Artículo original
Modificaciones del trazado electrocardiográfico y la contractilidad cardíaca en pacientes con cardiopatía isquémica rehabilitados mediante ejercicio físico
Modifications of the electrocardiographic tracing and heart contractility in patients with ischemic cardiopathy rehabilitated by means of physical exercise
Dr. Ernesto Cartaya Ortiz1*
Dra. Lisset del Prado de la
Torre1
Lic. Dalgis León
Duharte2
1Policlínico Docente "28 de Septiembre", Universidad de Ciencias Médicas. Santiago de Cuba, Cuba.
2Facultad de Medicina No. 2, Universidad de Ciencias Médicas. Santiago de Cuba, Cuba.
*Autor para la correspondencia. Correo electrónico: ernestocartaya@infomed.sld.cu
RESUMEN
Se realizó una investigación descriptiva, longitudinal y prospectiva de 41 pacientes
con antecedentes de infarto agudo del miocardio, que formaron parte de un programa
de rehabilitación cardiovascular en el Servicio de Terapia Física y Rehabilitación del
Hospital General Docente "Dr. Juan Bruno Zayas Alfonso" de Santiago de Cuba, desde mayo de 2017
hasta igual mes de 2018, con vistas a evaluar el efecto del entrenamiento físico sobre la
función cardiovascular de estos. Se examinó la función cardiovascular a través del ecocardiograma y
el electrocardiograma, antes y después de aplicado el programa, y al final del estudio se
obtuvo una modificación positiva de las variables eco- y electrocardiográficas, con un mayor grado
de recuperación de la contractilidad segmentaria. Pudo concluirse que el programa tuvo un
papel importante en la restauración de la función cardíaca y, con ello, se mejoró la capacidad física
y psicológica de los pacientes, de manera que fue beneficioso para estos y para la sociedad.
Palabras clave: infarto del miocardio; electrocardiografía; contracción miocárdica; terapia
por ejercicio; ejercicio físico.
ABSTRACT
A descriptive, longitudinal and prospective investigation of 41 patients with a history of
acute myocardial infarction who were part of a program of cardiovascular rehabilitation in
the Service of Physical Therapy and Rehabilitation from "Dr. Juan Bruno Zayas Alfonso"
Teaching General Hospital in Santiago de Cuba was carried out from May, 2017 to the same month
in 2018, with the aim of evaluating the effect of the physical training on their
cardiovascular function. The cardiovascular function was examined through the echocardiogram and
the electrocardiogram, before and after the program was applied, and at the end of the study
a positive modification of the echocardiographical and electrocardiographical variables
was obtained with a higher degree of recovery of the segmental contractility. It could be
concluded that the program had an important role in the restoration of the heart function and, with it,
the physical and psychological capacity of the patients improved, so that it was beneficial for
them and for the society.
Key words: myocardial infarction; electrocardiography; myocardial contraction;
exercise therapy; physical exercise.
Recibido: 18/09/2018 Introducción
Se refiere(1) que hace 2 300 años un sabio médico ofreció la respuesta más simple a la
prescripción de ejercicios físicos: "Si todas las partes del cuerpo que tienen una función están
acostumbradas, se vuelven sanas, bien desarrolladas y envejecen más lentamente. Pero si no se usan y se
descuidan en la indolencia, se tornan propensas a enfermedades, defectuosas en su crecimiento y
envejecen rápidamente". Ese sabio fue Hipócrates. Métodos
Se realizó una investigación descriptiva, longitudinal y prospectiva en el Hospital General
Docente "Dr. Juan Bruno Zayas Alfonso" de Santiago de Cuba en el periodo comprendido desde mayo
de 2017 hasta igual mes de 2018. El universo estuvo constituido por 41 pacientes con
antecedentes de infarto agudo del miocardio que formaron parte de un programa de rehabilitación
cardiovascular en el Servicio de Terapia Física y Rehabilitación de dicho centro asistencial. Resultados
Todos los pacientes de la serie presentaban alteraciones electrocardiográficas antes de
comenzar el PRC, y después de este las anomalías habían desaparecido en los registros
electrocardiográficos de 6 pacientes, de manera que esta variable fue modificada tan solo en 14,6 %. Asimismo,
35 pacientes mantuvieron las alteraciones eléctricas luego de aplicada la rehabilitación física,
para 85,4 % del total. Discusión
En la actualidad, a pesar del desarrollo de las técnicas imagenológicas, perdura el empleo
del electrocardiograma, puesto que es un procedimiento poco costoso y de fácil realización, que
no requiere una gran complejidad técnica, y cuyo valor en el diagnóstico topográfico del
infarto miocárdico agudo y en la información que brinda sobre la magnitud del daño, lo constituyen en
la piedra angular para la toma de decisiones médicas ante pacientes con episodios coronarios
o arrítmicos.(3,10,11) Referencias bibliográficas
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Médicas; 2009. p. 1-122.
Aprobado:
11/12/2018
En la práctica médica actual se persigue prevenir las enfermedades y conseguirlo al mínimo
costo posible. Al respecto, la actividad física regular puede contribuir a alcanzar estos
objetivos, especialmente si se plantea como un hábito de vida saludable. La respuesta aguda al
ejercicio produce un aumento en las necesidades de
O2 y en la actividad simpática, lo cual representa
una situación de potencial riesgo, de modo que resulta necesario conocer el estado de
salud cardiovascular y, en su defecto, el comportamiento individualizado del que desea realizar
ejercicio físico.(1,2)
Cabe señalar que la enfermedad cardíaca, en cualquiera de sus cuatro formas básicas
(coronaria, valvular, miocárdica o congénita), puede alterar el intercambio de
O2 y CO2 durante la
actividad física. De hecho, las cardiopatías, a lo largo de su evolución, originan una disminución de la
capacidad funcional, que puede ser utilizada como método de evaluación; la pérdida de capacidad física
se debe básicamente a una disminución del gasto cardíaco, que no se incrementa
adecuadamente durante la actividad física por diversas causas. En el caso del paciente con cardiopatía
isquémica —en las formas clínicas dadas por la Organización Mundial de la Salud (OMS), que incluyen
paro cardíaco, angina de pecho, infarto agudo del miocardio, insuficiencia cardíaca y arritmias— el grado de afectación depende de la función sistólica y diastólica, así como de la gravedad
anatómica y funcional de las lesiones.(2,3)
La inestabilidad del aporte coronario a las necesidades miocárdicas de oxígeno es la
llamada insuficiencia coronaria, cuyas causas son múltiples, pero todas ellas actúan a través de
2 mecanismos: el aumento desproporcionado de las necesidades miocárdicas de oxígeno en
presencia de un árbol coronario normal o una reducción del flujo sanguíneo por afección de los
vasos coronarios. Ambos mecanismos llevan a la necrosis o destrucción de una zona del miocardio
o músculo del corazón, lo que se define como infarto agudo del miocardio
(IMA).(3,4)
Durante el ejercicio aumentan las necesidades metabólicas que deben ser satisfechas
especialmente a través del aumento del gasto cardíaco, donde el corazón es el órgano que soporta una
mayor sobrecarga y notables modificaciones por dicha práctica, hasta alcanzar, en un
momento determinado, la adaptación cardiovascular al ejercicio; esta última no es más que el conjunto
de transformaciones derivadas de la práctica de una actividad física de suficiente intensidad
y frecuencia.(2,5,6)
Los programas de rehabilitación cardíaca (PRC) son sistemas de actuación multifactorial,
que fueran aconsejados por la OMS en los años 60 del pasado siglo, y han sido definidos como el
"conjunto de actividades necesarias para asegurar a los cardiópatas una condición
física, mental y social óptima que les permita ocupar por sus propios medios un lugar tan normal como les sea
posible en la sociedad"; se indica fundamentalmente si existe cardiopatía isquémica, pero es
aplicable ante todo tipo de enfermedad
cardiovascular.(6,7)
Los procedimientos de rehabilitación cardíaca en los pacientes que han padecido un
infarto coronario agudo están relacionados con el pronóstico y el riesgo subsecuente de presentar
nuevos infartos; dichos procedimientos disminuyen la morbilidad y la mortalidad, al optimizar la
capacidad funcional, el perfil psicológico y la calidad de vida. En cuanto a las contraindicaciones, se
han reducido con el paso del tiempo gracias al mejor conocimiento de los resultados y
peligros inherentes a la práctica del ejercicio, de manera que en la actualidad son consideradas
como absolutas los aneurismas disecantes de aorta y las obstrucciones graves del tracto de salida
del ventrículo izquierdo no quirúrgicas; en tanto, otras afecciones son consideradas como relativas
y temporales en la mayoría de los casos, a saber: arritmias graves, persistencia del dolor
anginoso, insuficiencia cardíaca, pues desaparecerán cuando se controle el proceso, aunque en
muchos pacientes será obligatorio realizar un seguimiento muy
cuidadoso.(8)
En resumen, la prescripción de ejercicios físicos, como la de cualquier fármaco o dieta, debe
basarse en un buen conocimiento de los beneficios y riesgos, así como en la individualidad del
paciente para el que se prescribe. Cuando se realiza así, los beneficios son máximos.
Sobre la base de los planteamientos anteriores, se decidió evaluar el efecto de un programa
de rehabilitación física sobre el trazado electrocardiográfico en pacientes con cardiopatía
isquémica, examinados antes de ser incluidos en el programa y cuyos riesgo y pronóstico deben ser
valorados antes del alta hospitalaria o bien en el momento previo a la rehabilitación. Igualmente, se
debe estudiar los antecedentes de cada paciente, su evolución durante la fase aguda de la enfermedad
y los resultados de las pruebas valorativas y exploraciones que se crea conveniente
practicar individualmente.(2,3,9)
El dato primario fue extraído de las historias clínicas y se introdujo en un modelo de planilla
creado a los efectos. En el procesamiento estadístico se empleó el porcentaje como medida de resumen
y se aplicó la prueba de McNemar para determinar el nivel de significación de probabilidad
asociada, con un nivel de confianza de 95 % (p<0,05).
A los pacientes se les realizó anamnesis, examen físico completo y pruebas complementarias,
que proporcionaron los fundamentos necesarios para el estudio. La evaluación se llevó a cabo
mediante el ecocardiograma y el electrocardiograma (ECG), antes y después de la aplicación del
programa terapéutico.
La frecuencia del ejercicio físico fue de 4-5 días a la semana, con una duración de 45-60
minutos por día, según lo recomendado en el Programa Nacional de Rehabilitación Cardiovascular.
También fue necesario conocer cuáles eran las alteraciones eléctricas predominantes para
definir en qué momento evolutivo se encontraban. Así, se obtuvo una preponderancia de las
alteraciones de la onda Q en 73,2 % de los pacientes, lo que superó en 1,6 veces las anomalías de la onda T,
que figuraron en 43,9 %. No existieron alteraciones del segmento ST.
Según el trazado eléctrico específico correspondiente a cada fase de desarrollo del IMA, al
finalizar el PRC 85,4 % (35 pacientes) presentaba un trazado eléctrico indicativo de infarto antiguo,
mientras que 14,6 % (6) mostró un trazado eléctrico normal. Es importante señalar que ningún
paciente mantuvo un trazado eléctrico patológico.
En el ecocardiograma inicial las alteraciones de la contractilidad segmentaria (motilidad)
se encontraron en 97,6 % (40 pacientes); esta variación fue la más frecuente en el grupo
estudiado. Por su parte, las alteraciones de la contractilidad global se observaron en un menor
porcentaje, con 26,8; sin embargo, no por ello este fue menos significativo.
Consecuentemente se deseó conocer el grado de adaptación alcanzado por los pacientes al
terminar el programa, utilizando las variables ecocardiográficas medidas con anterioridad. En la figura
se muestra que dichas variables se modificaron positivamente, con un mayor grado de
recuperación de la contractilidad segmentaria.
Las manifestaciones eléctricas aportadas por el electrocardiograma son diferentes en
cada momento evolutivo del IMA; pueden ser detectadas 3 fases importantes en su desarrollo:
isquemia, lesión y necrosis, que se suceden ininterrumpidamente en corto tiempo. Resulta significativo
que en ninguno de los pacientes se presentaron alteraciones del segmento ST. Con estos datos fue
fácil ubicar a los integrantes de esta casuística en la etapa de necrosis.
Además, desde el punto de vista evolutivo, pueden definirse cuatro etapas en el desarrollo del
infarto agudo del miocardio, que se inicia con el llamado infarto precoz, al que le continúan el
infarto agudo, infarto reciente e infarto antiguo; la evolución a largo plazo trae consigo una
significativa desaparición de los criterios electrocardiográficos del
IMA.(1,2,11)
Entonces, si las alteraciones eléctricas registradas dependen del momento en que se realiza el
ECG con respecto al inicio de los síntomas, y varían de paciente a paciente, la persistencia de un
trazado eléctrico anómalo, que no se corresponda con el trazado eléctrico definido o conocido como
normal, no obligatoriamente es signo de una alteración
funcional, sino la huella de un proceso
patológico ya superado.
Al analizar detenidamente los datos, se determinó que ni los pacientes con infarto antiguo ni
los que mostraban un trazado eléctrico normal habían presentado alteraciones
electrocardiográficas que se correspondieran con la isquemia aguda; o sea, no existió un trazado eléctrico patológico
en ninguno al finalizar el programa de rehabilitación cardíaca.
El resultado anterior constituyó un logro, pues indica el beneficio del ejercicio físico en la
prevención de episodios isquémicos secundarios, es decir, la llamada prevención secundaria de la
cardiopatía isquémica. Se infiere, entonces, que el paciente en su evolución ha alcanzado un grado de
adaptación fisiológica, con un nivel de compensación en su capacidad funcional, que le permite obtener
los mejores resultados físicos, mentales y sociales, de manera que disfrute de una vida activa
y productiva en la comunidad. Puede afirmarse, así, que el ejercicio físico, más que garantizar
la curación del daño existente, previene la ocurrencia de nuevos
daños.(13)
La utilidad de la ecocardiografía para identificar y establecer el pronóstico durante el examen
del paciente con cardiopatía isquémica resulta un hecho establecido hoy día y que ha sido
demostrado. Su capacidad para la evaluación completa del sistema cardiovascular, tanto en el aspecto
estructural como en el funcional y hemodinámico, conduce a su uso en la valoración del paciente
con cardiopatía isquémica.(11,12)
Resulta oportuno destacar que la cardiopatía isquémica trae aparejados cambios celulares
muy complejos que incluyen modificaciones en la regulación del calcio, en la estructura y
el funcionamiento del aparato contráctil y de los
miocitos.(2,3,12)
En el presente estudio se observó un mayor grado de recuperación de la contractilidad
segmentaria, que, según el criterio de los autores, pueda ser el resultado de las adaptaciones
morfofuncionales que ocurren cuando se utiliza el entrenamiento físico supervisado, donde se precisa que el
sistema cardiovascular mantenga una perfusión que corresponda al incremento de las
demandas energéticas. La repetición continuada de un tipo de ejercicio provoca un incremento del
gasto cardíaco, proporcional a la intensidad del ejercicio, lo que lleva a la remodelación morfológica
y funcional característica del corazón en un individuo bajo entrenamiento; este
órgano probablemente es el que soporta una mayor sobrecarga durante la práctica de ejercicio físico
y, por ello, sufre notables modificaciones. Estos cambios relativamente estables en el tiempo
(aumento del gasto cardíaco y del consumo de
O2, incremento del retorno venoso, aumento de la
contractilidad del miocardio y disminución de las resistencias periféricas), derivados de la realización de
una actividad física de suficiente intensidad y frecuencia, suponen una mejora funcional del
corazón enfermo y representan lo que se define como adaptaciones cardíacas al
entrenamiento.(3,13,14)
De esta forma quedaría explicada la presencia de las alteraciones de la motilidad en la mayoría
de los pacientes de esta investigación, así como de la hiperquinesia de los segmentos no
isquémicos que pueden compensar la disfunción y mantener la fracción de eyección global normal, lo cual
es el resultado de las adaptaciones morfofuncionales que ocurren cuando se utilizan los
ejercicios físicos bien planificados y dosificados para aumentar la capacidad funcional del organismo, y
que obliga al sistema cardiovascular a mantener un aporte de oxígeno adecuado al aumento de
la demanda metabólica.(2,3,15)
Los programas de entrenamiento físico producen una mejoría en la capacidad funcional
debido a un incremento de la capacidad de extracción de oxígeno por los músculos que se entrenan, o sea,
al aumento del flujo sanguíneo y la vasodilatación muscular, y la consecuente mejoría de la
capacidad oxidativa del músculo esquelético entrenado y el aumento de la tolerancia celular a la acidosis.
Se produce, además, un aumento en el número y tamaño de las mitocondrias, que
permiten mejorar la captación de oxígeno por los tejidos y,
con ello, aumentar el rendimiento y optimizar la
forma física.(12,14,15)
Para dar por concluido, los programas de rehabilitación cardíaca integral o de ejercicio
programado, bajo consejo y control médico, mejoran la capacidad física de los pacientes, refuerzan su
estado psicológico, aumentan el umbral de presentación de anginas y arritmias y ayudan a la
normalización de la vida social, laboral y sexual, con la reducción de la mortalidad global por cardiopatía
isquémica. Con el entrenamiento físico pueden recuperarse los pacientes con cardiopatías
coronarias, independientemente del tamaño del infarto previo o de la gravedad de la disfunción ventricular.
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