A propósito del artículo “Conocimientos de madres y padres sobre lactancia materna exclusiva”

Baracoa, 29 de abril del 2023

Estimado editor:

Luego de haber leído con especial interés el artículo “Conocimientos de madres y padres sobre lactancia materna exclusiva”,1 publicado en el segundo número de MEDISAN del actual año 2023, en el cual se describe de manera ejemplar la importancia de que madres y padres posean los conocimientos adecuados sobre la lactancia materna exclusiva y cómo la falta de información puede condicionar el destete precoz; resulta necesario referirse a un aspecto significativo, insuficientemente abordado en las publicaciones y charlas educativas sobre el tema, que es la relación existente entre lactancia materna, COVID-19 y vacunas anti-COVID-19.

Resulta oportuno mencionar que en noviembre del 2019 apareció en Wuhan el primer caso de COVID-19, cuya propagación fue aumentando con extrema rapidez en 18 países en ese momento, lo que llevó a que la Organización Mundial de la Salud la declarara como emergencia sanitaria y, a los pocos meses, el 11 de marzo del mismo año, como pandemia.2

Esta enfermedad, de la cual se desconocía su patogenia y epidemiología, se convirtió en un reto para los expertos de salud pública y en una preocupación para los pobladores, fundamentalmente para las madres que se encontraban amamantando a sus hijos y para las embarazadas casi a punto de parir, por la posibilidad de contagiarse y trasmitir el virus a sus bebés mediante la lactancia. Sin embargo, gracias al continuo trabajo de especialistas, se ha podido constatar que, hasta el momento, no existen pruebas científicas suficientes que demuestren la presencia del virus en la leche de madres con diagnósticos de sospecha o definitivo de COVID-19 o que el virus pueda trasmitirse a través de la leche materna.3

En tal sentido, en una publicación4 consultada se exponen los resultados de ocho estudios en los que se analiza la presencia del ácido ribonucleico del SARS-CoV-2 en la leche materna de 24 grávidas que dieron positivo por el virus en el último trimestre del embarazo. El material biológico recolectado en el posparto inmediato, obtenido de las vías respiratorias superiores de los recién nacidos y de las placentas, dio negativo en la prueba de reacción en cadena de la polimerasa en tiempo real, al igual que los resultados de las muestras de leche materna.

Esta particularidad debe ser socializada porque, si bien es cierta la disminución de casos de COVID-19, no se puede descartar la posibilidad de una nueva oleada. De igual modo, todavía es muy escaso el conocimiento sobre la relación entre enfermedad, decisión de mantener la lactancia y posibilidades para el desarrollo biológico de todo recién nacido respecto al riesgo de infección por el coronavirus si se toman todas las medidas necesarias. Cabe señalar que durante el aislamiento muchas madres optaron por interrumpir la lactancia por miedo a contagiar a sus hijos por esa vía.

Otro tema que se ha estudiado con intensidad es la vacunación durante el embarazo con el fin de transferir la inmunidad a los recién nacidos mediante la circulación placentaria y la posterior lactancia.

Durante la lactancia los linfocitos B presentes en las mamas producen anticuerpos, los cuales, al llegar a los neonatos, se quedan recubriendo el epitelio de la parte alta de los aparatos respiratorio y digestivo de estos, lo que disminuye la posibilidad de infección. Por tal razón, también se plantea que ese mismo mecanismo resulta muy importante en la protección de los lactantes de madres que han sido inmunizadas contra la COVID-19. Todo lo anterior cobra mayor relevancia al observar que los niños menores de dos años que han padecido la enfermedad son más susceptibles a presentar mayor gravedad y complicaciones; por ende, aumenta el número de ingresos hospitalarios.5

Asimismo, se ha comprobado que en las madres que han sido vacunadas se desarrollan, en mayor medida, anticuerpos con altos niveles de IgA dos semanas después de la inmunización. Estos anticuerpos son ingeridos por el lactante en la leche materna y se depositan en la parte superior de las vías respiratorias otorgándole cierta inmunidad.6

En Cuba, en una carrera contra el tiempo, los científicos, junto con la industria de biotecnología, lograron 5 vacunas contra la COVID-19 que fueron estudiadas con profundidad. Respecto a su relación con la lactancia materna, en un estudio7 se identificó que en la leche materna existen anticuerpos contra los antígenos RBD del SARS-CoV-2, de isotipos IgA e IgG, 5 y 9 semanas después de la vacunación con las tres dosis de Abdala, en comparación con los anticuerpos en la leche materna de mujeres recuperadas de la infección viral al menos 40 días después. Como control se utilizó la leche materna de mujeres que no habían sido vacunadas con Abdala ni infectadas por el coronavirus.

Se concluye que, como fue explicado en el artículo en cuestión, ciertamente el conocimiento sobre lactancia materna exclusiva es importante tanto en madres como en padres, pero, sin lugar a dudas, en estos tiempos es necesario educarlos también acerca de la protección que ofrece al lactante la leche de una madre con el esquema completo de vacunación contra la COVID-19. Se debe explicar con claridad que contraer el SARS-CoV-2 no es indicativo de suspender el amamantamiento y se debe lograr que ambos padres comprendan que la lactancia materna no es solo un acto de amor, sino también un trabajo en equipo y una defensa potencial contra el coronavirus para el menor de 2 años.

El Sistema Nacional de Salud y el Gobierno cubanos siempre han demostrado su nivel de responsabilidad al poner todos sus recursos en favor de la ciencia para mejorar la calidad de la salud del pueblo y al preparar a los profesionales para educar a sus pacientes en que prevenir es mejor que curar y en los avances sanitarios disponibles ahora y para las futuras generaciones.

Referencias bibliográficas
Historial:
  • » Recibido: 18/05/2023
  • » Aceptado: 30/06/2023
  • » Publicado : 28/08/2023




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