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La competencia ortográfica para la preparación integral del profesional de las ciencias médicas
The orthographic competence for the comprehensive training of the medical sciences professional
Lic. Ana Gladys Peñalver
Sinclay1*
Dra. Lanais Peñalver
Sinclay1
Dra. C. Lareysi Borges
Damas1
Lic. Edwar Parra Linares1
1Facultad de Ciencias Médicas. Artemisa, Cuba.
*Autor para la correspondencia. Correo electrónico: anagladys@infomed.sld.cu
RESUMEN
Se han desarrollado varias investigaciones sobre el tratamiento de la ortografía desde
edades tempranas hasta los estudios superiores; sin embargo, muchas de estas han sido
infructuosas. Es preciso reflexionar en torno al desarrollo de la competencia ortográfica como
requerimiento básico para el logro de la preparación integral del profesional de las ciencias médicas desde
el proceso educativo. En este artículo se comenta sobre este arduo camino de la
práctica consciente de la escritura correcta que puede despertar el interés de estudiantes y docentes.
Palabras clave: ortografía; profesional; ciencias médicas; competencia ortográfica.
ABSTRACT
Several investigations have been carried out on the treatment of the spelling since early ages
up to higher studies; however, many of these have had no results. It is necessary to meditate
about the development of the orthographic competence as basic requirement for the achievement
of the comprehensive preparation of the medical sciences professional from the educational
field. In this article it is commented on this arduous way of the conscious practice of the correct
writing that awake the interest of students and teaching staff.
Key words: spelling; professional; medical sciences; orthographic competence.
Recibido: 11/03/2019
Aprobado: 02/05/2019
Introducción
A lo largo de la historia de la enseñanza pedagógica ha sido muy discutido el llamado
"problema de la ortografía." Muchos estudiosos del tema han dedicado tiempo de su labor investigativa
a la búsqueda de soluciones viables a las diversas problemáticas que surgen en los
diferentes niveles de enseñanzas; sin embargo, son escasos los ejemplos que han insertado en la
práctica las propuestas derivadas de dichos estudios.
Quienes ingresan en las universidades, no quedan exentos de protagonizar
marcadas insuficiencias en el empleo adecuado de la lengua materna, donde la ortografía ocupa el
centro del asunto que se trata.
Ahora bien, si se le preguntara a un grupo de médicos cuál es el instrumento de trabajo
que más utilizan, entre las respuestas que se escucharán se encuentran: esfigmomanómetro
y estetoscopio. Acaso alguno dirá que la pluma o el bolígrafo, por las muchas recetas que
hace, y muy pocos, las manos, si son de aquellos que no han perdido la antigua, efectiva y
magnífica costumbre de practicar el reconocimiento completo al paciente antes de atormentarlo
con análisis y radiografías; sin embargo, ninguna de estas respuestas es acertada. Ciertamente,
el instrumento de trabajo más utilizado por cualquier médico, sin el cual a duras penas
podría desenvolverse, es el lenguaje.
Seguro, alguien opinará que esta afirmación es equivocada o tendenciosa, y argumentará
que cuando se habla de instrumentos de trabajo se refiere a las "cosas" necesarias para
desempeñar una función cualquiera; pero se trata precisamente de eso, de que el lenguaje es la "cosa"
que con más frecuencia usa el médico para cumplir su función
social.(1)
Las tendencias actuales de la Educación Médica Superior, exigen la formación de un
profesional con dominio de las macrohabilidades lingüísticas básicas que le permitan desenvolverse
en las diferentes esferas de actuación, al saber expresarse, escuchar, leer y escribir, lo que
favorece el dominio de determinadas competencias,
entre ellas la ortográfica.
En este contexto, algunos estudiantes consideran que no poseer un buen dominio
ortográfico no constituye una barrera para desarrollar sus estudios profesionales, por lo que
pueden prescindir de estos conocimientos y auxiliarse de la computadora, la cual les facilita
la corrección sin necesidad del conocimiento de las reglas ortográficas. Estos criterios
errados conllevan a que los profesionales culminen sus estudios con una escasa cultura general,
cuya carta de presentación más visible sería la fuerza de la mediocridad.
Teniendo en cuenta que la ortografía de todas las palabras no se aprende mediante reglas,
y que existen palabras no sujetas a estas, se hace necesaria la aplicación de estrategias
que conduzcan hacia el dominio de este instrumento gráfico. Dichas estrategias deben dar
respuesta a los diversos problemas de forma personalizada.
Las reflexiones hasta aquí emitidas permiten insistir en que la ortografía no es tan solo un
conjunto de normas, sino que constituye además, un sistema de escritura en el que
tienen implicación otros procesos que le imprimen un carácter funcional y comunicativo, donde
la comprensión, el análisis y la producción de significados ocupan un lugar importante para
su tratamiento.
Por consiguiente, las inquietudes sobre este asunto han motivado la sistematización teórica
y metodológica de los fundamentos abordados por diversos autores, tales como
Alpízar,(1) Alonso,(2)Balmaseda,(3) Roméu(4) y Martín,(5) entre otros.
La competencia ortográfica como perspectiva de comunicación en las ciencias médicas
Para fundamentar lo que en este estudio se aborda, sería importante partir de las
definiciones que varios autores ofrecen acerca de la ortografía.
Según Alonso y
Ureña(2) "
es la recta escritura de las palabras. Por su extensión se
llama ortografía, además, al estudio sistemático de la escritura con todos sus signos tanto los
que representan sonidos como los que representan auxilios para la lectura". Por su
parte, Balmaseda(3) expresa que es la combinación exacta de los signos de la escritura, conforme
a códigos convencionales, históricos.
Para Roméu(4) es el subsistema integrado en el sistema de escritura que, resulta
indispensable tanto en el proceso de comprensión como de construcción de significados. Al respecto,
se podría añadir que contribuye a la consistencia y unidad gráfica del idioma, lo que
permite preservar la memoria histórica de los pueblos que lo hablan y defienden como expresión
de identidad y patrimonio cultural de una nación.
Martín(5) la define como la capacidad de respeto al código de la escritura. Este criterio se
adhiere, como aspecto importante, a la conciencia que debe poseer el individuo ante el acto de
escribir, a la actitud y aptitud ortográficas, que se adquieren y desarrollan durante toda la vida.
La Real Academia de la Lengua Española (RAE) considera el término como parte de la
gramática, que enseña a escribir correctamente por el acertado empleo de las letras y de los
signos auxiliares de la escritura.
En el análisis de estas definiciones existen puntos claves coincidentes que remiten a
concretar la ortografía como un sistema de normas convencionales adoptadas en una época
determinada, que provee la lengua escrita para asegurar su uniformidad y la permanencia de la
escritura. Trabaja sobre la sustancia gráfica, el uso del sistema grafemático, los signos de puntuación
y la acentuación. Tiene naturaleza morfosintáctica, léxica, fonemática y pragmática.
Lo anterior permite inferir que la ortografía, no es tan solo un conjunto de normas, sino
que constituye además, un sistema de escritura donde los procesos de comprensión y
construcción de significados son imprescindibles. A partir del enfoque cognitivo, comunicativo
y sociocultural, que revela la relación entre las dimensiones semántica, sintáctica y
pragmática del discurso, además debe concebirse vinculada a los procesos de comprensión y
producción textual.
Estos presupuestos guían hacia la arduamente discutida competencia ortográfica pero
cabría preguntarse ¿por qué este estudio se centra en estudiantes que ya han rebasado los
diferentes niveles de enseñanza?
La respuesta se basa en que los estudiantes de las carreras de ciencias médicas han
arribado a la universidad en una situación que motiva a explorar los argumentos ofrecidos por
ellos para justificar las opciones del sistema de grafías polivalentes empleadas en el lenguaje
escrito, en situaciones de interpretación y producción de textos escritos.
Además, a menudo se señala un progresivo deterioro en los parámetros de alfabetización y
en el empleo del lenguaje escrito en circunstancias comunicativas; sin embargo, la amplitud
del concepto de alfabetización y la diversidad de las situaciones comunicativas en la cultura
actual conducen a reformular el análisis acerca de la adquisición de las convenciones en el
sistema escrito.
Entre los problemas registrados se encuentra la inconsistencia ortográfica, dificultades en
la construcción sintáctica y en el empleo del sistema de los signos de puntuación,
evidenciados tanto en los materiales manuscritos como en los editados con procesador de textos.
También se registran inconvenientes en los denominados aspectos composicionales de la escritura,
que se advierten en la organización de los párrafos, el estilo, los registros discursivos, entre otros.
También se impone conocer si los estudiantes en este nivel están en condiciones de lograr
el nivel de competencia ortográfica deseado.
Martín(5) expresó que
"
la buena ortografía es un problema didáctico y puede
lograrse mientras haya disposición de enfrentarla, pero requiere de un colectivo consciente de
la necesidad, con la implicación de profesores y estudiantes, haciendo que estos últimos, con
la ayuda del profesor y el empleo de estrategias adecuadas de aprendizaje, logren alcanzar
de forma creativa, los hábitos y habilidades correctos en la escritura recta de las palabras
del vocabulario que poseen."
Resulta evidente entonces que no solo el problema es de carácter didáctico o pedagógico,
sino que también puede tener implicaciones neurolingüísticas, de carácter
actitudinal, procedimental, entre otras; pero el marco docente es el más idóneo para solucionar
tales deficiencias.
La competencia ortográfica según Bruner, citado por
Roméu,(4) es la capacidad o habilidad
de respeto al código de la escritura, una de las herramientas principales del intelecto.
Para Balmaseda(3) "en el binomio enseñanza-aprendizaje de la ortografía debe dominar
el análisis, la solución de problemas, la independencia cognoscitiva, sin menoscabo de
la interrelación profesor-alumno y alumno-alumno; en fin, métodos que contribuyan a
conseguir ese dinamismo que propenda a la actividad y una atracción por la materia que el
contenido por sí solo no lo consigue." Significa
Roméu(4) que el desarrollo de la competencia
ortográfica no ocurre de forma inesperada; por el contrario, es el resultado de un largo proceso que
se inicia bien tempranamente, para algunos, mucho antes de su arribo a la escuela y del
comienzo de su alfabetización, pues se asocia a la capacidad de emplear signos para representar
la realidad.
Toledo y Godoy(6) valoran que el tratamiento de la ortografía debe ir precedido de un
diagnóstico de cada uno de los estudiantes, con la finalidad de trazar estrategias diferenciadas, en aras
de desarrollar la competencia ortográfica.
Sobre la base de estas valoraciones se puede concluir que al hablar de competencia
ortográfica, no es posible dejar de referirse al conocimiento de las capacidades y habilidades ortográficas
que tienen un carácter precedente en los alumnos, las cuales deben alcanzarse en el grado
que se imparte y se desarrollarán con posterioridad, para esto evidentemente, el
diagnóstico de los estudiantes y la proyección posterior del tratamiento correctivo son indispensables.
García y León(7) exponen que "
la enseñanza-aprendizaje de la ortografía implica un
análisis didáctico, reflexivo y profundo en torno a toda una serie de conceptos psicológicos
relacionados con enseñar ortografía y aprenderla, aprender a enseñarla y aprenderla, insertado dentro
de un proceso comunicativo e interactivo." Basada en estos criterios,
Martín(5) conceptualiza la competencia ortográfica
como "
el conjunto integrado de conocimientos,
habilidades, capacidades y convicciones ortográficas que se manifiestan en el nivel de dominio de
las normas y el empleo óptimo y autorregulado del código escrito en cualquier contexto
situacional en que la comunicación tenga lugar, lo que se revela en el saber, saber aprehender, el
saber actuar de forma activa, reflexiva y valorativa en el uso correcto de la lengua escrita."
En esta intervienen principios de carácter cognitivo, metacognitivo, procedimentales
y actitudinales.(8,9) Dichos principios
remiten hacia las direcciones del proceso de
enseñanzaaprendizaje de la ortografía, que sustentada sobre los nuevos enfoques de la enseñanza de
la lengua, puede alcanzar niveles superiores del conocimiento ortográfico donde prevalezca
el desarrollo de capacidades, hábitos y habilidades regidos por la voluntad y la disposición
para enfrentar el problema por parte del alumno, quien hace suyos el conocimiento y
la responsabilidad de aspirar a una óptima competencia ortográfica, para lo cual no solo
se requiere de métodos correctos, sino también de conciencia, aptitud y actitud ortográficas.
Al asumir la definición de competencia ortográfica antes expuesta, a los efectos de este
trabajo, se hace necesario determinar las dimensiones que dicha definición abarca, de manera
que cualquiera de las estrategias asumidas por docentes y estudiantes para proceder al estudio
de la ortografía debe corresponderse con el rol que a cada uno le toca. Estas se concretan
en: saber (dimensión conceptual que abarca conceptos, leyes, principios y modos de
actuación), saber hacer (dimensión procedimental que implica habilidades, hábitos, destrezas
aplicados a los conceptos) y saber ser (dimensión actitudinal que recoge los valores
esenciales relacionados con el respeto hacia la lengua que se habla y escribe, que quien la conoce
la aplique adecuadamente a la producción de significados y aquel que tenga carencias se
esmere por acceder al conocimiento, con el fin de dignificar el idioma y la
cultura).(10)
No es pretensión de los autores de este artículo ofrecer rígidas propuestas para el trabajo
con la ortografía, mucho menos para estudiantes y profesores del nivel universitario; solo
brindar algunos elementos que conduzcan a una reflexión profunda y los remita a la búsqueda
de alternativas y estrategias como la metacognitiva que es una de las más provechosas,
pues mueve al estudiante hacia la búsqueda independiente del conocimiento al crear sus
propios medios para aprender.
Hay que partir del criterio de que no todas las palabras se aprenden mediante reglas, lectura
o práctica. Muchas se aprenden a través de la observación, la memorización, por derivación
o asociación con otras de la misma familia. La visualización y la memoria operan
activamente en la fijación de la
ortografía.(11,12)
Aun cuando las nuevas tecnologías han irrumpido favorablemente en el mundo a raíz
del desarrollo tecnológico existente, se considera que ha existido un deterioro en el llamado
hábito de lectura y de la atención a la ortografía de las
palabras,(13,14) por lo que sería necesario
tomar en cuenta algunas estrategias tradicionales, que de conjunto con las más actuales y
novedosas, contribuyan a fijar la atención del conocimiento ortográfico.
Consecuentemente, se debe prestar atención a los procesos informativos dirigidos a
pacientes, familiares y a la comunidad en general, en esencia lo referido a la redacción y las
normativas para el tipo de texto. El conocimiento de las tipologías textuales supone saber construir el
que se necesita, en el momento adecuado, conforme a las reglas y las características de cada
uno.(15,16)
Conocer por ejemplo que:
Una bolsa de localización difiere de un aviso.
Un buzón de quejas y sugerencias es distinto a una bolsa de localización.
Una pancarta informativa es diferente a un mural.
Una pancarta educativa difiere de una informativa.
Un protocolo de actuación es diferente a una propaganda
Por su parte,
Balmaseda(3) plantea que la ortografía debe tener una motivación objetiva
y subjetiva. La primera se basa en que el objeto de estudio debe ser atractivo, y en la
segunda, el alumno debe sentir la necesidad de aprender. Este carácter atrayente no se encuentra
solo en el contenido ortográfico, sino en la forma que está dada en la organización
y estructuración del material docente.
Trabajar en este sentido constituye una tarea prioritaria para los centros de educación
médica superior (CEMS), incluso haciendo énfasis en el componente caligráfico. En el quehacer
diario de los profesionales de la salud, redactar textos puramente científicos, tales como:
informes, preparación de presentaciones y discusiones de casos, historias clínicas, recetas
médicas, métodos, remisiones, certificados diagnósticos y terapéuticos, certificados de
defunción, evolución médica, hoja de cargo, orden para exámenes complementarios, entre otros, es una
tarea que forma parte de la vida social del profesional de la salud, textos que han de
construir y requieren de buena ortografía y caligrafía. Al respecto,
Balmaseda(3) expresó: "en tu ausencia
tus escritos hablan por ti", o sea, un escrito con buena caligrafía y ortografía es una
agradable carta de presentación.
Conclusiones
El proceso de enseñanza-aprendizaje debe conducir la reflexión hacia la búsqueda
constante de alternativas y estrategias, cognitivas y metacognitivas, donde prevalezca el desarrollo
de capacidades, hábitos y habilidades regidos por la voluntad y la disposición del alumno
para enfrentar el problema, haciendo suyos el conocimiento y la responsabilidad de aspirar a
la posesión de una óptima competencia ortográfica.
Los CEMS deben asumir estrategias para el estudio de la ortografía, donde intervengan
los protagonistas del proceso de enseñanza-aprendizaje (docentes y estudiantes) que
permitan, a partir de los nuevos enfoques de la enseñanza de la lengua, alcanzar niveles superiores
de desarrollo de la competencia ortográfica como parte de la formación integral de los futuros
profesionales de las ciencias médicas.
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