Artículo original
Valores proteicos en adultos mayores institucionalizados en el municipio de Santa Clara
Proteic values in elderly institutionalized in the municipality of Santa Clara
Dra. Naivy Sánchez
Vera1*
Dr. Maikel Aguila López1
Dra. Lutgarda María Pérez de Alejo
Rodríguez1 https://orcid.org/0000-0001-8853-6499
Dra. Carmen Xiomara Moré Chang2
Dra. Yusimí González
Álvarez
1
1Hospital Arnaldo Milián Castro. Villa Clara, Cuba.
2Dirección Municipal de Salud. Policlínico Capitán Roberto Fleítes. Santa Clara, Villa Clara, Cuba.
*Autor para la correspondencia: kenyata@infomed.sld.cu
RESUMEN
Introducción: La población cubana enfrenta hoy el fenómeno del envejecimiento.
Objetivo: Caracterizar valores
proteicos en adultos mayores institucionalizados.
Métodos: Se efectuó un estudio descriptivo y transversal de adultos mayores con 60 años y
más, quienes vivían en los hogares de ancianos de Santa Clara, provincia de Villa Clara, desde enero
del 2016 hasta diciembre del 2017. El universo estuvo constituido por 366, de los cuales se
seleccionó una muestra no probabilística de 182. Se determinaron valores séricos de proteínas
totales, albúmina, globulinas e inmunoglobulinas (A, G, M), así como complemento C3 y C4.
Resultados: Predominó el sexo femenino (53,3 %), el color de la piel blanco (78,6 %), las edades
de 60-74 años, el estado nutricional sobrepeso y los antecedentes de osteoartrosis,
hipertensión arterial e hiperlipidemia. Las proteínas totales presentaron valores de
74,00 ± 5,461 y las inmunoglobulinas: IgA 2,57 ± 0,944; IgG 11,06 ± 2,094 e IgM 1,13 ± 0,612.
Conclusiones: Se produjo una disminución progresiva de proteínas totales, albúmina,
globulinas e inmunoglobulinas (G, A y M), estas se mantuvieron en el rango de normalidad pero sus
valores medios estuvieron cercanos al límite inferior de dicho rango. Con el avance de la edad
este fenómeno aumentó y se produjo una mayor disminución. El complemento C3 y C4 no
presentó variaciones en relación con el valor normal.
Palabras clave: valores proteicos; adultos mayores; envejecimiento; hogar de ancianos.
ABSTRACT
Introduction: The Cuban population faces today the phenomenon of aging.
Objective: To characterize proteic values in institutionalized elderly.
Methods: A descriptive and cross-sectional study of elderly with 60 years and more who
lived in the home for the aged of Santa Clara, Villa Clara, was carried out from January, 2016
to December, 2017. The universe was constituted by 366, of which a non probabilistic sample
of 182 was selected. Seric values of total proteins
were determined, albumin, globulins and immunoglobulins (A, G, M), as well as C3 and C4 supplement.
Results: There was a prevalence of female sex (53.3 %), white skin color (78.6 %), 60-74
ages, overweight as nutritional state and history of osteoarthrosis, hypertension and
hyperlipemia. Total proteins presented values of 74.00 ± 5.461 and immunoglobulins: IgA 2.57 ± 0.944;
IgG 11.06 ± 2.094 and IgM 1.13 ± 0.612.
Conclusions: a progressive decrease of total proteins , albumin, globulins
and immunoglobulins (G, A and M) took place, they stayed in the range of normality but their
means values were near the inferior limit of such range. With the advance of age
this phenomenon increased and a higher decrease took place. The C3 and C4 complement
didn't present variations related to the normal value.
Key words: proteic values, elderly, aging, home for the aged.
Recibido: 14/11/2018
Aprobado: 29/07/2019
Introducción
El envejecimiento de la población ha estado presente en todas las etapas del desarrollo
social; constituye un desafío para las sociedades contemporáneas, y hoy se ha convertido en una de
las transformaciones sociales más significativas del siglo XXI. Al envejecer, se producen cambios
debido a la interrelación entre factores genéticos y ambientales, que ocurren durante toda la vida.
Estos cambios se manifiestan en declinaciones en el estado de salud, condicionantes de su
deterioro funcional, lo cual lleva a los adultos mayores a situaciones de incapacidad, tales como
inmovilidad, inestabilidad y deterioro
intelectual.(1,2)
Se envejece según se ha vivido, ello significa que los cambios asociados al proceso de
envejecimiento se encuentran en estrecha vinculación con varios factores de riesgo potencialmente
modificables. Muchos son los autores que vinculan dichos factores con el deterioro del sistema
inmunitario, entre estos factores se encuentran: falta ejercicio físico, dieta inadecuada, polifarmacia,
estrés emocional y enfermedades crónicas
asociadas.(3)
Debido a la menor reserva orgánica y a la fragilidad del anciano existe una relación
recíproca entre nutrición y enfermedad. El desequilibrio entre el aporte de nutrientes y las necesidades
del individuo, motivado por una dieta inapropiada y causado por múltiples factores
(enfermedad, viudez, hospitalización larga, hábitos alimentarios rígidos, desinterés, enfermedad del cónyuge
o cuidador, alejamiento de la familia, pérdida del poder adquisitivo, incapacidad física, entre
otros) produce en este grupo poblacional un deterioro rápido e importante de la función
inmunitaria. Varios investigadores(1,4) coinciden en que uno de los retos de la medicina es desentrañar
este proceso, puesto que son numerosas y variadas las alteraciones fisiológicas que se asocian al
adulto mayor, donde quizás la más importante sea el deterioro de la respuesta
inmunológica.
Al respecto, en 1969, el patólogo Walford explica la teoría inmune del envejecimiento:
la inmunogerontología. Afirma que los mecanismos inmunes tienen un rol importante en
la patogénesis, pero no en las causas del proceso de envejecer; plantea que los trastornos
inmunitarios repercuten sobre 3 fenómenos patogénicos: aumento de la autoinmunidad, fácil desarrollo
de cáncer y mayor susceptibilidad a
infecciones.(4)
Actualmente, numerosos
autores(3,5,6) definen el proceso natural de envejecimiento del
sistema inmune como inmunosenescencia, que se manifiesta por la declinación progresiva de dicho
sistema y contribuye de manera significativa a la morbilidad y mortalidad producidas principalmente
por enfermedades infecciosas y/o degenerativas en la tercera
edad.
De hecho, la inmunosenescencia es el resultado evolutivo de alteraciones en la
respuesta inmunológica innata y adquirida, que llevan al declive unidireccional de la función
inmune. Constituye un proceso universal, progresivo e intrínseco que aumenta la probabilidad de
morir por una enfermedad.(6,7,8) Muchas afecciones de aparición frecuente en la vejez
(ateroesclerosis, demencias, alzhéimer, osteoporosis, cáncer, diabetes mellitus, neurodegenerativas, cardiovasculares, obesidad y otras metabólicas) pueden compartir un trastorno inmune de
base, por lo que en la práctica resulta difícil deslindar donde termina lo fisiológico y comienza lo
patológico, debido a la imbricación o solapamiento de determinadas condiciones, tales como
envejecimiento, fragilidad, comorbilidad y
discapacidad.(4)
Los estudios de proteínas, entre ellas las inmunoglobulinas, sirven de guía para detectar
anomalías en los ancianos, ya sea por trastornos típicos de la edad o por alteraciones patológicas
propiamente dichas; si se producen estos desordenes existe un mayor riesgo de letalidad por la posible
disfunción de un órgano o sistema. Si se logra que el anciano posea un sistema inmune funcional se dará
un paso fundamental para evitar el envejecimiento insatisfactorio, esto significa alcanzar la
longevidad con buena salud.(9)
En tal sentido, los estudios de laboratorio propuestos permitirán diagnósticos y actuaciones
de manera preventiva para mejorar la calidad de vida del adulto
mayor,(10) pues a pesar de que es clara la disminución de la respuesta inmune en ellos y que se conocen las modificaciones
fisiológicas propias de la edad, se considera que actualmente aún es deficiente el conocimiento sobre
las alteraciones proteicas que caracterizan los grupos de ancianos con diferentes peculiaridades.
Así, los adultos mayores institucionalizados reciben asistencia médica permanente que
le proporciona, de cierta manera, estabilidad y control de su salud. A tales efectos, se realizó
esta investigación con una muestra de ancianos, quienes presentaban características similares y
estaban compensados de sus enfermedades de base; sin embargo, son escasos los estudios que se
han encontrado en Cuba sobre este tema, en su mayoría desactualizados, por lo que cobra
real importancia la exploración de estos senescentes desde el punto de vista clínico.
El estudio de estos biomarcadores es el que aporta datos sobre el estado de salud del paciente y
en cierto modo es predictor (incluso antes de que se manifieste el dato clínico sustancial) de
alteración en el organismo. De esta manera se podrá cumplir con el propósito fundamental de la medicina
de laboratorio, que es aportar al especialista información útil para el proceso de decisión médica.
De acuerdo con las estadísticas oficiales disponibles en el Anuario Estadístico de Salud del
2017, en Cuba, 20,1 % de las personas tenían 60 años y más de edad, con una esperanza de vida al
nacer de 78,45 años; para la mujer de 80,45 años y para el hombre de
76,50.(11)La provincia de Villa Clara, gracias a la estabilidad en sus indicadores, posee una elevada esperanza de vida de más
de 79 años, lo cual la ubica entre las primeras más envejecidas del
país.(12) Asimismo, 21,9 % de la población de Santa Clara tiene más de 60 años de edad, cuidad que cuenta con varios hogares
de ancianos donde residen múltiples adultos mayores.
Estos hogares de ancianos, como institución de carácter social, tienen la misión de brindar
atención y asistencia social a los adultos mayores, en su mayoría sin amparo filial. Además, allí se les
brinda atención médica y rehabilitación, así como diferentes servicios domésticos, con el fin
de garantizarle mayor comodidad.(13) Sobre la base de lo anteriormente expresado los
autores decidieron realizar esta investigación.
Métodos
Se efectuó un estudio descriptivo y transversal de adultos mayores con 60 años y más,
quienes vivían (institucionalizados) en los hogares de ancianos de Santa Clara, provincia de Villa
Clara, desde enero del 2016 hasta diciembre del 2017, con vistas a determinar valores séricos de
proteínas totales, albúmina, globulinas e inmunoglobulinas (A, G, M) y complemento C3 y C4. La
población quedó constituida por 366 ancianos, de los cuales se seleccionó una muestra no probabilística
de 182 (previo consentimiento informado y cumplimiento de los principios de la ética en
la investigación científica).
Para realizar este estudio se tuvieron en cuenta los siguientes criterios de inclusión:
adultos mayores que deseaban participar y llevaban más de 6 meses sin descompensación de su
enfermedad de base en caso de presentarla, o sea, anciano que aparentemente estaba
sin enfermedad clínica descompensada.
Se excluyeron aquellos ancianos que poseían afectaciones en la esfera cognitiva, con
antecedentes de enfermedad autoinmune o base inmunológica, antecedentes de algún tipo de cáncer,
enfermedades crónicas descompensadas, fumadores y alcohólicos, desnutrición
proteico-energética, alguna enfermedad hematológica, síndrome depresivo, insuficiencia renal crónica
y enfermedades inflamatorias del sistema digestivo.
Los datos demográficos y clínicos se obtuvieron de las historias clínicas de los pacientes y a
través del examen físico; fueron recogidos en una planilla elaborada al efecto (ficha de recolección
de datos) y procesados estadísticamente mediante el cálculo porcentual. Los valores de las
variables analíticas de laboratorio se obtuvieron a través del equipo autoanalizador "Cobas" del
Laboratorio Clínico del Hospital Universitario "Arnaldo Milián Castro."
Resultados
En la tabla 1 se muestra que la edad promedio fue de 76,1 ± 9,7 años con predominio del sexo femenino (53,3 %).
La edad mínima fue de 60 años y el valor máximo de 101. Preponderaron los ancianos de
60-74 años y el color de la piel blanco (78,6 %).
Se halló mayor frecuencia del estado nutricional correspondiente al sobrepeso (78 ancianos
para 42,9 %). De los adultos mayores con dicho estado nutricional, la frecuencia más alta estuvo
entre las edades de 60-74 años (34 para 43,6 %). Por grupo de edades, la frecuencia más elevada
se encontró entre 60 y 74 años (29 ancianos normopeso para 52,7
%); en los de 75-89 años, 49,0 % fueron obesos y para los que
sobrepasaban los 90 años la frecuencia más alta fue de 17,9 %
con sobrepeso, que representó 60,9 % del total de este grupo (tabla 2).
En cuanto a los antecedentes patológicos personales se evidenció que la osteoartrosis
estuvo presente en 90 ancianos para 49,5 %. Por orden de frecuencia le siguieron: hipertensión
arterial (77 para 42,3 %), hiperlipidemia (48 para 26,4 %), insuficiencia cardiaca congestiva (18,1
%), insuficiencia vascular periférica (17,0 %), cardiopatía isquémica (15,9 %), diabetes mellitus de tipo 2 (13,7 %), accidente vascular encefálico (9,3 %), enfermedades pulmonar obstructiva
crónica y de parkinson (7,1 y 4,4 %, respectivamente).
La tabla 3 muestra una disminución progresiva de los valores en los analitos estudiados:
proteínas totales, albúmina, globulinas e inmunoglobulinas Ig (G, A y M), estos se mantuvieron en el
rango de normalidad pero sus valores medios estuvieron cercanos al límite inferior de dicho rango.
Se constató además, que con el avance de la edad este fenómeno aumenta y se produce
mayor disminución de forma significativa. El complemento (C3 y C4) no presentó variaciones en
relación con el valor normal. Las féminas tuvieron valores medios más bajos de
inmunoglobulina A (2,44 g/L ± 0,927) en relación con los hombres
(2,72g/L ± 0,948), lo cual tuvo significación
estadística; sin embargo, no fue así en las restantes determinaciones de laboratorio realizadas.
En la figura se aprecia una disminución gradual de las proteínas totales desde 75,61 g/L para el grupo de 60-74 años hasta 70,98 g/L para quienes sobrepasaron los 90 años de edad, y una media para los ancianos de 75-89 años de 73,05 g/L. Aunque la diferencia de las medias por grupos de edades con relación a la albúmina no fue marcada se hallaron también valores más bajos en los pacientes que superaban los 90 años de edad para una media de 41,06 g/L en relación con aquellos de 60-74 y 75-89 años. De igual manera ocurrió con las globulinas, cuya media en la vejez temprana hasta los 74 años fue de 32,47 g/L, descendieron al alcanzar los 75 años a 30,85 g/L y discretamente más después de los 90 años a 30,04 g/L. Se observó una pendiente negativa en las líneas de tendencia en las 3 determinaciones con un coeficiente de relación cercano a 1, lo que demostró la existencia de una relación entre la edad y los valores de estos parámetros. Estadísticamente estas diferencias fueron significativas en las 3 determinaciones de laboratorio.
En la tabla 4 se presentaron los valores medios de las determinaciones de laboratorio según el estado nutricional y se observó que las medias no mostraron significación estadística, por lo que no existió relación entre el estado nutricional y los valores de proteínas séricas en la casuística estudiada.
La presencia de enfermedades, tales como insuficiencia cardiaca congestiva, insuficiencia vascular periférica, cardiopatía isquémica y enfermedad pulmonar obstructiva crónica presentaron valores medios significativamente inferiores a los de proteínas totales y albúmina. La inmunoglobulina G en los ancianos con cardiopatía isquémica y la inmunoglobulina M en aquellos que presentaban diabetes mellitus y/o enfermedad de parkinson mostraron valores significativamente inferiores.
Discusión
En la actualidad, 73,8 % de las personas que nacen en países desarrollados vivirán más de 60
años y casi 34,0 % lo hará más de 80
años.(7) El mayor porcentaje de los ancianos institucionalizados
en Santa Clara estuvo entre 60 y 74 años de edad. Los resultados de esta investigación fueron
similares a un estudio realizado en la provincia de
Cienfuegos13 sobre la calidad de vida en adultos
mayores del hogar de ancianos de Cruces, donde existió un predominio de los rangos de 60-69 y 70-79
años de edad. Esto pudiera atribuirse a la rapidez del proceso de transición demográfica en Cuba, que
ha conllevado a un incremento en la proporción de adultos mayores y obliga al desarrollo, en todos
los niveles del Sistema Nacional de Salud, de una política integrada en la atención a los ancianos
para enfrentar el reto que impone este envejecimiento poblacional. Después de los 75 años
este porcentaje disminuye, pues a medida que aumenta la edad se incrementan las
defunciones.(14)
Las esperanza de vida en este país aumentó en el último periodo a 78,45 años, esto se
debió principalmente al descenso sostenido de la fecundidad, unido a la disminución de la mortalidad y
la morbilidad por enfermedades trasmisibles, así como al saldo migratorio negativo, entre
otros factores, todo ello sumado a la mejora de los servicios de salud brindados al pueblo desde
1959. (15)
Asimismo, los resultados obtenidos con respecto al sexo también fueron esperados, pues se
conoce que las mujeres cubanas viven como promedio 4 años más que los hombres, y al arribar a los
60 años de edad la diferencia en la esperanza de vida es superior a los 2
años.(11)
En el hogar de ancianos de Cruces, a diferencia de la presente investigación, hubo primacía
del sexo masculino sobre el femenino, justificado a partir de que los hombres con mayor
frecuencia terminan solos y limitados en sus posibilidades de llenar las demandas personales de la vida
diaria, por lo que buscan apoyo en instituciones sociales. Contrariamente, las mujeres tienden
a permanecer en los hogares y asumen diversas actividades, como la atención a menores,
que beneficia al resto de la familia.(13)
Ahora bien, en cuanto al estado nutricional, algunos estudios (16,17) mostraron una mayor frecuencia de la obesidad, tal es el caso de uno realizado sobre la prevalencia de enfermedades crónicas
no transmisibles y factores de riesgo en adultos mayores de Holguín donde se encontró que 45,2
y 33,7 % eran obesos y sobrepeso,
respectivamente.(3) Por el contrario, en el presente trabajo
el sobrepeso junto al normopeso tuvieron una frecuencia relativa de 73,1 %, con predominio
del primero.
La evaluación del estado nutricional del anciano debe formar parte de la valoración
geriátrica integral: historia clínica, exploración física, valoración social, funcional y cognitiva,
valores antropométricos y bioquímicos, así como historia
nutricional.(18) Dicho estado se asocia inversamente al riesgo de hospitalización y de mortalidad. Su deterioro, además del proceso de
la enfermedad en sí, puede ser desencadenado por diversos factores relacionados con el
suministro de alimentos, siendo fundamental la caracterización de ese estado de los ancianos internados,
tanto para prevenir la mala alimentación como para indicar una adecuada vía de acceso e intervención.
La nutrición adecuada es fundamental para el envejecimiento saludable. Una de las causas
más frecuentes de la inmunodeficiencia adquirida independientemente de la edad es la malnutrición
y se asocia a defectos inmunológicos, particularmente a un deterioro de la función de los
linfocitos T.(18) Al relacionar la malnutrición con las modificaciones fisiológicas propias de la vejez
antes mencionadas, el anciano tiene mayor riesgo de presentarla.
En un estudio de intervención sobre la ingesta de ácidos grasos y los parámetros inmunes
en ancianos se demostró que la ingesta de ácidos grasos monosaturados podría contribuir al
estado proinflamatorio presente en estos ancianos y se aconseja desarrollar
recomendaciones nutricionales específicas para este grupo poblacional teniendo en cuenta
parámetros inmunológicos. (19)
Cabe destacar que las diferentes opiniones de los investigadores pueden ser el resultado
de diferencias individuales en el proceso biológico del envejecimiento; por esta razón el estado
de salud de los adultos mayores debe ser un factor considerado en los criterios de selección
para estudios inmunogerontológicos.
Resultó esperada la multimorbilidad de la muestra seleccionada, puesto que el
envejecimiento está impulsado por un número finito de mecanismos interrelacionados que finalmente
conducen a la aparición de fenotipos característicos, los cuales incluyen una mayor susceptibilidad a
múltiples enfermedades crónicas, discapacidad y muerte. Particularmente en esta investigación se
encontró un alto porcentaje de ancianos con antecedentes patológicos personales de
osteoartrosis, hipertensión arterial e hiperlipidemia. También hubo otros con insuficiencia cardiaca
congestiva, insuficiencia vascular periférica, cardiopatía isquémica, diabetes mellitus de tipo 2 y otros.
En Holguín, recientemente, se realizó un estudio donde las tasas de prevalencia de
enfermedades crónicas fueron hipertensión arterial (63,9 %), diabetes mellitus (39,5 %), hipertrigliceridemia (60,9 %), hipercolesterolemia (54,1 %) y cardiopatía
isquémica (24,8 %),(3) mucho más
elevadas que las encontradas en este trabajo.
Se conoce que la vejez conduce a un desequilibrio entre los factores estresantes y los
mecanismos de amortiguación del estrés, que causa la pérdida de la reserva compensatoria y la acumulación
de daños no reparados. Son fundamentales para estos ejemplos los cambios en el sistema inmune
y el estado proinflamatorio crónico de bajo grado que afecta a muchas personas mayores,
incluso cuando aparentemente son saludables.
Con el aumento de los años, las concentraciones de las proteínas plasmáticas no declinan
mucho. Se ha calculado que la albúmina sérica total decae en 12 % y su capacidad de unirse a
los medicamentos también se ve afectada en la ancianidad; sin embargo, esto no coincide con
un estudio(20) donde se apreció que la hipoalbuminemia en ancianos hospitalizados fue de 87
% (n=173).
Resulta importante señalar que los adultos mayores institucionalizados de este estudio no
se encontraban descompensados, ni hospitalizados, por lo que a pesar de la disminución de
las proteínas séricas con la vejez lo valores obtenidos no llegaron a ser patológicos, a diferencia de
los ancianos hospitalizados donde sí es evidente la hipoalbuminemia.
Aunque los autores quisieron comparar estos resultados con otros recientes les resultó
difícil, pues no se encontraron muchas evidencias de investigaciones similares en Cuba, escasamente
en la bibliografía extranjera y en su mayoría son artículos de revisión. Igualmente ocurrió
cuando quisieron contrastar con los resultados de inmunoglobulinas y proteínas del complemento.
La disminución de inmunoglobulinas con la edad fue explicada por Saavedra y
García,(4) quienes informaron que al analizar la respuesta de anticuerpos y en el número total de células B que
se unen a antígenos foráneos, se demuestra que la inmunosenescencia no es un estado de
deficiencia inmune, sino de desregulación inmunológica. Con el envejecimiento también ocurren
cambios funcionales y fenotípicos en las células B; los más significativos incluyen disminución de
la diversidad de su repertorio y de la actividad celular en los receptores de antígenos, así como de
la producción de anticuerpos con menor título. Las células B de la memoria producen, por lo
general, citosinas proinflamatorias que pudieran ejercer una función importante en la generación del
estado inflamatorio basal, típico de los adultos mayores, conocido por su
término en inglés como Inflamm-aging. Se plantea que independientemente de la edad cronológica, es probable la existencia
de altos niveles circulantes de marcadores proinflamatorios y estos están asociados a un alto
riesgo de múltiples resultados de salud adversos en los senescentes.
Se concluyó que hubo una evidente disminución progresiva en los valores de los analitos
estudiados: proteínas totales, albúmina, globulinas e inmunoglobulinas (G, A y M), estos se mantuvieron en
el rango de normalidad pero sus valores medios estuvieron cercanos al límite inferior de
dicho rango. Se constató además, que con el avance de la edad este fenómeno aumenta y se produce
una mayor disminución. El complemento (C3 y C4) no presentó variaciones en relación con el
valor normal.
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