FORMACIÓN MÉDICA
Consideraciones generales acerca de la formación humanista universitaria en ciencias de la salud: un planteamiento teórico
General considerations about the university humanist training in health sciences: a theoretical statement
MsC. Tania Vizcaíno Cárdenas, I Dr. Jorge Montoya Rivera II y Lic. Aymée Rodríguez Aradas II
I Universidad Técnica de Cotopaxi, Latacunga, Ecuador.
II Universidad de Oriente, Santiago de Cuba, Cuba.
RESUMEN
La formación de los profesionales de la salud exige nuevas concepciones teóricas y metodológicas, capaces de sintetizar el espíritu humanístico y cultural de su desarrollo, y que sean expresión del carácter complejo y dialéctico del futuro desempeño. Este trabajo tiene como propósito reflexionar acerca de la importancia de la formación humanista en los futuros profesionales de las ciencias de la salud a partir del criterio de algunos autores que han abordado el tema.
Palabras clave: formación humanista, ciencias de la salud, profesionales médicos, valores éticos, condición humana.
ABSTRACT
The health professionals training demands new theoretical and methodological conceptions, able to synthesize the humanistic and cultural spirit of its development, and being an expression of the future performance complex and dialectical character. This work aims at reflecting about the importance of the humanist training in the future health sciences professionals starting from some authors' opinion that have approached the topic.
Key words: humanist training, health sciences, medical professionals, ethical values, human condition.
INTRODUCCIÓN
En el campo de las ciencias pedagógicas han aparecido nuevos enfoques y esfuerzos científicos, para alcanzar una preparación más efectiva y eficiente en los futuros profesionales universitarios de las ciencias de la salud, en aras de lograr una mayor sensibilidad y motivación hacia la profesión, así como la explotación de sus potencialidades y actitudes en la consecución de los objetivos de su actuación profesional, a partir de la consolidación de una postura humanista; por lo que ha de considerarse la necesidad de una formación universitaria que abarque su actuación desde lo proyectivo y lo prospectivo.
La formación profesional universitaria conlleva un proceso de formación que innegablemente debe obedecer a una dirección científica para poder significar la noción epistémica concreta que se requiere desde las ciencias pedagógicas. Este concepto destaca la dimensión humana de la educación, puesto que el hombre debe ser formado para que contribuya a perpetuar su existencia en la sociedad; por ello es que si se tipifica el sentido general de la formación y su especificidad en su dimensión humana, entonces habría de considerarse a la formación de profesionales universitarios de las ciencias de la salud, como un proceso de preparación y conformación de sujetos sociales conscientes, lo cual estará referido a los fines precisos para un posterior desempeño en el contexto sociocultural.
De ahí la reflexión de que la cultura, el humanismo, la ciencia y la tecnología no son lo mismo si solo se accede a estos de forma separada; por tanto, la formación en la educación superior, sobre todo en el área médica, debe dirigirse a lograr la imbricación de estos factores.
Desde esta perspectiva el proceso de formación profesional que tiene lugar en las instituciones de ciencias médicas, está orientado no solo a la obtención de conocimientos específicos de la profesión, sino también a las habilidades, las actitudes, los valores ético-morales, entre otros, a partir de contenidos referidos al perfil profesional, y por tanto constituye el proceso de transferencia de estos, donde el proceso de enseñanza-aprendizaje alcanza cada vez más niveles superiores, dando lugar a una formación en principios y valores, los cuales se convierten necesariamente en la directriz esencial a lo largo de su profesión.
ACERCAMIENTO A UNA FORMACIÓN HUMANISTA
En la contemporaneidad la formación profesional exige nuevas concepciones teóricas y metodológicas, capaces de sintetizar el espíritu humanístico y cultural de su desarrollo, y que sea expresión del carácter complejo y dialéctico del desempeño profesional. En tal sentido, en el campo de la Pedagogía y la didáctica se le presta atención al proceso de sistematización de la cultura.
Así, la formación profesional universitaria ha de estar vinculada a la realidad social y cultural que tienen su repercusión en los sujetos, sobre todo desde el reconocimiento del desarrollo de las potencialidades transformadoras humanistas en aras cumplir un encargo social responsable. Esta situación requiere una mirada epistémica como vía de perfeccionamiento constante, a la vez que se potencia la capacidad de la formación humana.
La formación humana, en términos epistemológicos y praxiológicos, según la postura de la concepción científica de lo holístico-configuracional en su carácter socio-antropológico, constituye el proceso a través del cual se propicia la construcción de la relación dialéctica entre la existencia y la esencia del ser humano, puesto que es expresión del vínculo de la naturaleza humana y la capacidad transformadora, a partir de la actividad y las cualidades humanas.1 Esto quiere decir, a juicio de la autores del presente trabajo, que si bien el término ha sido enfocado desde la perspectiva idealista y hasta religiosa, es menester que desde la óptica dialéctico-materialista, tal como se infiere de Marx y Engels, esta formación humana obedezca al sistema de las relaciones sociales cualitativamente desarrolladas en el proceso ontogenético y filogenético del ser humano.
De acuerdo al criterio anterior, entonces puede plantearse que en la interpretación de la formación humana, como base esencial en la formación profesional universitaria en ciencias de la salud, es indispensable razonar en función de la condición humana, pues es válido significar el carácter de esencia y existencia de los seres humanos en un contexto sociocultural específico.
Se considera que el proceso de formación profesional de la educación superior en las ciencias de la salud, debe constituirse en un perfeccionamiento continuo en el desarrollo no solo práctico-profesional, sino también de lo humano, porque en las universidades aún se manifiestan comportamientos en los estudiantes que hacen caso omiso del alto nivel de conducta y de las relaciones sociales e interpersonales que condicionan su rol en la sociedad.
La formación del profesional de la salud requiere una integralidad que no se vea reducida a la transmisión de conocimientos, habilidades, valores y valoraciones, sino también que incluya los retos de la formación humana, porque de lo que se trata también es de asumir una concepción integradora con respecto a su cultura y al contexto social, para aceptar el desafío de constituirse profesionalmente, como uno de los requerimientos indispensables de la formación humana. De ahí la necesidad de considerar la formación humanista como aspecto esencial en este proceso.
En la Conferencia Mundial sobre la Educación Superior,2 celebrada en París, en 1998, se señala la necesidad de que en la educación superior se preste particular atención a los principios fundamentales de la ética humana, aplicados a cada profesión y a todos los ámbitos del quehacer humano, sin olvidar, desde luego, la esencia y existencia del ser humano; sin embargo, las concepciones que hasta el momento se asumen en el orden epistemológico, todavía continúan desde una valoración epistémica muy reduccionista, donde aun se aprecian interpretaciones que marcan la impronta del criterio de poder, de superioridad, entre otros males degradantes del ser humano, sin advertir una esencia única entre todos los individuos que de paso al reconocimiento de verdaderas relaciones sociales e interpersonales ajustadas a la armonía, a lo justo y lo ético, sin dejar de reconocer lo diverso.
Una mirada a las consideraciones de los investigadores en torno a la formación humanista universitaria, permite determinar los vacíos que aun existen. Méndez Sastoque3 considera que el individuo autodeterminante y responsable, como debe ser un futuro profesional de la salud, no se puede constituir sin los aportes de las 2 dimensiones: humanística y científico-técnica, porque a su juicio una instrumentación científico-técnica y de calidad, desprovista de una formación humanista, no permite alcanzar los fines generales de toda educación.
Conforme lo considerado en esa investigación, puede decirse que la formación humanista universitaria en las ciencias de la salud, constituye uno de los principales ejes conductores del trabajo inter y transdisciplinario en los marcos de la constitución profesional, porque permite un desarrollo integral que lleva al proceso de formación del ser social. Los autores de este artículo comparten tal criterio; sin embargo, cuando se profundiza en las tesis científicas expuestas se denota que sus planteamientos son generales en este autor, sin determinar los factores dinámicos que propicien la consecución de verdaderas relaciones humanas como bases sustantivas de la formación humanista.
Visto desde un ángulo general, lo humanista en relación con la formación del profesional universitario de las ciencias de la salud, requiere una producción teórica en los planes de estudio de las carreras, que integre 2 elementos: la condición humana y a la vez el carácter social y cultural de su existencia, pues resulta carente en la teoría curricular y extracurricular, dirigir y fortalecer esta dimensión de la formación del profesional.
Si bien en 1998, en la Declaración Mundial sobre la Educación Superior en el Siglo XXI, se plantea que en las misiones y funciones de la educación universitaria se quiere contribuir a proteger y consolidar los valores humanos en que reposa la ciudadanía democrática, velando por inculcarlos en los jóvenes y proporcionando perspectivas críticas y objetivas, a fin de propiciar el debate sobre las opciones estratégicas y el fortalecimiento de enfoques humanistas. Todavía en los contextos universitarios no se llevan del todo propuestas y estrategias de formación en las carreras universitarias, desde la perspectiva de una formación concebida en un humanismo esencial, a la cual los teóricos le han dedicado atención en el orden epistémico; aspecto que no se garantiza solo a través de una formación rígida y esquemática, basada únicamente en lo científico-técnico, ni mucho menos en el orden exclusivamente de impartición de asignaturas y contenidos sociales, tal como hasta el momento se realiza, sino que debe ser considerada también desde una actividad formativa humanista profesional, centrada en las necesidades de la sociedad, de las relaciones sociales e interpersonales en que se desenvuelve y, con ello, ser expresión de la realidad en vínculo con la condición humana.
En el caso de las carreras universitarias de las ciencias de la salud, el enfoque en el sistema todavía es considerado como la posición que estudia las relaciones sociales e interpersonales de la vida humana, sin que impere una visión amplia que impulse la compresión e interpretación de esta realidad en el contexto universitario.
Actualmente se debe proponer que el estudiante adquiera los conocimientos y las habilidades, así como los valores y las valoraciones para enfrentar los problemas atentatorios al normal desarrollo de los seres humanos, por lo que el enfoque humanista le permite apropiarse de la conciencia de su papel histórico, lo que implica su ubicación en una etapa concreta del desarrollo social, es decir, cuando se involucran aspectos ideológicos, políticos y culturales.
Estas razones conducen a la crítica de la formación excesivamente pragmática que proporcionan en su mayoría las instituciones universitarias, dedicadas a la formación de profesionales, pues se orientan demasiado a formar expertos desde el punto de vista científico-técnico, sin advertir la necesaria apropiación de una dinámica como dimensión significativa en este tipo de formación.
La formación humanista constituye el proceso por el cual está representada la elaboración y apropiación por parte del sujeto, a través de la vida curricular, de una concepción integral acerca de la naturaleza, del hombre y de la sociedad.4 En tal sentido, para de Lira Bautista5 "la formación humanista constituye, entonces, uno de los retos de la educación que se ofrece en la universidades, pues es necesario que los profesionistas, en tanto intermediarios entre la ciencia, la tecnología y las humanidades respecto de la sociedad, sean conscientes de las posibilidades de utilización del conocimiento teórico y práctico en función del bienestar social".
Algunos autores6 consideran que en la formación de un profesional, los esfuerzos han de encaminarse al logro de la relación entre el ser y el deber ser, y derivado de ello, entre el saber hacer y el saber ser y valer. De ahí, que al asumir una formación humanista, se ha de transitar por el camino de la concepción del humanismo; es la motivación permanente que ha de diseñar y proyectar cada hombre con el propósito de lograr la autenticidad humana, esto es, la búsqueda de aquello que lo ennoblece y dignifica.
En esta investigación se considera que la formación humanista se puede potenciar tanto en el aspecto curricular como en el proceso docente educativo en toda su extensión; aquí es importante la educación del profesional en valores, pues en las carreras deben existir contenidos que eduquen en determinados valores, que pudieran ser los concebidos como generales: la igualdad, la equidad y el sentido de justicia, entre otros. Este enfoque pedagógico trata sobre el aspecto relacional de los valores humanos, que se manifiestan como motivos de la actuación y se convierten en reguladores de la conducta, expresados en el sistema de las relaciones sociales e interpersonales.
Un problema actual en las carreras, y que debe enfrentarse, está dado en que una formación orientada solo a desarrollar el nivel de conocimientos científico-tecnológicos, las habilidades, la inteligencia y el desarrollo cognoscitivo, no implica que necesariamente el individuo esté plenamente formado, que sea portador de valores humanos y asuma una actitud social de compromiso en las diversas facetas de su vida personal, familiar, profesional, y actúe, por tanto, con una visión humanista en pos de la regulación de las relaciones sociales e interpersonales entre todos los sujetos actuantes.
De ahí que la formación humanista del profesional ha de tener en cuenta el nivel de conciencia del individuo, su posición en el sistema de las relaciones sociales imperantes, lo cual condicionará el contenido significativo del valor asumido y su correspondencia con el sistema de los valores imperantes en la sociedad o no.
Es necesario revisar 2 modelos de formación humanista:7 el primero, universalista, es marcadamente autocentrado y etnocéntrico, sacraliza las tradiciones propias y por ello no dispone de una mirada autocrítica; este modelo es cerrado en su concepción y pobre en su aplicación, no es el modelo de educación que el país y el mundo de hoy necesitan. El segundo modelo es abierto y sensible a las diferencias, de formación integral en el sentido clásico, se basa en el respeto a la autonomía de las personas y en el reconocimiento positivo de la diversidad cultural. Este modelo formativo ocupa un lugar medular en la educación ecuatoriana de este siglo XXI, donde se precisa el desarrollo humano, por ser un país tan complejo y diverso, así como necesitado de cambios en las relaciones sociales e interpersonales dentro de la comunidad universitaria a partir de considerar la equidad y diferencia entre los seres humanos.
La universidad es la respuesta a la demanda de la sociedad, a sectores nuevos de conocimientos y a economías de los países en crisis, se ha "profesionalizado" para generar empleos y prestaciones técnicas rápidas y seguras; pero lo ha realizado en desmedro de una formación humanista, al transformarse en un mero instrumento estatal y de las fuerzas económicas dominantes.8 Así, la formación humanista se construye desde la perspectiva de la espiritualidad y de la formación cristiana.
Se evidencia en esta concepción, una limitada valoración contextualizada que desestima aspectos como la relación dialéctica de la política y lo sociocultural, los cuales son importantes para el análisis; no obstante, se concuerda con el hecho de que la universidad como entidad sociocultural debe responder a las nuevas exigencias sociales, aun cuando en este siglo se ha priorizado el conocimiento científico, tecnológico, minimizando y desvalorizando la formación humanista.
Cabe añadir que la formación humanista del profesional universitario representa la educación en valores, a través de las asignaturas sociohumanistas, y en particular del proceso educativo curricular y extracurricularmente organizado en las instituciones de educación superior, que la diferencian de aquella otra que por las vías del medio social, de las vivencias, de sus relaciones sociales, de sus estudios y conocimientos adquiridos fuera de la escuela, de la familia, de la propaganda y los medios de comunicación, de las organizaciones e instituciones sociales no educativas, entre otras, recibe y conforma.4
De esta manera se ratifica que los seres humanos realizan sus actividades en contextos específicos, condicionados fuertemente por una cultura de pertenencia y por su ubicación socio-económica; propuesta incluyente que desde su concepción apunta varias aristas desde la educación formal y no formal; sin embargo, no se han encontrado los mecanismos dinámicos que estipulados en el reconocimiento de la condición humana, como totalidad compleja y concreta, valorice al ser social, ni tampoco las estrategias para dirigir adecuadamente la formación humanista en los estudiantes universitarios desde la perspectiva de la equidad, la diferencia o la diversidad del ser social.
Otro criterio se basa en la intuición de que los seres humanos tienen la capacidad de escoger lo que quieren ser, que son plenamente humanos cuando dejan de ser pasivos receptáculos de lo que encuentran y se convierten en agentes innovadores de nuevos cursos en el mundo; ser autónomos es ser agentes responsables de sus vidas.7
Esta mirada epistémica no contempla la interacción de los seres humanos, dada en la esencia y existencia de ellos, donde si bien lo autónomo tiene un rol importante e innegable, según lo considerado en esta investigación, no ha de ser priorizada una formación humanista universitaria bajo estos preceptos, puesto que es significativo adentrarse en las relaciones sociales como el proceso capaz de dinamizar la equidad humana desde la óptica de la relación entre la unidad y la diversidad del ser humano.
En la Conferencia Regional de la Educación Superior de América Latina y el Caribe, realizada en el 2008, se declara que se debe reivindicar el carácter humanista de la educación superior, en función del cual debe estar orientada a la formación integral de personas, ciudadanos y profesionales, capaces de abordar con responsabilidad ética, social y ambiental los múltiples retos implicados en el desarrollo endógeno y la integración de los países, participar activa, crítica y constructivamente en la sociedad.9
La formación humanista universitaria no es suministrar "asignaturas de cultura general" de forma aislada, ni tampoco enseñar teóricamente las cualidades humanas o las ciencias del espíritu. Formar humanísticamente es educar integralmente al hombre,10 tal y como se afirma en el informe de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura -- UNESCO -- de 1995, de que el pilar de la educación del siglo XXI ha de ser "aprender a vivir juntos",11 y se proponen 4 pilares básicos para la educación: aprender a aprender, aprender a ser, aprender a hacer y aprender a convivir.
Conforme lo expuesto por otro autor,12 enseñar la condición humana, la identidad terrenal, la comprensión y la ética del género humano se constituye en un saber necesario para la educación del futuro; es decir, la educación ha de facilitar a los ciudadanos las competencias sociales necesarias para descubrir la realidad y los derechos del otro, y para participar en proyectos comunes donde se respete la identidad, exista la equidad y la igualdad entre todos los sujetos interactuantes en el contexto sociocultural.
Al dar sentido a la condición humana y a la identidad de los sujetos en el contexto como alternativa de la formación humanista universitaria, varios autores e investigadores han realizado estudios profundos que de una manera u otra han aportado consideraciones epistémicas de interés en la formación de los profesionales en la educación superior. Sin embargo, aun sesgan la dimensión de la formación humanista, sobre todo ante el dilema de la realidad en relación con la interacción y el vínculo entre lo femenino y lo masculino, como tipología de relación que marca la impronta de la necesaria equidad en la enseñanza universitaria; es aquí donde aun quedan abiertas brechas que limitan el carácter de la sustentabilidad humana desde la perspectiva del tratamiento teórico y metodológico en el currículo para la formación humanista universitaria en relación con lo genérico de los seres humanos.
CONCLUSIONES
El tratamiento teórico-metodológico para la formación humanista universitaria en los estudiantes de ciencias médicas es vital. La educación en valores, es una educación ética, y la ética se apoya en el pensamiento crítico, lo cual tributa adecuadamente a la formación de un profesional competente y acorde con las exigencias de la sociedad. De ahí la gran importancia que adquiere la educación moral en la conformación de modelos de conducta adaptados a situaciones que cotidianamente el hombre vive, y la gran incidencia que dicha moral adquiere en la variación de esas situaciones que contribuyen a la realización profesional de los estudiantes de la rama de la salud.
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Recibido: 7 de enero de 2016.
Aprobado: 15 de febrero de 2016.
Tania Vizcaíno Cárdenas. Universidad Técnica de
Cotopaxi, Avenida Simón
Rodríguez, Latacunga, Ecuador. Correo electrónico:tania_vizcaino@yahoo.es
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