin of obesity and its complications during intra-uterine life
Dr. José María Basain Valdés1* https://orcid.org/0000-0003-1855-6405
MsC. María del Carmen Valdés Alonso2 https://orcid.org/0000-0001-5594-2108
MsC. Margarita Pérez
Martínez1 https://orcid.org/0000-0002-4106-7354
MsC. Cecilia Pérez Gesen3 https://orcid.org/0000-0001-7051-7011
1Policlínico Universitario Carlos Manuel Portuondo Lambert. La Habana, Cuba.
2Hospital Pediátrico Docente Juan Manuel Márquez. La Habana, Cuba.
3Instituto Nacional de Endocrinología. Departamento de Endocrinología Pediátrica. La
Habana, Cuba.
*Autor para la correspondencia. Correo electrónico: josemb@infomed.sld.cu
RESUMEN
La hipoxia es un factor importante que regula el desarrollo placentario y estimula la invasión
del trofoblasto y la diferenciación, la angiogénesis y la vasculogénesis. Cuando ocurre la
fecundación, la hipoxia a la que está expuesta el blastocisto regula su crecimiento, a la vez que limita el
número de células del trofoblasto y el desarrollo placentario posterior, lo cual es clave en el transporte
de nutrientes y oxígeno al feto en desarrollo; sin embargo, la hipoxia crónica fetoplacentaria
conduce a disfunción vascular placentaria y a la programación intrauterina de enfermedades vasculares
y metabólicas, ya que regula, a largo plazo, la expresión de enzimas relacionadas con la vía
L-arginina/óxido nítrico en células endoteliales de diferentes lechos vasculares, incluyendo la placenta.
Teniendo en cuenta los planteamientos anteriores en la presente investigación se describen los efectos de
la hipoxia como noxa durante la vida intrauterina y su influencia en el origen temprano de la
obesidad y sus complicaciones.
Palabras clave: hipoxia; noxa; programación fetal in utero.
ABSTRACT
Hypoxia is an important factor that regulates the placental development and stimulates the
invasion of trophoblast as well as differentiation, angiogenesis and vasculogenesis. At the moment of
fertilization, hypoxia to which the blastocyte is exposed, regulates its growth, at the same time that it
limits the number of trophoblast cells and the posterior placental development, that is essential in
the transport of nutrients and oxygen to the developing fetus; however, chronic
fetus-placental hypoxia leads to vascular placental dysfunction and to intra-uterine programming of
vascular and metabolic diseases, since it regulates, at long term, the expression of enzymes related to the
L-arginine/nitric oxide way in endothelial cells of different vascular beds, including
placenta. Taking this into account the effects of hypoxia as noxa during intra-uterine life and its
influence in the early origin of obesity and its complications are described in the present investigation.
Key words: hypoxia; noxa; in uterus fetal programming .
Recibido: 30/12/2016
Aprobado: 30/08/2019
Introducción
La prevalencia de la obesidad en la infancia se ha triplicado en los últimos 30 años. Es el
resultado del desequilibrio entre la ingesta y las necesidades de energía para el crecimiento y desarrollo,
que resulta en una acumulación neta de las reservas de energía en el cuerpo, con el
desarrollo consecuente de la enfermedad.(1)
El incremento del sobrepeso y la obesidad es ocasionado mayoritariamente por el aumento en
la ingesta de alimentos industrializados, con densidad calórica alta; por la ablactación temprana,
con base en alimentos industrializados tendientes a la sobrealimentación y por la disminución
del consumo de alimentos con densidad calórica baja como son las frutas y verduras. Otros
factores que han influido son la urbanización y mecanización del transporte, lo cual disminuye el tiempo
y la intensidad de la actividad física cotidiana que requiere gasto de energía, además de que
los niños han disminuido el tiempo dedicado a realizar actividades deportivas y
recreativas.(1)
Hasta hoy día se piensa que 2,6 billones de personas en todo el mundo tienen sobrepeso y más
de 300 millones son obesos. Para el 2030 se calcula un total de 1,12 millones de personas
con obesidad.(2,3) Por su parte, según las cifras obtenidas del NHANES III
(National Health and Nutrition Examination Survey
III en la década de los noventa se estimó en Latinoamérica 20 % de hombres
y 25 % de mujeres adultas con obesidad, cuya prevalencia se incrementó a mayor edad
(60-69 años).(4,5,6)
La obesidad es una enfermedad de origen multifactorial en la que la información genética
se modifica por factores ambientales y este es el principal determinante en la creciente
prevalencia de obesidad en las sociedades industrializadas y en vías de desarrollo. El incremento en la
ingesta de calorías diarias totales, el mayor tamaño de las raciones y el consumo excesivo rico en
azúcares refinados y grasas saturadas, junto con un mayor sedentarismo, conduce a un balance
energético global positivo. Los niños actualmente son menos activos y consumen más calorías que en
el pasado, el exceso de horas frente al televisor, el uso de videojuegos y actividades en las
computadoras también contribuyen al incremento de la inactividad. El cambio relativo en el costo de los
alimentos también estimulan una mala nutrición, lo cual posiblemente explica el gran aumento de la
obesidad en las familias de muy bajos ingresos, que deben elegir entre consumir frutas y verduras a
precios altos, o refrescos, azúcar, golosinas, frituras, productos ricos en grasas saturadas e hidratos
de carbono simples, con precios más
bajos.(3) La accesibilidad a los alimentos de peor calidad
y precocinados en estos sectores podría justificar una mayor
incidencia.(1) En fin, todos estos
cambios mencionados anteriormente que están sucediendo en el mundo hace que los
problemas nutricionales, como consecuencia de los cambios en los patrones alimentarios y la cada
vez mayor inactividad física, merezcan una mayor atención, por lo que el conocer el estado
nutricional de niños y adolescentes y el aporte que da en el crecimiento alcanzado, son los 2 aspectos
que deben ser atendidos.(7)
Como bien se conoce, la alimentación y la nutrición son procesos influenciados por aspectos
biológicos, ambientales y socioculturales y que durante la infancia contribuyen a un desarrollo
y crecimiento óptimos, así como a una maduración biopsicosocial, por lo que es necesario que
durante esta etapa los niños adquieran hábitos alimentarios
saludables;(8,9) no obstante, es importante resaltar que la salud de por vida de un individuo se forma durante los períodos
críticos del desarrollo, donde uno de ellos es el período fetal, en el cual el feto es particularmente
susceptible a los estímulos internos y externos, muchos de los cuales pueden alterar la trayectoria de
desarrollo y la susceptibilidad posterior a la
enfermedad.(10)
La hipoxia es un estímulo que controla el desarrollo embrionario y fetal, la función placentaria y
la fisiología vascular.(11) Teniendo en cuenta este último aspecto, los autores se sintieron motivados
a realizar la presente revisión bibliográfica para describir los efectos de la hipoxia como noxa
durante la vida intrauterina y su influencia en el origen temprano de la obesidad y sus complicaciones.
Desarrollo
La asociación entre factores ambientales presentes durante el desarrollo embrionario/fetal y
las enfermedades que puedan presentarse durante la vida representa un campo de creciente
interés. Durante la última parte de los años 1980, estudios epidemiológicos en Gran Bretaña
correlacionaron antecedentes clínicos perinatales (bajo peso al nacer o crecimiento intrauterino retardado y
rápida ganancia de peso infantil), con el desarrollo de enfermedades cardíacas, intolerancia a la
glucosa, diabetes mellitus de tipo 2 e
hipertensión.(12)
En este contexto, la evidencia actual apoya fuertemente que las alteraciones en el
crecimiento intrauterino son de mayor influencia en el riesgo de que se desarrollen
enfermedades cardiovasculares a largo plazo que los antecedentes genéticos del
paciente.(13,14) La persistencia y reproducibilidad de los fenotipos asociados con alteraciones en el desarrollo temprano,
sugiere la participación de mecanismos moleculares que registran dichas modificaciones, lo cual genera
una reprogramación celular y
fisiológica.(15) Dicho de otra manera, la programación fetal y
perinatal puede definirse como el establecimiento de una respuesta modificada a nivel sistémico y
celular, como respuesta a estímulos ambientales que tienen lugar en un momento determinado
del desarrollo embrionario, fetal y neonatal.(12)
Con referencia a lo
anterior, estos estímulos inducen cambios funcionales que suponen
una adaptación a fin de enfrentar, de la mejor manera, las posibles condiciones ambientales
existentes al nacer, de ahí que la programación fetal representa la inducción de respuestas fetales por el
entorno uterino, que condicionan cambios estructurales y funcionales en el propio feto con repercusión
a corto y largo plazos. Así, durante toda la gestación, el feto mantiene una continua interacción
con el entorno uterino que, a su vez, actúa como catalizador de factores ambientales. Esta
compleja dinámica se lleva a cabo a través de varios factores psicobiológicos con manifestaciones
tanto inmediatas como
futuras.(15,16,17)
La programación es el fenómeno mediante el cual los estímulos o lesiones producidos
durante períodos críticos y sensibles en la vida fetal pueden tener consecuencias a largo plazo, lo que
está demostrado en animales de
experimentación.(18)
Resulta oportuno destacar que la identificación de los primeros años de vida como período
crítico, ha sido siempre reconocida en Pediatría y se concibe la importancia de la salud del niño desde
el momento mismo de la concepción. Es en dicho período cuando un efecto adverso del
ambiente desencadena un proceso denominado programación de los primeros años de vida, que influye
en los resultados posteriores para la salud.(19)
Las alteraciones en la trayectoria de crecimiento y desarrollo intrauterino, así como durante
los primeros años de vida, generan cambios funcionales que en el adulto llevan a un mayor riesgo
de padecer enfermedades cardiovasculares, diabetes mellitus, obesidad, dislipidemia y asma
bronquial, entre otras. Este proceso resulta de alteraciones en el equilibrio natural de factores
ambientales, que en el feto en desarrollo, provienen del ambiente intrauterino y de las señales que la
madre gestante ―producto de su alimentación, exposición al medio ambiente, contaminación y uso
de medicamentos, por citar algunos― pasa al feto a través de la
placenta.(20)
El patrón de crecimiento fetal se determina por las condiciones de salud materna y la
función placentaria. La placenta es el órgano principal encargado de percibir las señales maternas
y ambientales y señalizar hacia el feto, lo que libera factores de crecimiento y regula la
disponibilidad de nutrientes. Tan pronto como ocurre la concepción, la nutrición materna y la hipoxia a la
que está expuesto el blastocisto, regulan el crecimiento, así como también limitan el número de
células del trofoblasto y el desarrollo placentario posterior. En este contexto, el desarrollo y la función de
la placenta, como órgano clave en el transporte de nutrientes y oxígeno al feto, y el transporte
inverso de los desechos metabólicos hacia la circulación materna, se convierten en un aspecto
central para el crecimiento y desarrollo fetal normal con importantes consecuencias en la
adultez.(11)
Por otra parte, la hipoxia crónica fetoplacentaria conduce a disfunción vascular placentaria y
a programación intrauterina de enfermedades vasculares y
metabólicas.(21)
Durante los períodos periconcepcional y perimplantacional el nivel de oxígeno afecta el
desarrollo del oocito y del blastocisto, a la vez que altera el número de células destinadas al trofoblasto y
el potencial de crecimiento de la placenta.(12)
La hipoxia es un factor importante que regula el desarrollo placentario, estimula la invasión
del trofoblasto y la diferenciación, la angiogénesis y la
vasculogénesis.(11) El mecanismo celular
inducido por la hipoxia incluye la acumulación de factor inducible por hipoxia (HIF, por sus siglas en
inglés), HIF-1α o HIF-2α, que constantemente son degradados en normoxia y
la translocación de los heterodímeros de HIF
(HIF-1α/HIF-1β o HIF-2α/HIF-1β)
al núcleo, lo cual activa genes específicos para enfrentar la deficiencia de oxígeno. En tanto, la
activación de la expresión génica por hipoxia se produce a través de la unión de los heterodímeros de HIF
a una secuencia de consenso en la región promotora de estos, llamada elemento de respuesta
a hipoxia, caracterizada por una alta presencia de dinucleótidos
CpG,(22) la que determina que la
unión de heterodímeros de HIF al ADN podría estar sujeta a la metilación del
ADN.(11)
A pesar de que la hipoxia aguda está relacionada con el desarrollo embrionario y vascular
placentario temprano, la crónica se asocia con menor desarrollo fetal y
placentario.
En el embrión de ratón, la mayor señalización por hipoxia, a través de
HIF-α, induce un desarrollo defectuoso de las vellosidades coriónicas y del lecho vascular placentario.
La hipoxia prolongada también está relacionada con apoptosis de las células endoteliales y
se produce por la activación de la proteína p53 y del factor nuclear kappa B (NFkB); mientras que la hipoxia crónica regula, a largo plazo, la expresión de enzimas relacionadas con la vía
L-arginina/óxido nítrico en células endoteliales de diferentes lechos vasculares, incluyendo la placenta.
Las células endoteliales de la vena umbilical (HUVEC, por sus siglas en inglés) normales, expuestas
a hipoxia, presentan una reducción en la expresión de la sintasa del óxido nítrico endotelial y
del transportador de aminoácidos
catiónicos-1, pero mayor expresión y actividad de la sintasa del
óxido nítrico endotelial
inducible; mientras que las HUVEC en el crecimiento intrauterino
retardado muestran un fenotipo persistente similar a hipoxia, incluso después de varios días de cultivo
en normoxia.(11,23)
La función de la sintasa del óxido nítrico endotelial es sintetizar óxido nítrico, un radical libre
que constituye el vasodilatador clave en el lecho vascular placentario, lo que se debe a que la
placenta no presenta inervación y que los factores hormonales y locales (como los derivados de
endotelio) son los que ejercen un control efectivo sobre el tono vascular
local.(11) En embarazos que cursan en condiciones de hipoxia fetal, la función vascular placentaria está afectada, lo que disminuye
la actividad de la sintasa de óxido nítrico endotelial como se explicó anteriormente.
Tal como se ha visto, la hipoxia como noxa ha sido bien documentada, desde el efecto que
esta tiene en el crecimiento fetal, lo cual ha sido evaluado en las embarazadas que viven a
grandes altitudes; también es relevante la función de la hipoxia en la proliferación trofoblástica a
nivel extravelloso y que afecta la diferenciación celular en la placenta. Así, de la falta de
oxigenación adecuada se generan tres consecuencias fisiopatológicas
importantes: (24,25)
1. Se activa el eje hipotálamo hipófisis suprarrenal, lo que aumenta la adrenalina,
la noradrenalina y el cortisol.
2. Disminuye la progesterona en sangre materna o su acción tisular, de manera que afecta
el desarrollo normal del embarazo.
3. Produce déficit primario de insulina y/o aumenta la resistencia de esta como uno de
los mecanismos (de adaptación) ahorrador de energía, con la consecuente disminución de
su efecto anabólico a corto plazo y su participación en la génesis del síndrome metabólico
a largo plazo.
En el período preimplantación, los niveles de oxígeno disponibles pueden afectar el número
de células destinadas a la conformación inicial del trofoblasto y afectar la capacidad
morfofuncional de la futura placenta.(25)
La hipoxia, denominada fundamentalmente la posplacentaria o fetal, provoca falta de
maduración de las vellosidades coriales y, con esto, disminución de la capacidad de
intercambio.(25)
En estas circunstancias de hipoxia, se activan los genes del denominado genotipo ahorrador,
que fueron esenciales, desde el punto de vista biológico, en el proceso evolutivo de la especie humana.
Son los genes que posibilitaron que en tiempo de gran necesidad el ser humano optimizara
al máximo sus funciones con el menor gasto energético posible. De esta forma, la
programación fetal, a corto plazo, optimiza la estructura y función de los órganos en un contexto de escasez
de oxígeno; pero a largo plazo, puede contribuir a la enfermedad en la infancia y en la adultez, si
estas adaptaciones no coinciden con el ambiente
extrauterino.(25)
Lamentablemente, la activación de este genotipo ahorrador tiene consecuencias indeseadas
tales como la resistencia a la insulina, el aumento de la cortisolemia fetal y luego neonatal, entre
otros. La primera se acompaña de la disminución de su efecto anabólico en el feto, lo que determina
el proceso de hipotrofia fetal. Las deficiencias en la secreción de insulina son primarias y
están relacionadas con la sensibilidad de las células beta pancreáticas al estrés oxidativo.
La sobreexposición a carbohidratos en la etapa neonatal aumenta aún más el riesgo de obesidad
y síndrome metabólico.(25)
Conclusiones
Los períodos periconcepcional, perimplantacional y fetal constituyen etapas críticas para el crecimiento y desarrollo adecuado del individuo. En dichas etapas se define el futuro, no en términos de sobrevida, sino en términos de condiciones y calidad de vida; asimismo, se va programando la posibilidad que tendrá cada niño para crecer y desarrollar todo su potencial hacia un adulto sano, de ahí que, conocer las derivaciones de la programación fetal desde la etapa preconcepcional, redimensiona el rol de médicos generales integrales, pediatras, obstetras y de todo el personal de salud que labore en el primer eslabón de atención a las familias, a las cuales se les debe brindar recomendaciones oportunas para la prevención de las enfermedades crónicas y de otros daños a la salud, con el objetivo de disminuir las diferentes noxas que puedan actuar negativamente en la concepción de un nuevo ser desde la vida intrauterina y que predisponen, a largo plazo, a un mayor riesgo de enfermedades no trasmisibles y otros daños a la salud.
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