Artículo de revisión
La reemergencia del dengue: un gran desafío para el sistema sanitario latinoamericano y caribeño en pleno siglo XXI
Reemergence of dengue: a great challenge for the health Latin American and Caribbean system, in the middle of XXI century
Dr. Osmany Enrique Tamayo Escobar1* https://orcid.org/0000-0003-3823-8527 1Centro de Investigaciones Médico Quirúrgicas (CIMEQ). La Habana, Cuba. *Autor para la correspondencia. Correo electrónico: otescobar@infomed.sld.cu
RESUMEN
Dra. Tania María García
Olivera1 https://orcid.org/0000-0003-0366-7663
Dra. C. Nilia Victoria Escobar
Yéndez2 https://orcid.org/0000-0001-5327-2294
Dr. C. Daniel González Rubio3 https://orcid.org/0000-0002-0093-9531
Dr. C. Osvaldo Castro Peraza3
https://orcid.org/0000-0002-7208-099X
2Hospital General Docente Dr. Juan Bruno Zayas Alfonso, Universidad de Ciencias Médicas.
Santiago de Cuba, Cuba.
3Instituto de Medicina Tropical Pedro Kourí. La Habana, Cuba.
Se efectuó una revisión actualizada sobre el dengue, fundamentalmente centrada en los países
de la Región, teniendo en cuenta de que se trata de una enfermedad infecciosa reemergente,
que continúa representando un problema de salud pública a escala universal, cada vez más común
y disperso en áreas tropicales y subtropicales, debido a sus condiciones demográficas y climatológicas.
Palabras clave: dengue; Aedes aegypti; hidratación intravenosa, enfermedad
infecciosa reemergente.
ABSTRACT Recibido: 19/10/2018 Introducción
El dengue es una enfermedad viral de creciente importancia para la salud humana, de manera
que el conocimiento de los patrones espaciales de la infección aguda causada por el virus dengue
(DENV) y transmitida mediante la picadura de la hembra del mosquito del género Aedes, especialmente de la especie aegypti, resulta esencial para comprender la dinámica de propagación de esa
arbovirosis y orientar estrategias de prevención eficaces contra su distribución
epidémica.(1)
Consideraciones generales y específicas sobre el dengue
Antecedentes
Durante las últimas 3 centurias se han producido regularmente brotes por dengue,
principalmente en regiones tropicales y subtropicales de todo el planeta; sin embargo, aunque el primer
informe oficialmente registrado sobre esta enfermedad viral data de 1635 en las Indias
Francesas Occidentales, se sabe que la referencia más antigua de un proceso compatible con esa
infección corresponde a China, donde fue descrito en 992
d.n.e.(7) Situación epidemiológica mundial
Cada 10 años, el promedio anual de casos informados a la Organización Mundial de la
Salud (OMS)(12)continúa creciendo de manera alarmante; sin embargo, más de 70 % de la población
en riesgo de contraer la infección en el orbe, vive en estados miembros de Asia Suroriental y
Pacífico Occidental, donde hasta septiembre de 2015 se habían notificado 225 062 portadores (de
ellos, 518 fallecidos), aunque en Malasia, Filipinas y Vietnam se comunicaron las mayores cifras
de infectados por esa causa y defunciones.(13) Situación epidemiológica en Cuba
Desde el último brote descrito en 1945, un estudio epidemiológico nacional realizado en
1975, reveló una baja prevalencia de anticuerpos contra el DENV en la población cubana y un
bienio después fue introducido el virus DEN 1 en la Región, inicialmente en Jamaica y a partir de
ese territorio en Cuba.(18) Unos pocos años más tarde (1981) se documentó en el país la
primera epidemia de dengue, con un pequeño brote en La Habana; pero
en 2001 y 2002 se presentó otro de mayor magnitud en la capital, generado por el DEN 3, que se propagó rápidamente a toda
la provincia y causó la muerte de 3 adultos infectados. Además, se produjeron algunas
transmisiones locales en cinco provincias del país para un total general de 14 443 casos confirmados y 81
casos de FHD/SCD.(19,20) Otros brotes han afectado al país en los años posteriores hasta la fecha.
Características del virus
Los virus del dengue pertenecen al género Flavivirus, de la familia Flaviviridae, que agrupa más o menos a 70 especies. Hasta hace poco tiempo existían 4 serotipos relacionados
serológicamente, pero antigénicamente distintos, designados como DEN 1, DEN 2, DEN 3 y DEN 4;
pero recientemente se publicó el hallazgo del DEN 5 en un paciente tailandés, confirmado
mediante pruebas serológicas.(21) Ciclo de transmisión
El dengue es una enfermedad de transmisión vectorial, aunque se han señalado otras vías
de contagio de menor importancia epidemiológica.
Los diferentes serotipos del DENVson
contraídos por las personas mediante picaduras de mosquitos del género Aedes aegypti infectados. Patogenia
En 1987, Kourí et
al(11) publicaron su hipótesis integral sobre la aparición de las formas graves
de la enfermedad, aunque anteriormente se habían formulado otros postulados patogénicos
para explicarlas. Clasificación del dengue
En 1975, la OMS propuso una clasificación para pacientes con dengue, modificada en 1997,
que resultó ser de indiscutible validez, fundamentalmente en los inicios de la pandemia, pues
dividía las infecciones sintomáticas en 2 categorías principales: fiebre del dengue (dengue
clásico), enfermedad febril aguda usualmente acompañada de síntomas constitucionales prominentes;
y fiebre hemorrágica del dengue/síndrome de choque por dengue (dengue hemorrágico),
proceso morboso caracterizado por aumento de la permeabilidad vascular y alteraciones de la
hemostasia, que podía progresar hasta el choque hipovolémico. No obstante, la expansión global de la
infección modificó el panorama epidemiológico en relación con la edad, la etnia y el estado inmunológico
de la población afectada, de modo tal que a principios del siglo XXI, un número creciente de
expertos comenzó a cuestionar ese esquema tradicional en términos de aplicabilidad, complejidad
y utilidad.(25) Cuadro clínico
El dengue es una infección sistémica y dinámica; todos los serotipos del virus son capaces
de producir síntomas y signos, que se modifican con el paso de los días y en algunos pacientes
se agravan súbitamente. Evolución
Después del período de incubación (3 a 14 días), el proceso infeccioso comienza abruptamente
y suele transitar evolutivamente por 3 etapas clínicas: febril, crítica y de
recuperación.(27) Formas clínicas
Contemplan la infección asintomática, que es lo más frecuente y cuya importancia estriba en
que las personas infectadas no presentan síntomas y signos, pero sí pueden contagiar a
otras, complejizando la situación epidemiológica y dificultando el control de las epidemias, así como
la fiebre indiferenciada, que en estos casos constituye la única manifestación clínica, lo
cual imposibilita a menudo identificar la causa del síndrome
febril.(22) - Dolor abdominal intenso y mantenido en hipocondrio derecho, que puede incluso
simular un cuadro de abdomen agudo, atribuible al engrosamiento súbito de la pared de la
vesícula biliar por extravasación de plasma hacia las zonas pararrenales, que irrita los plexos
nerviosos presentes en la región
retroperitoneal. Una vez que aparecen los signos de alarma, se impone iniciar la reposición de líquidos por
vía intravenosa con soluciones cristaloides, a razón de 10 mL/kg en 1 hora y luego ir reduciendo
el volumen en consonancia con la respuesta del paciente, cuya evolución clínica será
determinante para que permanezca ingresado en salas de Medicina o sea remitido a las de cuidados
intermedios o intensivos debido a cuadros clínicos graves determinados por:
Extravasación grave o intensa de plasma que conduce a: Diagnóstico
El diagnóstico rápido y certero del dengue es vital para la vigilancia epidemiológica, el
tratamiento de los pacientes y las investigaciones. Tratamiento
Es relativamente sencillo, económico y muy efectivo para salvar vidas, siempre que se realicen
las intervenciones terapéuticas correctas y oportunas, las cuales, básicamente sintomáticas y
de soporte, deben estar dirigidas a prevenir la infección, diagnosticarla a tiempo y tratar
precozmente a los afectados para evitar complicaciones. Prevención y control
El control del dengue requiere que las personas comprendan que sus estilos de vida hacen
parte del problema, por lo cual las intervenciones sanitarias deben centrarse en sus motivaciones
y comportamientos, pero igualmente en el seguimiento y control de las acciones para garantizar
su sostenibilidad y asumir la educación en salud como un proceso, que permita diferenciar
grupos con actitudes claramente distintas hacia la eliminación de criaderos del vector. Conclusiones
El dengue continúa representando un problema de salud pública a escala universal, cada vez
más común y disperso en áreas tropicales y subtropicales, debido a sus condiciones demográficas
y climatológicas; sin embargo, las frecuentes epidemias en distintas partes del orbe y los
cambios en la epidemiología del dengue precisaron a la Organización Mundial de la Salud a establecer
una nueva clasificación, que permite el reconocimiento de los casos con probabilidades de
desarrollar formas graves de dengue y la convierten en una herramienta útil para su tratamiento y control.
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An up-dated review on dengue was carried out, fundamentally centered in the Region
countries, keeping in mind that it is a reemerging infectious disease, which still represents a public
health problem of universal scale, more and more common and disseminated in tropical and
subtropical areas, due to its demographic and climatological conditions.
Key words: dengue; Aedes aegypti; intravenous hydration, reemerging infectious disease.
Aprobado: 25/01/2019
Se estima que aproximadamente 3 600 millones de personas distribuidas en 124 naciones,
viven en zonas de alto riesgo para contraerla(2) y que se trata del proceso viral de mayor
extensión geográfica en el orbe, pues anualmente enferman por esa causa alrededor de 390 millones
de seres humanos, en 96 millones de los cuales se presentan las manifestaciones clínicas de
este,(3) además de que provoca más de 500 000 hospitalizaciones y 2,5 % de
fallecimientos.(4) Todo ello explica por qué deviene un grave dilema sanitario para la humanidad, con un costo muy
elevado, teniendo en cuenta que a la atención médica brindada se adicionan las medidas de control y
las horas laborales perdidas por los pacientes.
La emergencia o reemergencia del dengue obedece a la combinación de micro y
macrofactores determinantes, que favorecen la presencia del insecto vector en el entorno, tales como el
cambio climático, la escasa disponibilidad de agua para el consumo, el crecimiento poblacional
sostenido, las intensas migraciones de áreas endémicas a zonas que no lo son, la persistencia de
actividad epidémica en el interior del país y territorios limítrofes, la urbanización no controlada ni
planificada, las viviendas inapropiadas en centros urbanos, la globalización (aumento del transporte
de pasajeros y mercancías en viajes internacionales), el abandono o incumplimiento de
programas de control vectorial, la incorrecta eliminación de residuos sólidos y líquidos, el uso creciente
de envases no biodegradables en el medio y el inadecuado saneamiento
ambiental,(5) unidos a la
todavía deficiente coordinación intersectorial y la escasa participación de organizaciones y
pobladores, por considerar que todo lo relacionado con ese arbovirus constituye un problema a resolver por
el sector de la salud.(6)
Dado el contexto reinante, donde las arbovirosis adquieren una relevancia cada vez mayor y
existen determinados elementos que limitan la adecuada actuación diagnóstica, terapéutica y
pronóstica en los portadores de la infección por dengue, se decidió brindar una visión general y actualizada
al respecto a través de una revisión de la bibliografía sobre el tema, pues a pesar de las numerosas
e incesantes publicaciones acerca de ello, continúa siendo un asunto prioritario y controvertido.
En 1779 se notificó en Indonesia una epidemia de casos febriles denominada "fiebre de huesos"
y un año más tarde, pero en Filadelfia (EE.UU.), Benjamin Rush detalló otra de "fiebre
rompehuesos", en la cual la mayoría de los pacientes parecían afectados por la fiebre del dengue, aunque en
algunos se observaron las manifestaciones características del tipo
hemorrágico;(7)no obstante, a pesar
de la gran variedad de nombres que ha recibido esta virosis, estrechamente relacionados con
las numerosas regiones donde se ha presentado, curiosamente fue durante su aparición en Cuba
en 1828, cuando al parecer se comenzó a difundir el término "dengue" en la literatura
médica mundial.(8)
A principios del siglo XX (1903), Graham dio a conocer en su investigación la capacidad de
los mosquitos para transmitir esa enfermedad
infecciosa;(9) pero la pandemia de dengue se
inició en el sudeste asiático después de la Segunda Guerra Mundial y probablemente los
cambios ecológicos que ocurrieron durante dicha época, favorecieron la expansión geográfica del
vector del DENV hasta hoy.(2)
No obstante, el virus se aisló por primera vez en Hawai en 1944 y se denominó DEN 1.
También durante ese mismo año se identificó en Nueva Guinea otra cepa relacionada
antigénicamente (DEN 2) y en Manila se obtuvieron los serotipos 3 y 4 en 1956 y 1960, respectivamente,
en pacientes con dengue hemorrágico; este último descrito preliminarmente durante
las epidemias de fiebre hemorrágica viral que se produjeron en Manila (Filipinas) y
Bangkok (Tailandia) en la década de
1950.(9)
A finales de 1970, la distribución del Aedes aegypti en las Américas se modificó
dramáticamente, debido al colapso de los esfuerzos para controlar el vector. Tal situación, unida a otros
factores demográficos, favoreció la emergencia del dengue hemorrágico a partir del decenio de 1980
en el Caribe, Américas Central y del Sur e islas del
Pacífico;(10) pero la primera epidemia de ese
tipo en el hemisferio occidental tuvo lugar en Cuba, en
1981.(11)
De todos modos, la falta de notificación sigue siendo un desafío en el control de esta
enfermedad infecciosa reemergente, que en África, por ejemplo, es endémica hoy en día, pues la
vigilancia epidemiológica ha sido extremadamente
insuficiente,(14) mientras que en las Américas el
número de habitantes con dengue aumenta cíclicamente de forma epidémica cada 3-5 años, siempre
con una tendencia ascendente y transmisibilidad en casi todos los países de la
Región,(15) en algunos de los cuales (Brasil, Colombia y México) se ha encontrado cocirculación simultánea de los
4 serotipos.(16)
En el Caribe, hasta el noveno mes de 2015 se habían registrado 8 766 casos y 57 decesos,
con mayor ocurrencia de esta arbovirosis en República Dominicana, Puerto Rico, Guyana Francesa
y Aruba.(17)
Asimismo, debido a la considerable variabilidad genética
de esos virus, cada serotipo presenta diferentes subtipos o genotipos que afectan al ser humano, de manera que se han identificado
3 del DEN 1, 6 del DEN 2 y 4 del DEN 3 y DEN 4,
respectivamente.(22)
Ya se conoce que estos insectos priman en zonas urbanas y periurbanas, pues son
esencialmente domésticos y prefieren vivir dentro de las casas, especialmente en sitios oscuros como debajo
o detrás de los muebles y en el interior de los escaparates; se reproducen en los
recipientes sombreados, contentivos de agua limpia, en las paredes de los cuales las hembras depositan
sus huevos por encima del nivel del líquido y una sola de estas puede originar varios focos;
tienen hábitos diurnos (suelen picar temprano en la mañana y antes del anochecer), se caracterizan
por ser muy antropofílicos y frecuentemente pican varias veces, a "libre demanda", antes de
completar la ovogénesis. Se reconocen por sus distintivas marcas blancas, aunque su aspecto se
diferencia ligeramente del de otros
mosquitos.(5)
Su ciclo de vida completo comprende 4 formas: huevo, larva, pupa y adulto, su vuelo es rápido
e irregular y aunque el tiempo que vive un mosquito adulto varía, el promedio no excede de
5 semanas.(22)
Según Rey y Lounibos,(2) determinadas concentraciones de anhídrido carbónico de origen
animal o humano representan un factor de orientación y estímulo para la actividad del mosquito,
sobre todo cuando hay muchas personas presentes; así, en los lugares densamente poblados y en
los domicilios con elevado número de moradores (hacinamiento), aumenta el riesgo de picaduras
por este insecto, atribuible a su definitiva habitabilidad y adaptación en ecosistemas urbanizados.
El Dr. Carlos Juan Finlay lo descubrió como agente trasmisor de la fiebre amarilla y presentó
sus resultados por primera vez en la Conferencia Internacional de Sanidad, celebrada
en Washington, DC, el 18 de febrero de 1881.(10)
Hoy se sabe con certeza que el virus del dengue que circula en la sangre de individuos con
viremia (fase que se extiende desde 2 días antes del inicio de la fiebre hasta 4-5 días después), es
ingerido por los mosquitos hembras durante su alimentación, que estas lo transmiten a otros seres
humanos durante la picadura y que permanecen infecciosas durante el resto de su vida. La infección
causada por cualquiera de los serotipos del virus puede producir una gran variedad de alteraciones,
aunque la mayoría de las infecciones son asintomáticas o
subclínicas.(23)
La inmunidad que proporciona la infección por cada serotipo viral es duradera
(probablemente vitalicia) para dicho serotipo y se expresa mediante la presencia de anticuerpos
neutralizantes homotípicos; sin embargo, no existe inmunidad cruzada de serotipos, excepto durante las
primeras semanas o meses después de la infección primaria. Acorde con la teoría secuencial, una
segunda infección causada por otro serotipo produce una peculiar respuesta del sistema
inmune, denominada amplificación dependiente de anticuerpos, que además de aumentar la
replicación viral y la viremia, condiciona y propicia el desarrollo de las formas graves de dengue.
En la práctica clínica se ha constatado que durante la ocurrencia de una misma epidemia de
dengue coexisten factores del hospedero, propios del virus y
medioambientales,(8)así como también
que otras condiciones de riesgo incluyen la edad (lactantes y ancianos), el sexo femenino, el color de
la piel (blanca), el estado inmunológico, determinadas variantes genéticas del antígeno
leucocitario humano (HLA, por sus siglas en inglés) de clase I, la virulencia de la cepa infectante, la carga
viral, algunas afecciones crónicas como asma, diabetes mellitus, obesidad, hepatopatías crónicas
y anemia de células falciformes, así como la activación de los linfocitos T y la producción de
citocinas.(24)
La liberación desproporcionada de estas últimas incrementa la permeabilidad vascular y, por
tanto, la extravasación de plasma, que es la alteración fisiopatológica fundamental del dengue,
pues mediante ese mecanismo se escapan3 agua y proteínas hacia el espacio extravascular, se
genera hemoconcentración e incluso, ocasionalmente, choque hipovolémico y activación extrema
del sistema del complemento en los casos
graves.(24)
Del estudio DENCO, de corte prospectivo y multicéntrico, realizado en varios países de Asia
y América Latina desde 2006 hasta 2007, se derivó un proyecto de clasificación basada en la
evidencia, que reflejaba mucho mejor la gravedad del dengue, pues agrupaba a los pacientes según
esa condición en cualquier momento de las fases evolutivas y permitía identificar además los
signos de alarma clínicos y a través de exámenes complementarios, relacionados con la aparición de
formas graves de la infección.(26)
En reuniones de consenso entre 2007 y 2008, varios especialistas en la materia concluyeron
que el dengue debía catalogarse como una única entidad nosológica con distintas
presentaciones clínicas, a menudo con evolución y pronóstico impredecibles y que los signos de alarma eran
de suma importancia. Finalmente, en 2009 se estableció la nueva clasificación
revisada, propuesta por la OMS, con 2 categorías: dengue (sin signos de alarma o con estos) y dengue grave,
que posibilita a los médicos de asistencia precisar dónde y cuán intensivamente debe ser observado
y tratado el paciente, así como también notificar los casos de forma más acorde con el sistema
de vigilancia epidemiológica nacional e
internacional.(22)
En opinión de
Sigüenza,(5) la infección por DENV puede ser clínicamente inaparente o
provocar manifestaciones clínicas de diversa intensidad, que incluyen desde un síndrome febril
indiferenciado y otras variedades asociadas a dolores corporales hasta cuadros graves de choque y
profusas hemorragias, puesto que el riesgo de padecer formas graves de la enfermedad depende de
la interacción de factores individuales, epidemiológicos y
virales.(8)
También se menciona una fase de convalecencia, pues aunque el dengue es una infección
aguda de corta duración, en algunos casos aparecen síntomas que se prolongan durante varias
semanas o meses. Entre las manifestaciones descritas con mayor frecuencia figuran: cefalea,
astenia, artromialgias, trastornos del sueño, depresión, dificultad para concentrarse y alteraciones de
la memoria.(21)
Las formas clínicas definidas en la clasificación revisada de la OMS comprenden el dengue
sin signos de alarma o con estos y el dengue grave. Los signos de alarma predicen el desarrollo
de formas severas, y se caracterizan por el conjunto
sintomático(28)siguiente:
- Vómitos persistentes, que impiden una adecuada hidratación oral y favorecen la
ocurrencia de hipovolemia.
- Acumulación de líquidos (derrame
pleural o pericárdico y ascitis), sin que se asocie a
dificultad respiratoria o compromiso hemodinámico.
- Sangrado de mucosas (gingivorragia, epistaxis, metrorragia o hipermenorrea,
hematemesis, melena, enterorragia y hematuria).
- Alteración del estado de conciencia (irritabilidad, inquietud, agitación, letargia,
somnolencia u otros).
- Hepatomegalia.
- Descenso brusco de la temperatura corporal hasta la hipotermia, a veces con
lipotimia asociada.
- Decaimiento o postración excesiva.
- Aumento progresivo del hematocrito, que usualmente concomita con disminución gradual
de las plaquetas.
- Síndrome de choque por dengue (SCD)
- Acumulación de líquidos con insuficiencia respiratoria.
Sangrado intenso o grave, definido según la evaluación de los médicos de
asistencia: hematemesis, melena, hemorragia pulmonar, hemorragia intracraneal, entre otras.
Daño orgánico grave:
- Hepatopatía grave (aminotransferasas > 1000 UI).
- Afección del sistema nervioso central (encefalopatía).
- Afección cardíaca (miocarditis)
- Afección de otros órganos.
La infección por DENV se detecta mediante el aislamiento viral (para la caracterización de
serotipo y genotipo), la detección del ARN viral a través de la técnica de reacción en cadena de la
polimerasa (PCR, por sus siglas en inglés) y los ensayos inmunoenzimáticos sobre fase sólida, conocidos
como ELISA de captura para la identificación de anticuerpos IgM e IgG y de antígenos, fundamentalmente.
Actualmente se llevan a cabo importantes investigaciones encaminadas al desarrollo de
vacunas eficaces, pues todavía no se cuenta con fármacos capaces de disminuir rápidamente la viremia
o bloquear los mecanismos fisiopatogénicos que conducen al choque, a las grandes hemorragias
y al daño multiorgánico.(17)
El pilar fundamental para el éxito en el tratamiento de pacientes con dengue consiste en
precaver la progresión hacia el proceso grave mediante el seguimiento clínico en el más amplio
sentido, que permita identificar tempranamente los signos de alarma para poder iniciar la reposición
de líquidos por vía intravenosa con la mayor
rapidez.(22)
Las principales medidas en la fase inicial o febril persiguen eliminar la fiebre y aliviar
los dolores generalizados mediante el empleo de paracetamol y dipirona, teniendo en cuenta
que están proscritos los salicilatos, esteroides y otros fármacos
antiinflamatorios.(21)
Deben indicarse abundantes líquidos por vía oral para que el enfermo llegue a una posible
fase crítica bien hidratado. La detección de manifestaciones que puedan apuntar hacia el
desarrollo de formas graves permite establecer una correcta y pertinente reposición de
volumen; intervención terapéutica que deviene, hasta el momento, la más eficaz para evitar el choque
y reducir la probabilidad de muerte.(27)
Se dispone de numerosos productos útiles para la hidratación intravenosa, pero existe
consenso sobre la prescripción de sustancias cristaloides como primera alternativa, sobre todo de
la solución salina fisiológica (NaCl al 0,9 %), aunque también se utilizan las llamadas
sustancias polielectrolíticas, en particular el Ringer
lactato.(8)
El tratamiento de los pacientes con choque por dengue resulta muy complejo y el
pronóstico incierto, pues no solo depende de la pericia de los médicos tratantes, sino también de la
propia respuesta clínica de los afectados; por ello en algunos casos se justifica el uso transitorio
de coloides, así como la administración de medicamentos vasoactivos, pues resulta esencial
la protección de órganos muy sensibles a la hipoxia tisular generalizada, tales como riñones,
asas intestinales, pulmones y corazón.(28)
De hecho, la prevención de esa enfermedad infecciosa reemergente consiste en la
implementación de planes de preparación que contengan, entre otros importantes aspectos: sistemas de
alerta temprana, vigilancia epidemiológica, entomológica y
ambiental, así como pruebas de laboratorio, notificación de casos y descripción de riesgos, por solo citar algunos de los más
trascendentales. Las medidas sostenibles para el control del dengue, independientemente de la voluntad política
y el liderazgo, deben incluir el saber adecuado y actualizado de la población acerca del problema,
así como la ejecución de estudios aplicados y la evaluación de nuevos métodos y
tecnologías.(27)
En ese escenario se impone destacar la promoción de la sensibilización indispensable de
los tomadores de decisiones y miembros de las comunidades para mejorar su participación en
la campaña antivectorial, la construcción de información y conocimiento de calidad para el
fomento de una mejor comprensión de los determinantes sociales y ambientales desde una
perspectiva ecosistémica, la sistematización y divulgación de las iniciativas de innovaciones regionales de
los procesos de vigilancia y control de vectores, la creación de espacios permanentes y
colaborativos de planificación estratégica y el impulso de las investigaciones orientadas hacia la
acción.(24)
Al respecto, según Vilcarromero et al,(29) todavía persiste por un lado una falta de
empoderamiento de los habitantes en zonas de riesgo y, por otro, una insuficiente realización de actividades
educativas comunicacionales para el control vectorial, toda vez que constantemente se observan
criaderos de mosquitos en las viviendas y alrededores de estas,
pues sus moradores aguardan "con paciencia" por el personal sanitario para que se ocupe de erradicarlos.
Finalmente cabe destacar que la articulación con la Atención Primaria de la Salud es
viable, representa la optimización de recursos al evitar la duplicación de acciones y permite obtener
un mayor apoyo comunitario en la prevención y eliminación de los focos intra y
extradomiciliarios, que continúan siendo más frecuentes de lo que cabría esperar a estas
alturas.(1)
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