El Hospital Civil de Santiago de Cuba fue fundado en 1863 y, desde entonces, se ha mantenido prestando asistencia a pacientes de esta provincia y de toda la región oriental. En 1960 fue trasladado a su sede actual y se convirtió en pilar fundamental del inicio de la docencia médica superior para todo el oriente de Cuba. Es mencionado en varios textos desde el siglo XIX, mas se desconoce su creación y trayectoria. En ese sentido, luego de una revisión exhaustiva de documentos y periódicos de la época, se realizó el presente artículo con el objetivo de describir la evolución de este centro y los contextos históricos fundamentales.
The Civil Hospital of Santiago de Cuba was founded in 1863 and, since that time, it has given assistance to patients of this province and of all east region. In 1960 it was transferred to the current head office and became fundamental column in the beginning of higher medical teaching for the whole east of Cuba. It is mentioned in several texts from the XIX century, but its creation and trajectory is not known. In that sense, after an exhaustive review of documents and newspapers of that time, the present work was carried out aimed at describing the evolution of this center and the fundamental historical contexts.
- hospital provincial;
- historia de la medicina;
- hospital docente.
- provincial hospital;
- history of medicine;
- teaching hospital.
Introducción
La villa de Santiago de Cuba fue fundada el 25 de julio de 1515 y, según se recoge en la bibliografía, en ella fue erigido el primer hospital de Cuba,1 mas no existe documento probatorio, hasta que al trasladar la Catedral hacia esta villa, por bula del papa Adriano VI, el 28 de abril de 1522, la iglesia católica hubo de ocuparse de los gastos del hospital, y así consta en documentos de la época.2
Si bien Santiago de Cuba recibió el título de ciudad en 1523 y fue considerada capital nominal de la Isla hasta 1607, además de cabecera provincial y municipal, sede del obispado e importante plaza militar y económica, hubo gran precariedad en la atención hospitalaria durante el período colonial, incluso por décadas se careció por completo de dichos centros.3 Con el fin de resolver este problema de implicaciones humanitarias y sanitarias, el Ayuntamiento decidió, a mediados del siglo XIX, promover la construcción de un hospital municipal, el cual es mencionado en diferentes libros y artículos como Hospital Civil (HC), pero no se dispone de su historia.
A tal efecto, se realizó una investigación bibliográfica y documental, mediante el método histórico-lógico y el de análisis-síntesis, acerca del inicio y la trayectoria histórica del Hospital Civil de Santiago de Cuba, con el objetivo de definir su evolución y contextos históricos fundamentales. Para ello se revisó la documentación atesorada en el Archivo Histórico Provincial, en las publicaciones periódicas de la época, en la Biblioteca Provincial Elvira Cape y en el archivo- biblioteca del autor.
Desarrollo
Cuando fueron suprimidas las órdenes religiosas regulares, en 1844, el vetusto Hospital de Belén pasó a manos del Ayuntamiento de Santiago de Cuba, pero se hallaba tan deteriorado que amenazaba con derrumbarse. Era preciso construir un hospital; de ahí que la Real Hacienda libró un presupuesto inicial, aunque fue preciso hacer una colecta pública que incluyó donaciones de personas e instituciones, donde cada uno aportó lo que pudo, con tal de que la ciudad contase con un nuevo hospital.
En enero de 1859 se colocó la primera piedra de la edificación destinada a servir de hospital, para lo cual se escogió un espacio situado sobre una colina en la esquina de las calles Santa Rita y Hospital (actual calle Padre Pico), en el alto del Tivolí, que era uno de los límites al sur de la ciudad. El Hospital Civil de Santiago de Cuba fue oficialmente fundado el 8 de septiembre de 1863 (Archivo Histórico Provincial de Santiago de Cuba. Fondo: Gobierno Provincial, legajo 752, expediente 6).
El edificio respondía a cánones arquitectónicos, para entonces superados en cuanto a hospitales se trataba, pues era de una sola planta, con un patio rectangular, en cuyo derredor estaban las salas y la capilla y, en torno a un segundo patio interior, el resto de las dependencias; asimismo, era de tipo general y mixto, con 4 salas, que recibían los nombres de San Carlos, Nuestra Señora del Rosario, San Juan de Dios y Santa Beatriz, donde eran atendidos hombres, mujeres y los enfermos de la cárcel (Archivo Histórico Provincial de Santiago de Cuba. Fondo: Gobierno Municipal, leg. 35, s/n.)
Durante el período colonial la población lo denominó Hospital de la Caridad, pues su fundación se hizo coincidir con el día en que la iglesia católica conmemora el nacimiento de la Virgen María -una de sus advocaciones es venerada en Cuba bajo el nombre de Virgen de la Caridad del Cobre-, cuya protección se invocó para la nueva institución y el presupuesto era administrado por la Junta de Caridad de la ciudad; además, a partir de 1879 la congregación de las Hermanas de la Caridad se ocupó del cuidado de los enfermos allí atendidos y, como el convento radicaba en la acera opuesta, se construyó un pasadizo elevado que lo comunicaba con el hospital, para evitar que las monjas tuviesen que ambular por la calle en horas de la noche durante el cambio de turno. Cabe aclarar que en toda Hispanoamérica era común la designación popular de “hospital de caridad”; no obstante, en la documentación oficial se le denominaba Hospital Civil de Santiago de Cuba (Archivo-biblioteca del autor. Reglamento interior del Hospital Civil, 24 de abril de 1880).
Una forma de obtener recursos a la que recurrió el Hospital Civil fue convocar a bazares, mediante lo cual recibía donaciones de la población y algún dinero con que paliar el déficit de recursos. En 1866 el plan de reparaciones era pura utopía, los techos amenazaban con desplomarse, las paredes de las salas estaban indecentes, la cocina era asquerosa y las quejas sobre el maltrato a los pobres eran muchas. Así, para 1871, el hospital debía casi 24 mil escudos por concepto de salario de sus empleados, alimentos, medicinas, combustible, utensilios y conducción de cadáveres al cementerio. A pesar de esta la situación tan compleja, en febrero de ese mismo año, el Ayuntamiento suprimió la plaza de médico del HC por falta de presupuesto; situación que se mantuvo hasta septiembre de 1872 (Archivo Histórico Provincial de Santiago de Cuba. Fondo: Gobierno Provincial, leg. 751, exp. 6 y 13).
Posteriormente, tras la caída de Carlos Manuel de Céspedes, el 27 de febrero de 1874, el HC fue empleado para un hecho deplorable, pues el cadáver fue conducido hacia Santiago de Cuba y expuesto al público como trofeo de guerra a la entrada de la institución en la mañana del 1ro de marzo, donde permaneció hasta las 4:30 de la tarde, cuando lo trasladaron hacia el cementerio en un carretón del hospital.4
En 1895 el HC fue permutado con la Casa de Beneficencia, con el propósito de proteger a los asilados, dado que esta última quedaba frente a las líneas defensivas de la ciudad. Una vez concluida la guerra, estas personas regresaron a dicha casa y el edificio fundacional del HC pasó a ser el Instituto de Segunda Enseñanza de la ciudad, el cual inició en 1864 y para entonces radicaba en la vecindad. Más tarde, en 1951, fue trasladado hacia su enclave actual, en el área conocida como Ferreiro. El edificio original del HC aún se conserva y allí radica una escuela primaria.
Por otra parte, el Hospital Militar Príncipe Alfonso fue diseñado en 1859 y se terminó en 1878, aunque ya desde 1862 atendía a los militares hispanos. Cuando las tropas españolas evacuaron la ciudad en 1898, los enfermos, médicos y asistentes se retiraron del hospital; por tanto, la vasta edificación quedó abandonada, con sus camas y salas vacías. Luego de ser desinfectada y arreglada, por decisión del gobernador norteamericano Leonard Wood, en un intento por paliar la carencia reinante en la asistencia médica, hacia allí fue trasladado el HC.
El nuevo edificio tenía capacidad para más de 300 camas de hospitalización; en tanto, el anterior no llegaba al centenar. Este ocupaba un espacio inmenso y se dice que fue una de las construcciones más grandes de la isla en su época; asimismo, la topografía elevada del lugar le proporcionaba luz y ventilación. Estaba aledaña al acueducto y para entonces constituía, junto con el Cuartel Militar Reina Mercedes, el límite noreste de la ciudad. Su frente daba a Calle Nueva y todo el lateral derecho a la calle Trinidad.
Esta decisión de Wood puede haber sido un gesto para congraciarse con la población, pues cuando fue convocada la asamblea de vecinos el 30 de noviembre de 1898, como grupo de consulta del alcalde Emilio Bacardí, uno de sus acuerdos fue la construcción de una nueva edificación para el HC, debido a que el anterior se hallaba en un grado de deterioro extremo (Archivo Histórico Provincial de Santiago de Cuba. Fondo: Ayuntamiento. Libro de actas de la Asamblea de Vecinos, sesión del 30 de noviembre de 1898).
En medio de este proceso se produjo la dimisión del director Felipe Hartmann, un médico anciano y venerable de la ciudad, quien se encontraba enfermo,5 por lo que el 3 de enero de 1899 el General Wood nombró a Joaquín Castillo Duany, médico y general de brigada del Ejército Libertador, director del HC (Archivo Histórico Provincial de Santiago de Cuba. Fondo del Gobierno Provincial. Materia: Intervención norteamericana).
El Dr. Castillo pronto enfermó y falleció 3 años después. Le sustituyó en la dirección otro patriota, el Dr. Francisco Argilagos Guimferrer, figura destacada de la oftalmología mundial por la introducción de la luz aneritra para la oftalmoscopia, entre otros aportes; pero fue destituido por oponerse a diversos males políticos, como el establecimiento de las bases navales norteamericanas.
Posteriormente, en el pórtico de la fachada, sostenido sobre ocho columnas de capitel dórico, se hicieron algunos cambios en consonancia con la simbología de la civilidad en ciernes. Así, se inscribió (en mayúsculas) HOSPITAL CIVIL, con una estrella en cada extremo, otra en la base del mástil para la bandera y el escudo nacional en el tímpano del frontón. Por un acuerdo tomado en la sesión celebrada el 17 de octubre de 1921 en el Ayuntamiento de Santiago de Cuba, al HC se le agregó el nombre de Saturnino Lora, en honor al recién fallecido General de División del Ejército Libertador. El 5 de diciembre de ese año fue colocado un busto del patriota sobre un pedestal a la entrada del hospital; sin embargo, según testimonios recogidos por este autor, lo común entre la población santiaguera cuando se refería al centro era denominarlo tan solo “el Hospital Civil”. Resulta oportuno destacar que este era el principal hospital de la provincia de Oriente y recibía pacientes de todo ese territorio, lo cual desbordaba sus capacidades.
En ese período, el HC incorporó novedades asistenciales y educativas, a saber: en enero de 1901 fue inaugurada la Escuela de Enfermeras y en 1913 la Escuela Libre de Comadronas; igualmente, en 1915 se introdujo el uso de los rayos X como nueva tecnología diagnóstica y el 15 de marzo de 1916 se agregó la Sala de Maternidad, en respuesta a las exigencias que demandaba esta rama de la medicina sobre el cuidado de las gestantes bajo supervisión médica.
De igual manera, el hospital santiaguero estaba regido por una junta de patronos, pero dependía del exiguo presupuesto municipal, razón por la cual sufrió continuas carencias, aún en los años de bonanza económica del país. Por esta razón, el periodista Modesto Soler, quien visitó al HC el 7 de mayo de 1922, se refirió al buen estado que presentaban las oficinas -pero con déficit de recursos materiales-, a la excelente limpieza de la sala de maternidad y, por último, a la precaria situación de las personas con desequilibrio mental, muchas de las cuales se encontraban sin ropa, bien porque las rompían o bien porque en el hospital no había para darles.6
En 1923, el director del hospital en ese entonces, el Dr. Ambrosio Grillo Portuondo, generó un período de reformas con vistas a mejorar las humildes condiciones del centro, cuyo presupuesto apenas daba para su mantenimiento. En tal sentido, llevaron a cabo importantes obras de mejoramiento, unas costeadas de su propio sueldo y otras por la contribución de generosos amigos, entre las cuales figuraron la creación de una sala, una consulta y un salón de operaciones para la atención a pacientes con enfermedades oftalmológicas; todo ello estuvo a cargo del oftalmólogo Felipe Martínez Ferrer. Más adelante, el 20 de mayo de 1925, fue creada una sala para los veteranos de la guerra de independencia.7
Pasado un tiempo, en 1929, el Dr. Miguel Dobal (supervisor del hospital), logró la contribución de una organización de caridad llamada Las Damas Isabelinas, que le permitió adaptar una de las salas para la atención infantil. Esta contó con 30 camas y los recursos materiales para su puesta en funcionamiento. A partir de entonces, el Dr. Antonio María Béguez César, quien laboraba en el HC desde el 22 de noviembre de 1928, permaneció como médico de visitas de la nueva sala, con Susana Texidó Vaillant como médico auxiliar, una enfermera graduada y 3 alumnas de enfermería.
Cabe agregar que el Dr. Béguez César hizo un gran aporte a las ciencias médicas, al describir la neutropenia crónica maligna familiar con granulaciones atípicas de los leucocitos; investigación que fue publicada en 1943. Otros especialistas brindaron sus servicios, entre ellos el radiólogo Plácido Fernando Blanc Corbin, el laboratorista clínico Ángel Paultre Torrens y el cirujano Arturo de Feria Mora.
En la madrugada del 3 de febrero de 1932, un fuerte sismo asoló a la ciudad y el HC estuvo entre los más dañados. En consecuencia, la Sala de Maternidad se derrumbó y ocasionó la muerte de una mujer y su bebé; de inmediato, todos los médicos y enfermeras auxiliaron a los numerosos lesionados, para lo cual hubo que levantar carpas en los patios interiores.8
Posteriormente, en el período 1938-1944 se realizó la reparación total. Así, la fachada neoclásica y las columnas fueron reemplazadas por otras de estilo monumental moderno; también mejoraron los patios interiores y las galerías que los rodeaban.
En 1953 el Hospital Civil Saturnino Lora pasó a las primeras planas noticiosas, pues al amanecer del 26 de julio un grupo de 24 jóvenes, encabezado por Abel Santamaría, se apostó en su área posterior con el objetivo de apoyar el asalto al cuartel Moncada. En el fondo del hospital estaban los locales de mantenimiento, lavandería, cocina, almacén de víveres y un dispensario, desde estos se dominaba la posta 4 del cuartel de la dictadura, que estaba separado del hospital por la carretera central. Con el grupo iban Melba Hernández, Haydée Santamaría y el Dr. Mario Muñoz, quien dispuso una guardia médica en la habitación No. 8 de los cuartos de pensionados, en la parte delantera del HC. Una vez concluida la acción, las enfermeras intentaron proteger a los combatientes, pero excepto uno de ellos y las dos mujeres, el resto del personal fue aprehendido y asesinado.9
El proceso judicial, marcado como la causa 37 contra los asaltantes del Moncada, inició en la Audiencia de Santiago de Cuba. Con el objetivo de evitar que se hiciera pública la autodefensa de Fidel Castro, en la mañana del 16 de octubre de 1953 se realizó el juicio a Fidel en el salón de actos de la Escuela de Enfermeras del HC, ante un esqueleto, una vitrina con libros, el retrato de Florence Nightingale y varios soldados, donde pronunció el histórico alegato que la posteridad conoce como La historia me absolverá, frase con la cual concluye.10
Desde varias publicaciones de la ciudad, como en la revista Acción Ciudadana, fueron emitidas numerosas quejas contra el HC, no por la actuación de sus médicos y enfermeras, sino por la carencia de recursos y el déficit presupuestario que presentaba, de lo cual eran culpables la alcaldía y el gobierno de la República. El centro subsistía gracias a algunos benefactores que donaban muebles e instrumental esporádicamente, pero la alimentación y los medicamentos para los enfermos siempre fueron un grave problema.
Entre 1945 y 1946 se inició la construcción de un nuevo inmueble en la carretera central, entre 4ta y 6ta del reparto Sueño, ya que el sitio que ocupaba el HC no cumplía las expectativas de una provincia demográficamente tan grande como lo era Oriente, además de que habían cambiado las concepciones arquitectónicas para tales menesteres. En ese sentido, se proyectó un edificio de línea racionalista, en forma de H acostada, con 5 plantas. Hubo disímiles causas que demoraron la terminación, entre ellas sobresalió el desvío del presupuesto. Al triunfar la Revolución, los “casquitos” de la dictadura se acuartelaron en él y, una vez que se rindieron, los mantuvieron presos en el edificio hasta que fueron trasladados; solo entonces el nuevo gobierno libró un presupuesto considerable para su terminación.
En la noche del 28 de enero de 1960 el HC fue trasladado a la nueva edificación. El profesor Reinaldo Roca Goderich, gloria de la medicina cubana, siempre recordaba que ese día estuvo de guardia; por tanto, fue el último médico en hacer dicha guardia en la vetusta edificación y el primero en el nuevo emplazamiento.11
A juicio del autor de este artículo, de inmediato se cometieron 2 errores: el primero fue denominarlo Hospital Provincial de Oriente y renegar del nombre del patriota de Baire, quizás relacionado con el hecho de que, desde su fundación en el siglo XIX, en el presupuesto de beneficencia estaba clasificado como Hospital Provincial; el segundo, demoler la instalación anterior, que se detuvo cuando la mayor parte ya había sido derrumbada. Lo anterior obedece a que eran años de intensa lucha ideológica y había muchas personas empeñadas en barrer de golpe todo cuanto consideraban “herencia del pasado”; pensamiento que llevó a cometer varios desaciertos.
En el sitio está ubicado el Complejo Histórico Abel Santamaría Cuadrado, declarado Monumento Nacional desde 1998, conformado por un museo, una biblioteca y el parque conmemorativo.12
Un tiempo después comenzó la primera fase del Plan Santiago, encaminado a la formación de los nuevos médicos que requerían los programas de la Revolución; por tanto, el 10 de febrero de 1962 se fundó la Escuela de Medicina de la Universidad de Oriente e inició el primer curso.
Desde el primer cuatrimestre de 1963 ya se impartía Anatomía Patológica y, a partir de agosto de ese mismo año, fueron recibidos los alumnos del ciclo clínico, hasta que el mes siguiente comenzó la Propedéutica Clínica. Desde entonces se le denominó Hospital Provincial Docente de Santiago de Cuba (Archivo-biblioteca del autor. Hospital Provincial Docente de Santiago de Cuba. Informe de actividades del primer año de docencia, 1964).
De esa época data uno de los grandes logros del centro, el libro de texto Temas de medicina interna, dirigido por el profesor Roca y redactado por los profesores de esa asignatura. Esta obra primero circuló en copias por mimeógrafo y luego, en 1969, la Editorial Ciencia y Técnica del Instituto Cubano del Libro publicó la primera edición. Más adelante, en 2017, correspondió a la Editorial Ciencias Médicas realizar su quinta edición.
En 1972 se le devolvió el nombre del General Saturnino Lora Torres al hospital y el busto sobre pedestal que había quedado abandonado en la vieja y parcialmente demolida edificación, fue colocado a la derecha de su entrada principal; sin embargo, una vez más la población santiaguera se acostumbró a referirse al hospital solo con el nombre de “el Provincial”, y así ha perdurado, pero su nombre oficial es Hospital Provincial Docente Saturnino Lora (Archivo-biblioteca del autor. Reglamento funcional, 1988).
No se trata de una historia singular, lo mismo ha ocurrido en otros centros de salud a lo largo de la historia, tales como los actuales hospitales habaneros General Calixto García y Comandante Manuel Fajardo.13
A mediados de la década de 1960, algunos servicios médicos que anteriormente funcionaban en el Hospital Saturnino Lora - Psiquiatría, Obstetricia y Dermatología, así como Oftalmología y Caumatología en los últimos tiempos- fueron trasladados a otro centro; no obstante, a su lado se construyó un policlínico de especialidades y un módulo docente, se logró incorporar la Unidad de Cuidados Intensivos en 1974, se realizó el primer trasplante renal fuera de la capital el 28 de septiembre de ese año, se inauguró el cardiocentro el 25 de julio de 1988 y comenzó a funcionar un equipo Dornier para litotricia extracorpórea y otro de tomografía axial computarizada (Archivo-biblioteca del autor. Fichas con entrevistas y recortes de prensa. Historia del centro, 1990).
Muchos han sido los aportes científicos a lo largo de estos años, como lo hizo el Dr. Béguez César en el siglo pasado. Hoy día es elevada la cifra de profesionales formados en este centro que son autores de libros médicos o que han alcanzado maestrías, altas categorías docentes y científicas, incluso, el Premio Anual de la Salud; otros comparten sus conocimientos y experiencia dentro y fuera del país.
Resulta oportuno destacar que esta institución ha recibido múltiples reconocimientos y continúa siendo un prestigioso centro asistencial y docente para el pueblo de la ciudad y todo el oriente cubano.
Conclusiones
El actual Hospital Provincial Docente Saturnino Lora es continuador directo del Hospital Civil de Santiago de Cuba, fundado el 8 de septiembre de 1863, el cual, tras varias permutas y cambios de denominación, fue trasladado hacia su sede actual en la noche del 28 de enero de 1960. Durante sus 160 años de existencia ha sido un pilar en la asistencia médica en la ciudad, pese a las carencias materiales, desperfectos estructurales y desastres naturales. Aquí comenzó, en 1901, la formación de enfermería y, en 1963, la docencia médica superior. Hasta hoy día ha sido un baluarte para la actividad asistencial, científica y docente.
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1. Pezuela J de la. Diccionario geográfico, estadístico, histórico de la isla de Cuba. T2. Madrid: Imprenta del Establecimiento de Mellado; 1863. p. 189.
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2. Carta del Obispo al Emperador dando cuenta de la visita hecha a las villas e iglesias, y del estado en que se hallan (1544). En: Pichardo H. Documentos para la historia de Cuba. T1. La Habana: Editorial de Ciencias Sociales; 1971. p. 96-101.
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3. Fleitas CR. Medicina y sanidad en la historia de Santiago de Cuba (1515-1898). Santiago de Cuba: Ediciones Santiago; 2003. p. 23-30.
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4. Bacardí E. Crónicas de Santiago de Cuba. T6. Santiago de Cuba: Tipografía Arroyo Hermanos; 1923.p. 12-3.
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5. Bacardí E. Crónicas de Santiago de Cuba. T10. Santiago de Cuba: Tipografía Arroyo Hermanos; 1924. p. 370-1.
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6. Soler M. Una visita al Hospital Civil. Periódico La Independencia. 8 May 1922;26(109):2.
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7. Reformas en el Hospital Civil. Periódico El Cubano Libre. 29 May 1923;55(131):1.
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8. Recuerdo histórico del terremoto del 3 de febrero de 1932. Santiago de Cuba: Arroyo Hermanos; 1932. p. 25-107.
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9. Mencía M. El Moncada. La respuesta necesaria. La Habana: Oficina de Publicaciones del Consejo de Estado; 2013. p. 445-81.
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10. Rojas M. La Generación del Centenario en el juicio del Moncada. La Habana: Editorial Ciencias Sociales; 1979. p. 339-44.
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11. Roca Goderich R. Mi vida como médico. Santiago de Cuba: Ediciones Santiago; 2006. p. 45-7.
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12. Rodríguez M. Por el honor del centenario: Complejo Histórico Museo - Biblioteca - Parque Monumento Abel Santamaría Cuadrado. En: Morales Tejeda AL, Rodríguez Joa M, Palermo Liñero E. Testigos patrimoniales de una gesta heroica. Santiago de Cuba: Ediciones Santiago; 2013. p. 69-93.
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13. López JA. Hospital Comandante Manuel Fajardo, el más antiguo de los que funcionan actualmente en Cuba. Rev Cuban Med Gen Integr. 2001 [citado 26/02/2023];17(6). Disponible en: http://scielo.sld.cu/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0864-21252001000600017&lng=es&nrm=iso&tlng=es
- » Recibido: 10/04/2023
- » Aceptado: 15/08/2023
- » Publicado : 31/10/2023