Artículo de revisión
Fotoprotección y fotodaño en la niñez y la adolescencia
Photoprotection and photodamage in the childhood and adolescence
Dra. C. Myra M. Guerra
Castro1*
Al. Alfredo Daniel Alemán
Bacallao1
Al. Yenisey Román
Manrique1
1Hospital Universitario Faustino Pérez Hernández. Matanzas, Cuba.
*Autor para la correspondencia. Correo Electrónico: myraguerra.mtz@infomed.sld.cu
RESUMEN
Durante las últimas décadas se ha incrementado la incidencia del cáncer de piel,
debido fundamentalmente a la exposición a las radiaciones solares, por lo cual es importante la
protección desde las edades tempranas. Teniendo en cuenta lo anterior, se realizó una revisión
bibliográfica con el objetivo de describir los efectos que estas ocasionan en los seres humanos y las formas
de protección adecuadas. Se concluyó que el conocimiento y la implementación de las
recomendaciones para la fotoprotección, son necesarias para prevenir los efectos causados por dichas radiaciones.
Palabras clave: niño; adolescente; radiación ultravioleta; fotoprotección; fotodaño; fotoeducación.
ABSTRACT
During the last decades the incidence of the skin cancer has been increased, due fundamentally
to the exposure to the sun radiations, reason why it is important the protection since early
ages. Keeping this in mind, a literature review was carried out with the objective of describing
the effects that they cause in the human beings and the appropriate protection forms. It was
concluded that the knowledge and the implementation of the recommendations for photoprotection,
are necessary to prevent the effects caused by these radiations.
Key words: boy; adolescent; ultraviolet radiation; photoprotection; photodamage; photoeducation.
Recibido: 19/01/2018 Introducción
El interés científico en la radiación solar surgió en 1669, cuando Isaac Newton descubrió
el espectro de la luz visible en los colores del arcoíris. A principios del siglo XIX, Johann
Wilhelm Ritter identificó la luz ultravioleta y en 1932 William Coblentz propuso dividir el
espectro ultravioleta (UV) en tres tipos: UVC 100-280 nm, UVB 280 a 315 nm y UVA 315 a 400
nm.(1,2) Desarrollo
La piel regula la temperatura corporal, almacena agua, grasa, previene la entrada de bacterias
al organismo y protege de la radiación ultravioleta mediante la melanina, que absorbe hasta 99,9
% de la radiación; asimismo, participa en la producción de vitamina D, que interviene en
el metabolismo óseo, en el funcionamiento del sistema
inmune,(1) y en la protección contra
varios tipos de cáncer, artritis, enfermedades cardiovasculares y diabetes mellitus, entre otras.(19) - Proteger contra las radicaciones UVA y UVB. En la actualidad existen fórmulas para la prevención del daño solar, entre las cuales figuran
los compuestos químicos de alto costo, que solo pueden ser adquiridos por una pequeña parte de
la población.(26) Las personas que tienen la información, pero no cuentan con los recursos
económicos se ven limitados a usarlos, por ejemplo: cremas fotoprotectoras con filtros UVB (más baratos)
o con filtros UVA (más caros), al igual que uso de lentes con protección UV y ropas
fotoprotectoras, entre otros.(1)
Aprobado: 06/07/2018
Más tarde, en 1995, las distintas evidencias experimentales y clínicas establecieron una
relación causal estrecha entre el cáncer de piel y la exposición a la radiación ultravioleta
(RUV).(3) En ese año la Organización Mundial de la Salud
(OMS) y otras instituciones desarrollaron el
Índice Ultravioleta Solar (IUV), para expresar de forma numérica la probabilidad de lesiones cutáneas
y oculares, así como el tiempo de presentación de
estas.(2)
En 2003, el director general de la OMS advirtió: "
el riesgo de desarrollar complicaciones para
la salud por sobreexposición a las radiaciones ultravioletas se está convirtiendo en un
problema importante de salud pública..." y destacó su relevancia por la elevada incidencia de lesiones
malignas en la piel.(3)
Toda la humanidad está expuesta a los rayos ultravioleta, una forma de radiación cuya
intensidad depende de diversos factores ambientales: la posición del sol, la latitud, la altitud, la estación del
año, la nubosidad, la reflexión del suelo y la capa de ozono; este último es el elemento más destacado
por diversos autores.(1,4,5) La disminución del gas por la acción de sustancias agotadoras de
ozono (clorofluorocarbonos y otras), empleadas por el hombre, aumentan la cantidad de
radiaciones que llegan a la superficie terrestre.
Son varios los elementos que condicionan que en Cuba las personas reciban un alto índice de
RUV y, por tanto, sufran sus consecuencias, entre ellos se citan: la cercanía del archipiélago al
Ecuador, la disminución de la cobertura nubosa en la mayor parte del territorio, lo que propicia la llegada
a la tierra de forma mantenida de radiaciones en mayor cantidad e intensidad, así como la
preferencia de los cubanos por el disfrute de los baños al sol en las playas, asociado a la moda de
broncearse como símbolo de salud y belleza, y la no tendencia a la utilización de fotoprotectores
solares.(6,7,8)
A escala mundial el cáncer de piel es una neoplasia frecuente en el ser humano y su
incidencia ha aumentado durante las últimas décadas como expresión de hábitos de mayor exposición
a radiaciones ultravioletas, en especial a la RUV-B.
Entre sus variantes principales se encuentran los tumores no melanomas (90 % de los casos) y el melanoma, menos frecuente pero de
mayor malignidad.(9,10,11)
Según la Sociedad Americana del Cáncer, el incremento anual del melanoma es de 0,6
% entre adultos mayores de 50 años. En 2016 el estimado de nuevos casos fue de 76
380, que representa 4,5 % de todos los nuevos casos de
cáncer.(12,13,14)
El riesgo de desarrollar melanoma se relaciona en gran medida con el antecedente de más
de una quemadura solar intensa e intermitente en la infancia o la adolescencia, que es
más frecuente en los meses de verano. Así,
una correcta protección durante estas etapas
podría reducir en 78 % la incidencia de carcinomas en edades
posteriores.(15,16,17)
Como bien se registra en el Anuario Estadístico de Salud de 2015, la incidencia del cáncer de
piel en el 2012 fue de 59,5 casos por cada 100 000 habitantes en el sexo masculino y de 46,6 en
el femenino, de manera que constituyó el más frecuente entre todas las
localizaciones.(14) Es por ello que se impone promover las formas de protección, aspecto importante para la
prevención de los efectos dañinos ocasionados por la radicación solar desde edades tempranas.
La OMS estima que el cáncer de piel se ha incrementado en los últimos años y que la
exposición a las radiaciones ultravioletas se considera un factor
determinante;(1,6) también refiere que
la niñez y la adolescencia son etapas susceptibles a las consecuencias del daño solar.
Al respecto, se señala que una problemática en común es la falta de información relacionada
con la protección solar, pues se evidencia en el déficit de conocimientos y hábitos adecuados en
la población.(1)
Durante la niñez, los padres son quienes deben responsabilizarse con el cuidado de sus hijos
y fomentar en ellos hábitos saludables a través de su
ejemplo.(18) Específicamente los
adolescentes realizan un gran número de actividades al aire libre y reciben un elevado porcentaje
de radiaciones ultravioletas debido a la baja percepción de riesgo.
La protección durante estas etapas disminuye la probabilidad de desarrollar cáncer de piel
y otros efectos dañinos en la adultez, por ello considera importante el empleo y conocimiento
de formas eficaces de protección desde los primeros momentos de la
vida.(3) Teniendo en cuenta lo anterior, se realizó una revisión bibliográfica con el objetivo de describir los efectos
que ocasionan las radiaciones solares en los seres humanos y las formas de protección adecuadas.
Por otra parte, la luz solar ocasiona daño cutáneo debido a que las radiaciones UV son
absorbidas por el ADN, ARN, proteínas, lípidos de membranas y organelas celulares presentes en las capas
de la piel y en el sistema vascular. Aproximadamente 95 % de las radiaciones que inciden en la
piel son infrarrojos (>760 nm) y luz visible (400-760 nm) y solo 5 % es RUV, de la cual 2 %
corresponde a los rayos UVB (290-320m) y 98 % a los rayos UVA (320-400 nm); mientras que la
radiación UVC (<290 nm) no llega a la piel, al no traspasar la capa de
ozono.(12)
La RUV, al ser absorbida por las moléculas cutáneas y originar especies reactivas de oxígeno
(EROS) y radicales libres, induce a estrés oxidativo. De esta forma, se daña el ADN por efecto directo de
la radiación UVA o UVB, lo cual da lugar a procesos inflamatorios, desnaturalización proteica
e inmunosupresión por disminución del número de células de Langerhans epidérmicas. (12)
El efecto nocivo de la RUV en la piel (fotodaño) se debe a la acumulación de lesiones
producidas por las exposiciones de las personas a lo largo del tiempo, donde se consideran más
peligrosas aquellas que han tenido lugar durante la infancia y, sobre todo, las que cursan con episodios
de inflamación de la piel o quemaduras
solares.(20)
La exposición aguda a las RUV produce eritema, quemaduras, hiperpigmentaciones
cutáneas, fotoqueratitis y fotocojuntivitis; mientras que sus efectos a largo plazo son
el fotoenvejecimiento, la inmunosupresión y la
carcinogénesis.(16,20,21)
El fotoenvejecimiento cutáneo (FEC) se deriva de la combinación del envejecimiento biológico
y de los daños causados a largo plazo por la exposición solar. Varios autores plantean
que comienza desde el propio nacimiento del individuo y los signos son evidentes a partir de los
30 años de edad; en tanto, la celeridad e intensidad del proceso está determinada por el fototipo
de piel, los hábitos tóxicos, la alimentación, mecanismos genéticos, las
enfermedades concomitantes, la calidad del descanso y el nivel de fotoprotección, entre
otros. Este conduce a la pérdida de la elasticidad de la piel, la formación de arrugas, engrosamiento de la dermis y
la epidermis, así como despigmentación y
telangiectasias.(5,20)
La radiación infrarroja contribuye al fotoenvejecimiento, es responsable del eritema ab igne y disminuye la neoformación de colágeno.
Para protegerse de ella, se dispone de agentes antioxidantes, incluso, algunos con actividad mitocondrial, por ejemplo el té verde (galato
de epigalocatequina) y el Polypodium
leucotomos.(12)
Diferentes autores destacan que entre 60 y 80 % de la exposición solar a lo largo de la vida
tiene lugar antes de los 18 años de
edad.( 10,21,22) Así, los niños y adolescentes son los más vulnerables a
la radiación, debido a que en la infancia el sistema natural de protección no está desarrollado y,
por tanto, el daño solar es máximo y acumulativo en ellos.
En este grupo de edad se han intensificado las prácticas de riesgo relacionadas con la
exposición solar, motivadas por el deseo del bronceado, el tiempo que pasan al aire libre, la falta de
control paterno y la baja percepción de riesgo, debido a que los efectos perjudiciales no son
inmediatos, pero se incrementa la vulnerabilidad a enfermedades
prevenibles.(7,17,23)
La educación desde edades tempranas resulta imprescindible en la prevención de los efectos
nocivos, a corto y largo plazos, por la exposición solar inadecuada. De ahí que los padres deben
promover hábitos de protección solar en el niño, a fin de inculcarles una "cultura fotoprotectora";
asimismo, en los centros escolares los docentes deben desempeñar una función protagónica en ese sentido
e incluir en los programas de estudio temas vinculados con el cuidado de la salud desde la
infancia, como es la protección solar. Con el apoyo de los medios de difusión masiva y de las redes
sociales también se pueden lograr hábitos y actitudes
positivas.(3,17,24)
Se considera fotoprotección a las medidas que previenen los daños cutáneos inducidos por
la radiación solar.(10) La piel se protege de forma natural por sus mecanismos de reparadores de
las células, folículos pilosos, engrosamiento de sus capas más superficiales y la síntesis de
melanina.(2)
La sensibilidad de cada individuo frente a la luz solar está determinada por la genética. Se
definen 6 tipos de pieles (fototipos) según su respuesta a la acción eritematógena de la radiación solar y
de su capacidad de bronceado. Para su identificación se utiliza la escala de fototipos cutáneos
de Fitzpatrick,(1) que es la seleccionada por considerarse la más divulgada en el mundo
actual.
Los protectores solares son productos que se aplican sobre la piel con el fin de protegerla de
los efectos de las radiaciones ultravioletas e impedir el paso de un gran porcentaje de
estas.(1)
El factor de protección solar (FPS) cuantifica la protección frente a quemaduras solares
(expresada en tiempo y no en proporción). Un FPS de 30, bloquea 96,7 % de la
RUV.(25)
El protector solar ideal debe brindar los beneficios
siguientes:(2)
- Evitar la producción de ERO por daño solar.
- Contener enzimas activas que estimulen la reparación del ADN.
- Ser estable, seguro y fácil de aplicar de manera uniforme.
- Ser cosmético, resistente al agua, al sudor y a la abrasión.
- No ser comedogénico e hipoalergénico.
- No ser absorbible.
- Tener un precio accesible y asequible.
Numerosos ingredientes de origen biológico (carotenoides, polifenoles, extractos de
plantas, vitaminas, proteínas, ácidos grasos y otros compuestos) tienen gran capacidad antioxidante
y antienvejecimiento, ya sea por vía oral o tópica. Muchos de estos productos no solo han
demostrado su eficacia, sino también una seguridad apreciable y un alto valor como
cosméticos.(12)
Nuevos avances en cuanto a antioxidantes orales y tópicos, así como agentes subcutáneos
(extracto de Polypodium leucotomos, afamelanotide y nicotinamide) han sido reconocidos en
recientes investigaciones, dadas sus propiedades fotoprotectoras y
antifotocarcinogénicas.(27)
La existencia de nuevas formas de protección de origen biológico, que pueden ser empleadas
por vías oral o tópica, ofrecen nuevas expectativas para la producción de compuestos más seguros
y accesibles para la población.
Diferentes autores,(21,28,29) proponen una serie de recomendaciones para la protección solar,
basados en la evidencia existente, entre las cuales resaltan:
- Evitar la exposición al sol entre las 10:00 y las 17:00 horas (varía según la latitud del planeta). La aplicación de las recomendaciones sobre fotoprotección, la actualización de los
conocimientos a partir de resultados con un alto grado de evidencia científica y la realización de
nuevas investigaciones e intervenciones en la población, son útiles en la prevención de los
daños ocasionados a la salud por la exposición solar inadecuada.
Conclusiones
Se concluye que la exposición solar inadecuada causa en los seres humanos efectos a corto y
largo plazo, por lo que resulta importante la protección desde edades tempranas de la vida. En ese
sentido, la combinación de los compuestos por vía oral, con la fotoprotección convencional, es
reconocida como eficaz y segura; asimismo, el conocimiento y la implementación de las
recomendaciones para la fotoprotección ayudan a prevenir los efectos causados por la exposición inadecuada a
la radiación solar, entre los que resalta el cáncer de piel.
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- Aplicar protector solar con la piel seca, 30 minutos antes de salir al aire libre,
etiquetado con un factor de protección solar
(FPS) de 30 o más.
- La cantidad de fotoprotector adecuada para la formación de una buena película es de 2
mg/cm2 y la cantidad mínima para cubrir todas las irregularidades de la piel (vellosidades), de
1mg/cm2.
- Aplicar el protector solar cada 2 horas o después de nadar, incluso si usa un
producto resistente al agua.
- No usar dichos protectores en menores de 6 meses de edad.
- Permanecer a la sombra.
- No usar las camas solares de bronceado.
- Utilizar ropa adecuada, camisas con mangas largas y pantalones para cubrir la
piel expuesta.(14) Elegir los colores oscuros, tejidos estrechos y telas gruesas, donde la RUV es
menos capaz de penetrar. Existen ropas etiquetadas con factor de protección ultravioleta, pero lo
ideal es que sea de 40 o más.
- Usar sombrero de ala ancha para proteger los ojos y la cara.
- Elegir los lentes de sol con filtro para RUV con 99 y 100 % de protección UVA/ UVB, a fin
de reducir la cantidad de radiación que llega a la superficie del ojo.
- Ingerir abundantes líquidos, frutas y vegetales, preferentemente con alto contenido
de betacarotenos: zanahorias, calabazas y naranja, entre otros.
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