Artículo original
Efecto de la rehabilitación física sobre la tensión arterial y la frecuencia cardíaca en pacientes con infarto del miocardio
Effect of the physical rehabilitation on blood pressure and the heart frequency in patients with acute myocardial infarction
Dra. Lisset María del Prado de la
Torre1* https://orcid.org/0000-0001-5581-0076 1Policlínico Docente 28 de Septiembre, Universidad de Ciencias Médicas. Santiago de Cuba, Cuba. *Autor para la correspondencia. Correo electrónico: lissetmaria@infomed.sld.cu
RESUMEN ABSTRACT Recibido: 21/02/2019 Introducción
Numerosos estudios epidemiológicos llevados a cabo en las últimas cuatro décadas, han
demostrado los efectos negativos de la inactividad física, así como los beneficios que representa la
práctica regular de ejercicios para la salud en
general.(1,2) Métodos
Se realizó un estudio descriptivo, longitudinal y prospectivo de 41 pacientes con
cardiopatía isquémica que sufrieron infarto agudo del miocardio y realizaron ejercicios físicos como
parte del tratamiento en el Servicio de Terapia Física y Rehabilitación del Hospital General Docente
Dr. Juan Bruno Zayas Alfonso de Santiago, desde mayo de 2017 hasta igual mes de 2018. Para
la evaluación se utilizaron las variables tensión arterial y frecuencia cardíaca. Resultados
Antes de la aplicación del programa de rehabilitación cardíaca (tabla 1), predominaron los
pacientes con cifras tensionales comprendidas en el rango de prehipertensión arterial (48,7 %),
seguidos por los considerados hipertensos (41,5 %) y por los de tensión normal (9,8 %). Al finalizar
la rehabilitación, el número de afectados en el rango de la normalidad aumentó significativamente
a 82,9 % y solo 17,1 % se incluyeron en la categoría de prehipertensión. Resulta importante
señalar que ningún paciente se mantuvo con presión arterial alta. Al final del PRC la frecuencia cardíaca aumentó, lo cual se atribuye al incremento tanto del
número de repeticiones de cada ejercicio como de la duración de las sesiones (de 15-45 minutos),
pues como bien se conoce, a mayor carga de trabajo, mayor es la FC máxima alcanzada; sin embargo,
a pesar del aumento de esta al final de la rehabilitación, este no es proporcional al aumento de
la carga, como se muestra en la figura. Discusión
La hipotensión en pacientes con infarto agudo del miocardio puede deberse a una
disminución del llenado ventricular o a la pérdida de fuerza contráctil atribuible a un infarto masivo.
Muchas veces se debe al reducido retorno venoso por hipovolemia, especialmente en enfermos que
reciben tratamiento intensivo con diuréticos de asa, pero puede reflejar un infarto ventricular
derecho. Por tanto, los hallazgos de este estudio coinciden con lo descrito en la bibliografía
revisada.(9,10) Referencias bibliográficas
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CienciasMédicas; 2009.p.1-122.
Dr. Ernesto Cartaya Ortiz1 https://orcid.org/0000-0003-1156-2247
Lic. Dalgis León Duharte2 https://orcid.org/0000-0002-3413-0167
Lic. Liudmila Magdariaga González2 https://orcid.org/0000-0002-7442-4987
2Facultad de Medicina No. 2, Universidad de Ciencias Médicas. Santiago de Cuba, Cuba.
Introducción: Numerosos estudios epidemiológicos efectuados en las últimas cuatro
décadas han demostrado los efectos negativos de la inactividad física, así como los beneficios
que representa la práctica regular de ejercicios para la salud en general.
Objetivo: Evaluar el efecto de la terapia física sobre la tensión arterial y la frecuencia
cardíaca en pacientes con cardiopatía isquémica que sufrieron infarto agudo del miocardio.
Métodos: Se realizó un estudio descriptivo, longitudinal y prospectivo de 41 pacientes
con cardiopatía isquémica que sufrieron infarto agudo del miocardio y realizaron ejercicios
físicos como parte del tratamiento rehabilitador en el Servicio de Terapia Física y Rehabilitación
del Hospital General Docente Dr. Juan Bruno Zayas Alfonso de Santiago de Cuba, desde mayo
de 2017 hasta igual mes de 2018, para lo cual se utilizó
una planilla de recolección de datos durante cada sesión del programa de
rehabilitación.
Resultados: La tensión arterial y la frecuencia cardíaca basal tuvieron una tendencia a
la disminución y durante la actividad física aumentaron dentro de los límites aceptados
como fisiológicos, lo que demostró una buena respuesta ionotrópica.
Conclusiones: El programa de rehabilitación cardiovascular empleado mejoró la
capacidad funcional de los afectados luego del infarto del miocardio.
Palabras clave: infarto agudo del miocardio, terapia física, frecuencia cardíaca, tensión arterial.
Introduction: Numerous epidemiological studies carried out in the last four decades
have demonstrated the negative effects of the physical inactivity, as well as the benefits that the
regular practice of exercises represents for health in general.
Objective: To evaluate the effect of physical therapy on arterial tension and the heart
frequency in patients with ischemic heart disease who suffered acute myocardial infarction.
Methods: A descriptive, longitudinal and prospective study of 41 patients with
ischemic heart disease that suffered acute myocardial infarction and carried out physical exercises as
part of the rehabilitative treatment in the Service of Physical Therapy and Rehabilitation of Dr.
Juan Bruno Zayas Alfonso Teaching General Hospital in Santiago de Cuba was carried out from
May, 2017 to the same month of 2018, for which a schedule for gathering data was used during
each session of the rehabilitation program.
Results: The arterial tension and the basal heart frequency had a tendency to decrease and
during the physical activity they increased within the limits accepted as physiologic, what
demonstrated a good ionotropic response.
Conclusions: The used program of cardiovascular rehabilitation improved the functional
capacity of those affected after the myocardial infarction.
Key words: acute myocardial infarction; physical therapy; heart frequency; arterial tension.
Aprobado: 18/06/2019
En un principio, el sedentarismo, grado menor y más frecuente de la inmovilidad, reduce la
capacidad funcional, de manera que la capacidad
reducida del sistema musculoesquelético produce
debilidad y atrofia por desuso, que finalmente conducirán a la reducción de la resistencia,
al desacondicionamiento cardiovascular y a la
osteoporosis.(3)
Hoy día, las enfermedades cardiovasculares constituyen la primera causa de muerte
y, específicamente la enfermedad cerebrovascular isquémica y la enfermedad isquémica del
corazón, son los grupos más importantes que contribuyen a la tasa de mortalidad general; ambos son
causa de incapacidad en etapas tempranas de la vida, cuando el individuo aún es útil a la sociedad,
pero es frecuente encontrar pacientes que después de un evento isquémico agudo, consideran
terminada su existencia y disminuyen su calidad de
vida.(4)
Generalmente, los pacientes con antecedentes de infarto agudo del miocardio no quieren
renunciar a la actividad física o deportiva que realizaban previamente, pero es indudable que
muchas cardiopatías pueden beneficiarse con un plan de ejercicio físico, que deberá efectuarse con
un riesgo mínimo para el paciente, para lo cual es necesario el conocimiento de los procesos
adaptativos cardíacos al esfuerzo, así como la valoración personalizada de la enfermedad y
la prescripción adecuada del plan de entrenamiento en función de la enfermedad
existente.(1)
Actualmente, algunos
autores(1,3) refieren que los programas de entrenamiento físico
disminuyen la mortalidad de los pacientes con enfermedad cardiovascular y que aquellos con infarto agudo
del miocardio no complicado son los más indicados para la movilización precoz, que puede
comenzar desde el primer día en la unidad coronaria.
El criterio de considerar la morbilidad y la mortalidad como únicos puntos finales de los
estudios de rehabilitación cardíaca ha ido evolucionando y, en la actualidad, se considera como un
método de intervención social, dirigido a mejorar la calidad de vida de los pacientes con
afectación cardíaca.(3)
El principal objetivo de la rehabilitación es lograr la completa integración social del paciente, a
fin de mejorar no solo los aspectos físicos, sino también los psicológicos, socioeconómicos y
laborales, de manera que para lograrlos se debe actuar de forma multidisciplinaria con
programas multifactoriales.(2,4)
Se conoce que el entrenamiento físico, como parte de los programas de rehabilitación
integral aminoran o reducen parcialmente la aterosclerosis coronaria. Entre los múltiples factores
que contribuyen directa o indirectamente al efecto antiaterosclerótico figuran el incremento del
flujo en la pared arterial durante el ejercicio, con mejoría de la función endotelial y la síntesis, así
como la liberación y duración de la acción del óxido nítrico, el cual genera la vasodilatación
dependiente del endotelio e inhibe diversos procesos que participan en la aterogénesis y la
trombosis.(5,6)
Los programas de rehabilitación cardíaca (PRC) están destinados a la población con alto riesgo
de desarrollar un nuevo evento coronario y constituye el esfuerzo multidisciplinario más
completo para adquirir una actitud preventiva, a fin de mejorar la calidad de vida y reducir el riesgo
de muerte a causa de ello.(1,2,4)
La rehabilitación cardíaca provee una oportunidad única y altamente costo-efectiva de educar
al paciente inmediatamente después de un episodio mórbido coronario en los aspectos
preventivos más importantes e iniciar progresivamente a dicho paciente a un nivel de actividad física
más apropiada para su reincorporación social y beneficio a largo
plazo.(7,8)
Teniendo en cuenta que muchos de los pacientes estudiados padecen hipertensión arterial
(HTA) y cumplen con la terapia farmacológica que reducen las cifras tensionales, los autores se
propusieron conocer si a pesar del tratamiento previo, la práctica de ejercicios físicos logró contribuir a
la disminución de las cifras de tensión arterial o al mantenimiento de estas dentro de los
límites fisiológicos, y si en alguno de ellos se disminuyeron las dosis de los medicamentos hipotensores
o dejaron de formar parte del tratamiento.
Sobre la base de los planteamientos anteriores, se decidió evaluar la
influencia de la terapia física sobre la presión arterial y la frecuencia cardíaca (FC) en pacientes con antecedentes de
infarto agudo del miocardio que se encuentran en rehabilitación.
El dato primario se extrajo de las historias clínicas y se introdujo en un modelo de planilla creado
a los efectos.
La rehabilitación se realizó con una frecuencia de 3 veces por semana durante una hora,
previa clasificación de los pacientes en los correspondientes niveles de riesgo. Las sesiones
incluyeron un período de calentamiento y el tipo de ejercicio predominante fue el aeróbico. La intensidad
se determinó según los datos obtenidos inicialmente y los ejercicios se incrementaron en función
de la respuesta del paciente al entrenamiento. Se realizó una evaluación individual antes y
después de aplicado el programa terapéutico.
Se evaluó, además, la tensión arterial media al inicio y al final de cada sesión terapéutica
tomando como referencia la primera semana del programa de rehabilitación, donde el individuo aún no
se encontraba entrenado (antes) y la última semana de este programa, donde ya existía el efecto
del entrenamiento (después).
En el procesamiento estadístico se empleó el porcentaje como medida de resumen y se aplicó
la prueba de McNemar para determinar el nivel de significación de probabilidad asociada, con
un nivel de confianza de 95 % (p<0,05).
En la casuística se observó una indudable mejoría de la tensión arterial media como resultado de
la rehabilitación, pues antes de aplicado el programa de ejercicios el promedio de las cifras
tensionales fluctuaba entre 105- 125 mmHg al inicio y al final de cada sesión; sin embargo, después
del entrenamiento estas oscilaban entre 83,3- 98,3 mmHg en iguales momentos, a pesar de que se
fue aumentando la carga de trabajo.
En cuanto a las modificaciones de la frecuencia
cardíaca, en la tabla 2 se muestra que la mayoría
de los pacientes (85,4 %) se encontraban en el rango de la normalidad correspondiente a
81100 latidos/minuto, lo cual se modificó a lo largo de la aplicación del programa rehabilitador
hasta alcanzar el mayor porcentaje al final del estudio, con cifras de 60-80 latidos/minuto (82,9 %).
Por otra parte, la frecuencia cardíaca media alcanzada en la carga máxima fue de 119,7 latidos por
minuto al principio; no obstante el aumento de la carga de trabajo, dicha frecuencia solo aumentó hasta
135,2 latidos/minuto cuando el valor teórico que debió alcanzar es mucho mayor. A pesar del aumento
significativo de la carga máxima en 4 veces, la FC aumentó tan solo en 1,2 veces su valor, lo que evidencia los
beneficios del PRC en estos pacientes.
Resulta oportuno resaltar que una vez aplicada la rehabilitación cardiovascular, todos los
integrantes del estudio quedaron incluidos en los grupos con límites normales de tensión arterial y
de prehipertensión. Teniendo en cuenta que la clasificación utilizada es un pronóstico, los
valores tensionales de estos 2 grupos podrían considerarse como de bajo riesgo de sufrir
remodelado circulatorio negativo y, por tanto, se concluye que la presión arterial se modificó
favorablemente después de la práctica sistemática de ejercicio físico.
El mecanismo fisiológico por el cual disminuye la presión arterial con el ejercicio no es
único, pues se imponen modificaciones hemodinámicas y la disminución de la secreción de
catecolaminas asociadas con otros factores de la actividad física como es la reducción de peso, la restricción
del consumo de sal, así como el abandono del alcohol y el tabaco, entre
otros.(1,8,11)
Cuando las respuestas fisiológicas cardíacas al ejercicio físico se ponen en función con
una intensidad, duración y frecuencia suficientes producen un efecto observable y medible
llamado efecto de entrenamiento.(12,13,14)
Por otra parte, la tensión arterial fue una variable que se midió antes y después de cada
sesión terapéutica, de manera que en ambos momentos se encontraron diferencias entre las cifras.
En todo este proceso, lo interesante fue la disminución de esta desigualdad según los pacientes
fueron alcanzando mayor grado de entrenamiento.
Otros
autores(1,12,14) han encontrado que a pesar de que el corazón realiza un mayor trabajo,
lo hace con aproximadamente la misma presión arterial sistólica e, incluso, disminuye en el caso
de la diastólica, lo que indica la disminución de la resistencia periférica, mediada
fundamentalmente por el aumento de la diferencia arteriovenosa de oxígeno; también se reducen las
catecolaminas plasmáticas en enfermos coronarios entrenados, así como la función fundamental de
los mecanismos de autorregulación local del flujo sanguíneo.
Los valores alcanzados ponen de manifiesto los efectos beneficiosos de la práctica de
ejercicios físicos como parte del tratamiento a pacientes cardiópatas isquémicos, que muestran una
evidente disminución de los valores de tensión arterial como resultado del
entrenamiento, independientemente del uso de la terapia farmacológica para su control.
Con la aplicación del PRC y a través de la variación de la frecuencia cardíaca, se puede conocer
la respuesta ergonotrópica del corazón y la influencia positiva del ejercicio físico, puesto que
la disminución de la FC inducida por el ejercicio en el individuo entrenado, es expresión de la
mayor capacidad de bombeo por parte del corazón y se manifiesta con el aumento sustancial del
volumen de expulsión y de la regulación neurovegetativa vagal.
Se plantea que en pacientes con entrenamiento físico, la FC disminuye tanto en reposo como
con ejercicios submáximos, pero la FC máxima alcanzada será la misma o quizás aumente algo con
un incremento de trabajo y volumen de oxígeno, a lo que también se añade que el tiempo
de recuperación de los valores de la FC basal, dependen de la intensidad del esfuerzo y el nivel
de entrenamiento.(9,11,14)
En relación con los datos obtenidos, resulta oportuno destacar que el aumento de la
frecuencia cardíaca produce un efecto inotrópico positivo y aumenta la velocidad de relajación; en tanto,
el entrenamiento aeróbico a largo plazo causa una bradicardia sinusal que en reposo
es aproximadamente de 15-20 latidos por minuto menos que en personas que no han
realizado entrenamiento. Se considera, además, que es consecuencia de la actividad nerviosa vegetativa
y es probable que se deba a un predominio de la actividad parasimpática con reducción de la
actividad simpática. En resumen, la frecuencia cardíaca máxima puede ser reducida con el
entrenamiento aeróbico y se ha atribuido a cambios en el control autonómico, al incremento del volumen
sistólico y a la disminución de las catecolaminas
circulantes.(1,9,12,15)
El programa de rehabilitación cardiovascular empleado mejoró la capacidad funcional de
los afectados luego del infarto del miocardio.
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