La familia posee una función esencial en la formación de las futuras generaciones, pues en ella radican los cimientos para la educación en valores que contribuirán al desarrollo de la sociedad saludable y virtuosa que se necesita. Por ello, resulta impostergable mejorar las bases teóricas y metodológicas que orienten su actuación, así como también lograr herramientas eficaces para motivar y adiestrar en el despliegue de su papel rector educativo para cimentar generaciones de calidad, lo cual constituye un reto imprescindible. Al respecto, en este artículo se buscó revitalizar y enriquecer esos principios sin obviar el contexto actual que se vive, y además se brindan herramientas que posibilitan un mejor desempeño de la familia en la labor educativa de los valores.
The family possesses an essential function in the training of the future generations, because the foundations for values education reside in it so that they will contribute to the development of the healthy and virtuous society that it is needed. Reason why it is inevitable to improve the theoretical and methodological bases that guide their performance, as well as to achieve effective tools to motivate and train in the display of its educational rector role to build quality generations, which constitutes an indispensable challenge. In this respect, this work is aimed at revitalizing and enriching those principles without obviating the current context that we are living, and some tools are also offered that facilitate a better family performance in the educational work of values.
- familia;
- educación en valores;
- funcionalidad familiar;
- vulnerabilidad familiar.
- family;
- values education;
- family functionality;
- family vulnerability.
Introducción
La familia está presente desde la comunidad primitiva y es el lugar ideal para forjar los valores, lo cual resulta el objetivo imprescindible para alcanzar un modo de vida más humano y saludable que posteriormente se transmitirá a la sociedad entera. En la comunidad se enseñan, desde la infancia, los primeros valores que serán sustento para la vida en sociedad; por ende, se inicia allí la vida social.
Se designa como familia al grupo de personas que poseen un grado de parentesco y conviven como tal. La palabra familia proviene del latín famulus que significa 'sirviente' o 'esclavo'. Según la sociología, el término familia se refiere a la unidad social mínima constituida por el padre, la madre y los hijos; según el derecho civil, es un grupo de personas relacionado por grado de parentesco. Al respecto, se estipulan tres tipos de parentescos: por consanguinidad -personas que descienden del mismo progenitor-, por afinidad -relación que se da entre el cónyuge y los parientes consanguíneos de su cónyuge- y civil -adopción-.
La función social de la familia es la responsabilidad de promover la educación y el buen comportamiento ante el medio social, es decir, educar a sus miembros bajo valores morales y sociales, esenciales para el proceso de socialización del niño. En ella deben prevalecer la armonía, la confianza, la seguridad, el respeto, los afectos, la protección y el apoyo necesarios para la resolución de problemas, a fin de que la persona misma cultive los valores para trasmitirlos y enseñarlos a los demás. En la familia se establece una relación de afinidad, sentimientos, afectos e intereses, basada en el respeto mutuo y el diálogo para la convivencia.
La familia tiene 2 funciones: una con los niños y otra con los adultos. A los niños tiene que formarlos para que estos aprendan a salir de sí mismos y relacionarse con las demás personas en igualdad, respeto a las necesidades y la diversidad. En cuanto a los adultos, se deben brindar los espacios para superar el establecimiento en sus rutinas y crear actitudes de apertura, flexibilidad, solidaridad y encuentro mutuo. Teniendo en cuenta los aspectos que preceden, el objetivo de este artículo es revitalizar y enriquecer esos principios, sin obviar el contexto actual, así como ofrecer herramientas que posibiliten un mejor desempeño de la familia en la labor educativa de los valores.
Desarrollo
Hoy día la estructura familiar en la sociedad ha cambiado. Existen diferentes tipos de familia: nuclear, compuesta, extendida, monoparental, homoparenteral; también existen familias poligamias (poliginia o poliandria). Por otra parte, en biología, las familias son categorías taxonómicas para clasificar los seres vivos de acuerdo a una escala evolutiva.1,2,3
Como institución, es una forma de organización social que rige la interacción entre los sujetos que la integran y está regulada por la Constitución de la República y las normas del Código de Familia; en tanto, como grupo social, configura un sistema de interacción propia, donde se reciben las primeras experiencias de la vida, trascendente en la formación del hombre por los valores que en ella se viven.
En el contexto cubano se concibe una comunidad que se preocupa por la vida social, por la interacción entre los seres humanos, solidaria, con alto grado de participación, una comunidad donde el valor integral de la familia es necesariamente imprescindible, por lo que resulta importante su fortalecimiento; la vida familiar identifica al hombre y lo marca hacia el futuro.
Fabelo Corzo,4 al referirse a los vínculos entre valores y familia, señala tres tipos de familia, como resultado de una determinada opción ética entre el tener y el ser: la de subsistencia, la de lucro y ostentación, y la de desarrollo de la calidad de vida, como criterios básicos para la estructura familiar. Las circunstancias sociales que envuelven a la familia pueden provocar el tránsito en uno u otro sentido. La sociedad siempre tiende a organizarse y funcionar en la órbita de un único sistema de valores, instituidos y oficialmente reconocidos.
Al abordar esta temática, en el análisis de la agrupación familiar, no deben obviarse los cambios en los ámbitos social y económico, entre otros; tampoco se puede omitir que actualmente se has globalizado las tecnologías de internet como medio de comunicación; estas cuestiones contribuyen de forma directa en las transformaciones del contexto.5,6,7
El valor nace y se desarrolla cuando cada uno de sus miembros asume con responsabilidad el papel que le toca desempeñar en la familia, procurando el bienestar, el desarrollo y la felicidad de todos.
Asimismo, se deben considerar las múltiples definiciones de familia, pero sobre todo es necesario contextualizarlas en la sociedad actual. Es importante reflexionar sobre la trascendencia y el futuro de la familia, y su impacto sobre la comunidad y en el desarrollo del país, también sobre los aspectos positivos y negativos que puede tener la familia, y participar de forma integral en la planeación de acciones que permitan educar y conducir a la familia de forma adecuada, en correspondencia con el contexto actual. No se puede dejar la responsabilidad a los gobernantes, a la escuela; la responsabilidad es de todos: padres, estudiantes, maestros, vecinos, administrativos, dirigentes de la comunidad.
La primera educación que recibe el niño es en su hogar, de modo que este es su primer ámbito social. Por ende, la educación es responsabilidad de los padres y es un derecho de los hijos recibirla de forma adecuada dentro de un ambiente propicio; de ahí, la importancia de la familia en la formación de valores de sus hijos en los primeros años de vida; la transmisión de estos crea un vínculo afectivo que ayuda a su desarrollo integral futuro.8,9,10
Resulta oportuna destacar que los valores son principios y creencias que determinan actitudes y formas de comportarse. Indican qué es importante y qué no lo es para cada persona, proveen una guía de comportamiento, muestran lo que es deseable y merece la pena. De igual modo, los valores personales difieren de una persona a otra y los culturales son compartidos por amplio grupo de personas. Cuando no se tiene valor positivo y deseable por la sociedad constituye un antivalor.11,12 Los autores de este artículo concuerdan con los criterios anteriores.
Los valores son una guía general de conducta, definidos también como determinaciones espirituales que designan la significación positiva de las cosas, los hechos, los fenómenos, las relaciones y los sujetos, para un individuo, un grupo, una clase social o la sociedad en su conjunto.
Se forman en el proceso de interacción entre los hombres y el objeto de su actividad, en la producción y reproducción de su vida material y espiritual. Se convierten en formaciones internas del sujeto, acorde al nivel de desarrollo alcanzado, la experiencia histórico-social e individual y el impacto de los factores de influencia educativa. Asimismo, constituyen un sistema, conforman una jerarquía entre ellos, decisiva en los momentos de elección moral.
Al analizar el tema de los valores, no es posible hacerlo sin considerar la esencia de estos en las diferentes ciencias que lo estudian como categoría: la axiología, la filosofía, la sociología y la psicología, desde el punto de vista histórico y pedagógico. En todas se señalan referentes de gran interés, que se deben adoptar para llevar a cabo acciones que posibiliten cambios positivos en las familias y la comunidad.
La educación en valores es un proceso activo, complejo y contradictorio como parte de la formación de la personalidad; se desarrolla en determinadas condiciones histórico-sociales, en las que intervienen diversos factores socializadores, como la familia, la escuela, la comunidad, los medios de comunicación masiva, las organizaciones políticas y de masa, entre otros.
Resulta esencial apropiarse de estos referentes por su importancia y significación en el contexto actual de la sociedad cubana y la necesaria interiorización y actuación de cada uno de sus miembros, de manera especial desde la familia. Se considera la categoría “educar en valores” como un proceso donde el accionar de los diferentes actores sociales para la formación de los educandos es planificado, orientado, intencionado y controlado.
Al referir el término “educar en valores” se requiere entender la categoría educación como un proceso de inculcación y asimilación cultural, moral y conductual, por el cual las generaciones jóvenes incorporan o se apropian del patrimonio cultural de los adultos. Es una realidad resultante del desarrollo histórico alcanzado y el núcleo esencial de esa formación deben ser los valores morales.
En ese orden de ideas, la educación en valores es el proceso por el cual las personas incorporan normas éticas en su aprendizaje habitual. Puede ser implementado a través de una actividad que tenga lugar en cualquier organización de enseñanza formal o no, donde las personas reciben pautas morales para una convivencia orientada en principios y valores humanos, basada en la experiencia personal y colectiva, para evaluar comportamientos asociados con el bienestar y la reflexión. Su objetivo es proporcionar una formación integral, vertebrada en la armonía (propiedad esencial de verdadera educación).
Existen dos enfoques para esta concepción pedagógica: una, como forma de inculcar o trasmitir valores que provienen de reglas sociales, religiosas, éticas o culturales; y la otra, como una especie de diálogo socrático, donde las personas internalizan gradualmente la propia comprensión de lo que es buena conducta para ellos y su comunidad.9 Ambas pueden contribuir a los objetivos de este trabajo.
Educar en valores es la acción planificada, orientada y controlada que ejercen la familia, la escuela y la comunidad en las nuevas generaciones, para cumplir con el encargo social del que son responsables; no es abstracta ni espontánea, sino sistemática, intencionada, coherente y cohesionada entre los diferentes agentes que intervienen en ella; igualmente se requiere lograr una motivación que movilice a los que se educan en querer hacer y sentir suyo lo que hacen, de modo que lo que ven hacer o hacen está en correspondencia con su manera de sentir y de actuar; se traduce en implicación, compromisos e identificación consciente en lo que se realiza, en el desarrollo de la autoconciencia.13
Todas estas ideas de pensadores y estudiosos del tema son imprescindibles en la sociedad y no deben considerarse de forma simbólica o en abstracto, sino que deben analizarse y reflexionarse, a fin de que todos los que tienen el deber y la obligación de participar en la educación en valores se pertrechen con los conocimientos que ayuden a desarrollar acciones eficientes para cambiar todo lo que necesite un cambio. Al respecto, la familia posee el papel fundamental como base de la sociedad que se desea construir: más saludable, humana y feliz.
Valores éticos
La ética analiza y estudia la moral y el comportamiento humano. Los valores morales se componen por un conjunto de reglas que son definidas de acuerdo con la sociedad que se esté estudiando. Los valores éticos son personales, cotidianos, perdurables, para el bienestar individual, mientras que los valores morales son colectivos y establecidos por la sociedad, y pueden cambiar a lo largo del tiempo en función de las costumbres; de manera que la moral establece las normas mientras la ética estudia si su práctica es beneficiosa o no.
La aplicación de los valores éticos en la vida cotidiana es el sustento para una sociedad armónica, tranquila, con la menor conflictividad posible. Su puesta en práctica debe reflejarse tanto en el hogar como fuera de este, bien sea en el trabajo, el lugar de estudio o el área de recreación, entre otros ámbitos.14,15,16
Valores familiares
Los valores familiares son el conjunto de creencias, principios, costumbres, relaciones respetuosas y demostraciones de afecto que se trasmiten a través de generaciones; fortalecen los lazos de unión, respeto y confianza. Los primeros valores morales, personales y sociales se aprenden en el hogar, mediante las enseñanzas que los padres trasmiten a sus hijos, luego de que ellos las recibieron por sus familiares o seres queridos.17
En términos generales, los valores familiares son todos aquellos considerados como aceptables ante la familia. En algunos casos, y por diversas razones, existen familias cuyos valores son negativos o malos, en las que impera la banalidad, el egocentrismo o el sentido de superioridad, y enseñan o trasmiten valores que conducen a actuar de manera incorrecta en la sociedad.
Es importante que las familias tengan bien definidos los valores sobre los que se basan, ya que, a su vez, estos serán trasmitidos a sus descendientes. Tener valores consistentes forma parte de la construcción de la familia, de su unidad y la confianza entre todos sus integrantes.
Valores fundamentales para la familia cubana
Sobre la base de todos los elementos anteriores, surgió la motivación para realizar este trabajo, al observar la necesidad de que cada familia, maestro, profesor, administrativo, funcionario, vecino; en fin, todo el que se siente ser humano, piense con profundidad en esto y actúe en función de llevarlo a la práctica, si se desea en realidad contribuir al desarrollo de una sociedad saludable, humana, solidaria, llena de virtudes y feliz para todos.
Existe una larga lista de valores familiares que se ponen en práctica y se trasmiten de generación en generación en cada familia; algunos se destacan por su importancia y necesidad en la sociedad.18,19,20
Los autores de este trabajo consideran 5 valores fundamentales para la familia cubana, por su trascendencia y necesidad, con el objetivo de contribuir al fortalecimiento y desarrollo de los modos de actuación en el contexto actual: responsabilidad, humanismo, honestidad, justicia y solidaridad. Se deben lograr estos valores sin obviar otros que también tienen importancia, pues todos juntos funcionan en sistema.
La responsabilidad se entiende por el cumplimiento del compromiso contraído ante sí mismo, la familia, el colectivo y la sociedad. Como modos de actuación figuran desarrollar con disciplina, conciencia, eficiencia, calidad y rigor las tareas asignadas; aceptar la crítica y autocrítica; propiciar un clima de compromiso, consagración y nivel de respuesta a las tareas asignadas; conocer y respetar la legalidad socialista y las normas administrativas establecidas; promover un modo de participación democrática, donde los individuos se sientan implicados en los destinos de la familia, la comunidad, de su colectivo estudiantil, laboral y del país; respetar, defender y fomentar la propiedad social sobre los modos de producción; cuidar el medio ambiente. Al respecto, de la ética de José Martí puede citarse: “No puede ser: ver un deber y no cumplirlo es faltar a él”.
Humanismo es el amor hacia los seres humanos y la preocupación por el desarrollo pleno de todos sobre la base de la justicia. Como modos de actuación se encuentran sentir los problemas de los demás como propios, brindar afecto, comprensión; mostrar interés, preocupación, colaboración, entrega generosa hacia las personas; respetar las personas sobre la base del valor intrínseco del ser humano; propiciar un clima de confianza, respeto y amistad entre las personas, en la familia, la comunidad, el colectivo estudiantil o laboral; propiciar un clima en el que puedan expresar sus sentimientos, opiniones y preferencias; escuchar a los demás con empatía y comprensión; autocontrolar manifestaciones de agresividad hacia otras persona; ser altruistas, generosos y desinteresados. También puede resaltarse y apropiarse la ética de José Martí, quien expresó: “La cobardía y la indiferencia no pueden ser nunca las leyes de la humanidad. Es necesario para ser servido de todos, servir a todos”.
La honestidad se expresa al actuar de manera sincera, sencilla y veraz. Permite expresar un juicio crítico y el ser capaz de reconocer sus errores en tiempo, lugar y forma adecuada, para contribuir al bien propio, colectivo y de la sociedad. Es lograr armonía entre el pensamiento, el discurso y la acción. Como modos de actuación figuran apegarse de manera irrestricta a la verdad, ser sincero en su discurso y consecuente en su acción, tener valentía para expresar lo que se piensa, combatir manifestaciones de doble moral, hipocresía, traición, fraude, mentira; ser autocrítico y crítico. Referente a lo anterior, se toma la ética de Fidel Castro: “(…) Es no mentir jamás ni violar principios éticos”.
Justicia es el respeto a la igualdad social, que se expresa en que los seres humanos sean acreedores de los mismos derechos y oportunidades, sin discriminación por diferencias de origen, edad, sexo, ocupación social, desarrollo físico, mental, cultural, color de piel, credo y de cualquier otra índole. Como modos de actuación pueden mencionarse los siguientes: cumplir y hacer cumplir la legalidad socialista, luchar contra todo tipo de discriminación en los ámbitos familiar y social, promover en los ámbitos políticos, económicos y sociales la incorporación del ejercicio pleno a la igualdad, valorar con objetividad los resultados de cualquier actividad laboral y social, contribuir con su criterio a la selección de personas que, por sus méritos, sean acreedoras de reconocimiento moral y material. Puede seguirse la ética de José Martí: “Mientras que la justicia no esté conseguida, se pelea”.
Solidaridad, por su parte, es comprometerse en idea y acción con el bienestar de otros: la familia, la escuela, los colectivos laborales, la patria y otras naciones, siempre brindando atención a todos los seres humanos por igual. Como modos de actuación figuran identificarse con las causas justas y defenderlas, estar dispuesto a realizar acciones internacionalistas dentro y fuera del país, al precio de cualquier sacrificio; contribuir al cumplimiento de las tareas colectivas; participar activamente en la solución de los problemas del grupo y la comunidad; promover actitudes colectivistas, de austeridad, modestia; fortalecer el espíritu de colaboración; desarrollar consultas colectivas, diálogos y debates para identificar los problemas y la unidad de acción en la solución. Cabe mencionar la ética de Fidel Castro: “Solidaridad no es dar lo que nos sobra, sino compartir lo que tenemos”.21
Crisis de valores morales y sociales en el mundo actual
En estos momentos es muy común escuchar frases como "se están perdiendo los valores", "existe una pérdida total de valores", "en mis tiempos están cosas no pasaban". Por lo general estos comentarios corresponden a la pérdida de valores morales y sociales. Cada ser humano tiene una concepción distinta de lo que son los valores morales, lo que para algunos es moral, para otros puede ser inmoral. Acosta22 refiere que uno de los mayores problemas de la sociedad actual es que carece o no quiere respetar los valores morales, los que representan la guía o el código de reglas necesarias para la mejor convivencia colectiva.
Durante los últimos años se ha hecho frente a una gran disminución de valores sociales y morales, y un aumento de conductas antisociales y deshumanizadas, llenas de odio, egoísmo, violencia e indiferencia ante el prójimo. La razón de esto quizás sea responsabilidad de todos, ya que poco a poco el ser humano se ha deshumanizado, convirtiéndose en una máquina, presa del estrés diario y aupado por la tecnología, dejando de lado la convivencia cara a cara con sus semejantes.
La crisis de valores que se vive en la actualidad se manifiesta en todos los aspectos de la vida humana: el modo de hablar, de relacionarse, de vestirse; la forma en que se quiere acumular todo, ya sean posesiones materiales, información, o hasta gente; y el ambiente laboral. Mientras más posesiones tiene el ser humano, más vacío se siente, pues el consumismo exagerado lo aleja de los valores y principios morales que son la base de su existencia.
Otro aspecto importante en esta crisis de valores es el predominio de la actividad cerebral y el poco desarrollo de las emociones, lo cual se fomenta a través de la enorme cantidad de información con la que se cuenta hoy a través de los medios de comunicación e internet; cuestiones que se deben cuidar sobre todo en los niños y jóvenes. Los valores repercuten en todos los ámbitos de la sociedad.
La problemática que ha originado esta crisis de valores proviene de la infancia, ya que en esta etapa es cuando se forjan muchos de los valores que dirigirán la vida de una persona. Por ello resulta de vital importancia que los niños reciban en sus familias y en las escuelas una educación integral, centrada en la persona como ser único e irrepetible. Así, al convertirse en adultos serán capaces de desarrollar un pensamiento ético y tendrán una visión diferente de la vida. Los autores de la presente investigación consideran que este aspecto debe ser materializado en la sociedad cubana.
Los valores se conciben de acuerdo con los parámetros y las necesidades de cada sociedad. Sin embargo, siempre se relaciona con el lado bueno, perfecto y valioso. La moral y la ética son inherentes al ser humano, que va interiorizando los valores morales desde el núcleo familiar, fundamental a través del ejemplo. A medida que se madura y se crece como persona, se va adquiriendo otro tipo de valores, entonces se comienzan a interiorizar los valores sociales.23 Estos referentes son de gran importancia, pues el ejemplo es inherente para la formación de las futuras generaciones.
Cabe destacar cómo a medida que se avanza de generación en generación, la concepción de los valores ha perdido autenticidad en las sociedades; los jóvenes no manifiestan el mismo respeto a sus mayores, los abuelos ya no tienen la misma significación en la familia ni en la sociedad que años atrás; se le da valor a temas tan superfluos como la moda, la vanidad, la superioridad; se pierde así el sentido de cooperación con sus semejantes.
Los niños utilizan palabras que antes eran prohibidas en esas edades por los adultos; ahora las dicen y no siempre existe la adecuada censura y enseñanza por quienes deben corregirles en la familia; tampoco se analiza que si conocen esas palabras es porque las han escuchado antes, desde luego en los adultos. A estas cuestiones se les debe prestar atención para solucionarlas de inmediato.
Los cambios económicos a nivel mundial que repercuten en la sociedad cubana es otro elemento de gran importancia que no se puede obviar, pues influye de forma integral en la familia. Algunos de estos aspectos son señalados por Díaz Tenorio, en su trabajo.24
Todo esto tiene una función principal en la crisis social por la que atraviesa el mundo entero, de lo cual no se puede excluir a Cuba. Se incrementan la delincuencia, el abandono de los estudios, el embarazo precoz en adolescentes, el número de niños en situaciones difíciles, el tráfico de drogas, la prostitución, entre otros tantos males que preocupan.
En la familia cubana actual, el matrimonio ya no tiene la misma estabilidad y connotación, existen diferentes estructuras y tipos de familia, por supuesto, con diferentes caracteres e influencias. El respeto hacia las personas adultas, la disciplina dentro y fuera del hogar con todos y para todos, han contribuido a que las familias no cumplan sus funciones de forma saludable y se tornen en no funcionales y vulnerables, unido a otros elementos económicos, culturales y organizacionales.25,26
La vulnerabilidad puede definirse, en este contexto, como la capacidad disminuida de una persona o un grupo de personas para anticiparse, resistir y hacer frente a los efectos de un peligro natural o provocado, y para recuperarse de estos. Es un concepto relativo y dinámico. La vulnerabilidad casi siempre se asocia con la pobreza, pero también son vulnerables las personas que viven en aislamiento, inseguridad e indefensión ante riesgos, traumas o presiones.
La vulnerabilidad puede adoptar diferentes formas: la pobreza y la falta de preparación, que pueden dar lugar a una respuesta más lenta. La capacidad puede describirse como los recursos de que disponen las personas, familias y comunidades para enfrentar una amenaza o para resistir los efectos de un peligro, que pueden ser físicos o materiales, pero también puede encontrarse en la forma en que está organizada una comunidad o en las aptitudes o los atributos de las personas y/o las organizaciones.
Para determinar la vulnerabilidad es necesario plantearse a qué amenaza o peligro son vulnerables las personas y qué les hace vulnerables a la amenaza o el peligro; influir con acciones para contrarrestar la vulnerabilidad, reducir en la medida de lo posible los efectos del propio peligro (mediante mitigación, predicción, alerta y preparación). Es vital fortalecer la capacidad para resistir y enfrentar los peligros en la sociedad.
De hecho, el grado de vulnerabilidad de las personas y el alcance de su capacidad para resistir y enfrentar los peligros y recuperarse dependen de factores físicos, económicos, sociales y políticos; la solidez de los medios de subsistencia y los ingresos mayores incrementan la resiliencia de las personas y les permiten recuperarse más rápidamente.27,28 Estos aspectos se deben tener en cuenta al analizar lo que ocurre en las familias, para incidir en su funcionalidad de forma objetiva.
Respecto a la funcionalidad de la familia, Ares Muzio29 señala que actualmente se debate por los estudiosos del tema cuáles serían los indicadores que hacen a una familia más funcional (entendiéndose por funcional a aquella en cuyas interrelaciones como grupo humano se favorece el desarrollo sano y el crecimiento personal, familiar y social de cada uno de sus miembros). Aunque algunos indicadores pretendan hiperbolizar el valor de uno u otro, dicha autora destaca como decisivos ocho indicadores.
En ese mismo sentido, y teniendo en cuenta estos objetivos, en esta investigación se consideran 5 indicadores básicos que pueden hacer a una familia más funcional y menos vulnerable, a saber: posibilidad de expresar sentimientos, una comunicación clara y precisa y respeto al espacio físico y emocional de cada miembro; sustento y respaldo económico mínimo para todos sus miembros; presencia de límites y jerarquías y reglas flexibles, pero claras y precisas; existencia de códigos de lealtad y pertenencia sin perder la identidad y autonomía de reajuste ante los cambios; adecuada distribución de roles y estrategias para resolver situaciones de conflicto.
Es importante lograr que las familias cubanas sean cada vez más funcionales y menos vulnerables, para alcanzar bienestar, armonía, paz y salud, fomentando y desarrollando valores, por el futuro de la sociedad y la humanidad.
Romagnoli et al,30 en su investigación, hacen referencia a factores protectores en la familia que actúan como amortiguadores frente a la aparición de conductas de riesgo y disminuyen la probabilidad de su ocurrencia. Estos pueden contribuir en los modos de actuación y alcanzar resultados superiores en los objetivos.
En primer lugar señalan los fuertes vínculos al interior de la familia, la cercanía, el apoyo emocional, el trato cálido y afectuoso con los hijos. La fuerza de los vínculos establecidos en etapas previas a la adolescencia resulta un factor protector contra las conductas riesgosas que pueden aparecer en esta etapa, así como la preocupación y atención de los padres con sus hijos, conocer sus problemas, intereses y necesidades.
Los padres involucrados son aquellos que conocen las actividades y los amigos de los hijos, dónde están, qué hacen, con quién se relacionan, adónde van y con quién. Fijarse en los programas de televisión que ven, controlar la hora de llegada y conocer a sus amigos son importantes aspectos que se deben tener en cuenta en las familias y que muchas veces se descuidan.
Otra cuestión señalada, y no menos importante, es la disciplina familiar adecuada y las normas claras de conducta dentro de la familia. Los padres protegen a sus hijos cuando establecen límites claros, compuestos por pocas normas bien definidas, comunicadas y adaptadas a la etapa de desarrollo de estos.
El fortalecimiento y desarrollo de habilidades personales y sociales en los hijos son factores protectores individuales importantes que se deben tener presentes en las familias: autoconcepto y autoestima positivos, tolerancia a la frustración, adecuada resolución de conflictos, toma de decisiones, resistencia a la presión de grupo, desarrollo de comunicación y asertividad, capacidad para reconocer y expresar emociones, sentimientos, metas personales; adecuada integración escolar, social y académica.
La actitud y los comportamientos preventivos frente al consumo de drogas por parte de los padres es otro elemento muy importante en la actualidad. Los padres y hermanos conocen acerca de las oportunidades existentes para acceder a drogas, de manera que deben predicar como modelos y ejemplos de vida sana y, desde luego, no deben consumir drogas en el interior de la familia.
El estilo de comunicación positivo es muy importante, pues se promueve el diálogo abierto acerca de sentimientos y opiniones, se respetan y toleran diferencias individuales.
Otro aspecto de gran valor es el estilo de resolución de conflictos colaborativos. Frente al conflicto, se consideran los intereses y las preocupaciones del otro y también las propias. Los miembros de la familia son capaces de generar una atmósfera relajada, con sentido del humor, alegría (sin violencia, agresividad o descalificación).
Igualmente, se deben fortalecer los vínculos con el colegio. Los padres involucrados en el aprendizaje, que se preocupan por la asistencia y el rendimiento de sus hijos, que reconocen sus logros y progresos, proporcionan un desarrollo saludable de las familias.
Finalmente, se deben recordar los valores de la evolución histórica de las familias y los principios de la sociedad, necesarios para el desarrollo saludable del ser humano y que no practican en el contexto actual, lo cual pone en peligro la existencia de la humanidad.
Conclusiones
En el contexto del mundo actual tiene especial significación entender la importancia de educar valores desde la familia, base fundamental de la sociedad; apropiarse de herramientas que favorezcan acciones responsables, humanas, honestas, justas y solidarias para con nuestros semejantes, en especial con los niños, en el ámbito familiar y en todos los entornos de convivencia, por parte de los padres, vecinos, maestros, administrativos, de manera que se garantice el desarrollo de la sociedad que se desea: saludable, humana, justa, feliz y llena de virtudes.
Contribución autoral
Gudelia Beatriz Brizuela Tornés: Concepción de la investigación; elaboración del desarrollo y las conclusiones; revisión final del manuscrito. Participación: 50 %.
Manuel González Brizuela: Asesoramiento sobre el tema; revisión bibliográfica y acotación por las Normas de Vancouver. Participación: 30 %.
Yasel González Brizuela: Confección de la introducción y revisión final del manuscrito. Participación: 10 %.
Delia Luisa Sánchez Pacheco: Asesoramiento y revisión final del manuscrito; elaboración del resumen. Participación: 10 %.
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- » Recibido: 24/03/2021
- » Aceptado: 09/06/2021
- » Publicado : 23/08/2021